"Nuestro Juramento". Manifiesto ideológico de la gobernante Alianza País, donde se expone las ideas centrales de su proyecto político. Concretar el socialismo del buen vivir es uno de sus objetivos.
Leonardo Gabriel Ogaz Arce
Rafael Correa lider de Alianza País
ECUADOR: Nuestro Juramento
Manifiesto ideológico de Alianza País
Leonardo Ogaz A.
“Nuestro juramento. Hacia la construcción del Socialismo del Buen Vivir” se ha denominado el manifiesto ideológico de Alianza País, movimiento político gobernante en el Ecuador y hace alusión a una conocida canción de Julio Jaramillo. Tanto el cantante como la canción son emblemáticos en la cultura popular ecuatoriana.
El Preámbulo del documento tiene un verso patriótico de César Dávila Andrade que da un cierto tono nacionalista al documento. Existe una vertiente progresista del nacionalismo cuando defiende las soberanías y se enfrenta a los poderes imperiales, pero cuando no hay un equilibrio dialéctico con los problemas de la humanidad expresados en la tradición liberadora del internacionalismo, se tiene el riesgo de caer en posiciones chauvinistas trasnochadas y esto va más allá de una política internacional integracionista.
“Nuestro Juramento” señala con claridad que: “Alianza País es una organización política de ciudadanas y ciudadanos de organizaciones movimientos y colectivos que se proponen luchar por la democracia, la igualdad, la soberanía, la solidaridad, la justicia social, la diversidad, para eliminar la opresión, la dominación, la desigualdad, la injusticia y la miseria, con el objetivo de construir el Socialismo del Buen vivir”.
El documento continua señalando: “Alianza País impulsa un proceso revolucionario, cuyo objetivo es la construcción de una sociedad incluyente, solidaria y equitativa. Alianza País promueve el Sumak Kawsay, el desarrollo equitativo, el bienestar común, la libertad basada en la justicia y la paz. Más adelante se agrega: “Alianza País tiene como opción preferencial a los más pobres, los desposeídos, los subalternos, los dominados, los cholos, indios, chazos, negros y montubios, que han sido excluidos por la república terrateniente y oligárquica y el Estado burgués, que cumplieron al pie de la letra con su rol sumiso en la división internacional del trabajo.”
El manifiesto abunda, como puede apreciarse, de una retórica de justicia social y tendencias igualitarias, pero es ambiguo respecto de las relaciones sociales, además cabe preguntarse ¿quién habla? ¿Desde donde se hace la enunciación? Quién opta por los más pobres, la respuesta es nítida Alianza País y ¿Qué grupo o clase social representa Alianza País? Socialmente el panorama es claro, no están hablando, los negros, ni los pobres, ni los chazos, ni los subalternos, ni los dominados, están hablando ciertos sectores de las clases medias izquierdistas.
Sin duda se trata de la enunciación discursiva de un nuevo socialismo, se trata de un socialismo no marxista, con Estado, mercado, empresarios privados y acumulación privada. Así lo señaló expresamente Rafael Correa en un encuentro con empresarios latinoamericanos el 30 de noviembre en Guayaquil.
Frente a estas declaraciones del presidente el conocido analista económico de las oligarquías guayaquileñas Walter Spurrier Baquerizo escribe en su columna del periódico El Universo (diario derechista anti Correa) del domingo 5 de diciembre del año recién pasado lo que sigue: “Retomó el presidente conceptos del discurso de posesión para su nuevo período: que la acumulación privada- parte central de la economía de mercado- es necesaria.”…, “lo que implica un rechazo al marxismo, ideología que ha hecho del Ecuador uno de sus últimos reductos.” El título del artículo no deja de llamar la atención: “CORREA, PRAGMATICO”
Volviendo al documento causa extrañeza que, entre las referencias de los acervos ideológicos de Alianza País, donde están Alfaro, Artigas, Martí, Allende, Zapata y otros no se mencione al Che Guevara, a pesar de que, el presidente y algunos de los miembros más destacados de Alianza País cantan con bastante frecuencia canciones de homenaje al Che Guevara.
Aparte de Allende se mencionan a dos marxistas en término muy puntuales a Gramsci y a Mariátegui como lo hacen casi todos los reformistas de ayer y de hoy, pero esta clase media ya no tiene como referencia a Rosa de Luxemburgo, ni a Marx, ni menos a Lenin o Trotsky.
