viernes, 4 de marzo de 2011

¿La OTAN trata de silenciar los informes sobre las víctimas civiles en Afganistán?


La detención de dos periodistas de Al Jazzera por parte de militares estadounidenses ha sido denunciada como una forma de ocultar lo que allí sucede.

La muerte de 67 civiles en un ataque aéreo de la OTAN ha encendido los ánimos entre EEUU y Afganistán.

La situación ha sido agravada aún más por lo que muchos han calificado como comentarios ofensivos de militares sugiriendo que  padres afganos podrían haber hecho daño a sus propios hijos para inflar las cifras.

La OTAN ha negado que en el ataque en el distrito de Ghazi Abad de Kunar haya habido heridos civiles, e insiste en que las imágenes que tienen de la operación indican que en esa zona tan sólo había insurgentes.

Pero GlobalPost ha sabido que oficiales  militares de EEUU detuvieron a dos periodistas de Al Jazeera  que estaban cubriendo el incidente, les confiscaron temporalmente el equipo y, según ellos, les sometieron a un trato humillante y largos interrogatorios. 

“Cuando regresaba de Ghazi Abad me paró la ISAF”, asegura Abdullah Nizami, un colaborador del servicio en árabe del canal de televisión Al Jazeera. “Me hicieron quedarme con ellos. Se llevaron mi ropa de abrigo. Me soltaron al cabo de 28 horas”.

El material grabado en su cámara no resultó dañado, afirma el periodista, al que le acabaron devolviendo su equipo.

Samer Alawi, el jefe de la oficina de Al Jazeera en  Kabul, ha confirmado el incidente, en el que también fue retenido Saeedullah Sahel, que trabaja para el servicio en inglés de la cadena.

Esta versión contrasta radicalmente con lo que las fuerzas de EE UU dicen que ocurrió. Los militares estadounidenses no niegan que parasen a los dos periodistas, pero rechazan absolutamente su versión de los hechos. 

“No tenían credenciales”, asegura el teniente coronel Patrick Seiber, director de Relaciones Públicas del Comando Regional Este. “No estábamos seguros de que fueran periodistas. Podían haber sido insurgentes”.

Alawi sostiene que los periodistas estaban acreditados correctamente, que llevaban su identificación encima y que además habían coordinado sus movimientos tanto con las fuerzas locales como con las fuerzas extranjeras.

Seiber insiste en que  los periodistas no fueron tratados de forma incorrecta.

Desde el punto de vista de Alawi, el objetivo de la detención era evitar que los periodistas informasen de lo que realmente ocurrió en Ghazi Abad la noche del 19 de febrero.

Según el gobernador provincial, Fazlullah Wahidi, más de