En el capítulo de la Redistribución y desarrollo en Armonía con la naturaleza se señala que: “Alianza País no sostiene visiones revolucionarias basadas en el cambio violento, en nociones arcaicas como la “dictadura del proletariado”. Esto no es reconocer el papel histórico de luchas armadas del propio Alfaro “Alma tutelar” de la revolución ciudadana, de Bolívar, Sucre, el Che, de Fidel Castro todos ellos se vieron obligados a emplear la lucha armada para los procesos de liberación. Queda una sensación de hostilidad hacia el marxismo y se descubre un proceso reformista más, es decir, nos encontramos con una reformulación más de un proyecto de reformas al capitalismo disfrazadas de novedad revolucionaria.
Los revolucionarios no son violentos porque sientan una especial atracción hacia la violencia, son los imperativos históricos los que obligan a plantearse esas formas de lucha, en realidad las revoluciones debieran ser pacíficas, solo qué las clases dominantes jamás dejarán pacíficamente el poder, son ellos los violentos.
Regresando al Manifiesto nos encontramos con el siguiente enunciado: Alianza País “Tampoco busca eliminar la propiedad privada, en su lugar, Alianza País apuesta por la democratización de la propiedad y de los medios de producción, sin descartar, por supuesto, que el estado sea también propietario de importantes sectores estratégicos. Pero, uno de los grandes retos del Socialismo del Buen Vivir es buscar que los trabajadores, las comunidades, y los ciudadanos de a pie, se vuelvan dueños de los medios de producción”. O sea capitalismo popular o el imposible socialismo de los pequeños propietarios.
Como para no dejar dudas de este proyecto el documento señala más adelante: “Alianza País cree firmemente en las fuerzas productivas de todas y todos los empresarios, no solo de los se arrogan su representación en cámaras que usan el discurso del mercado y de la competencia, pero cada vez que les conviene rompen los principios por ellos mismos invocados.” (Las negrillas son nuestras). Se trata entonces de un socialismo con empresarios.
El Manifiesto ideológico de Alianza País no hace ninguna alusión a un tema decisivo, la organización popular, ni se menciona aunque sea de pasada la creación de formas de poder popular. Este es el principal vacio del documento y de la acción gubernamental. El cuadro que se configura entonces es el de una clase media mesiánica que desde el Estado protege a los pobres. Se mantiene el sistema liberal de democracia representativa, no se propugna para nada una democracia socialista con poder popular. La mentada participación ciudadana ha sido atrapada en la lógica burocrática estatal convirtiéndola en una función administrativa más.
Si contrastamos este discurso “neo socialista” con la realidad de la revolución ciudadana nos encontramos con lo siguiente: un proyecto neo desarrollista, con fortalecimiento de un moderno Estado burgués que sustenta una nueva hegemonía empresarial recubierto con una retórica igualitaria. Es decir, un socialismo donde el Estado controle al mercado garantice la propiedad privada, la acumulación privada y maneje políticas sociales y asistenciales que reproducen el viejo sistema clientelar. El apoyo popular, que de acuerdo a las encuestas tiene el presidente Correa, se debe básicamente a sus obras de infraestructura e inversión social en salud y educación, no por un proyecto que altere profundamente las relaciones sociales.
Además singular socialismo el que se hace con una dura confrontación con el movimiento indígena, los trabajadores y los maestros. Existen algunos dirigentes sociales acusados de terroristas en juicios instaurados por el Estado.
No obstante después de 4 años en el gobierno, pueden destacarse dos cosas de la “revolución ciudadana”: una la eliminación de la tercerización neoliberal como una forma de suprimir, no la explotación, pero si la sobreexplotación a los trabajadores, lo segundo no renovar el convenio de la base militar norteamericana en Manta como una acción de recuperación de soberanía.
La contradicción fundamental que ciertos sectores de la clase media se niegan a entender es que todo proyecto auténticamente socialista es necesariamente anticapitalista, entonces el igualitarismo del comienzo del Manifiesto es borrado con el capitalismo ideal del resto del documento. La mezcla barroca no hace, en este caso, sino estar al servicio de la confusión encubridora de un proyecto reformista burgués más.
“Nuestro juramento” es un discurso ideológico porque además de exponer ideas, se encarga de omitir bajo la retórica, el carácter pequeño burgués del proyecto de Alianza País.
Este nuevo socialismo del buen vivir contiene ese imaginario de capitalismo decente de las clases medias izquierdosas que se presenta como reivindicadora de los pobres y oprimidos en un modelo de mercado controlado por el Estado, con acumulación privada, propiedad privada y una nueva hegemonía empresarial; esto es lo que se llama una utopía reaccionaria.
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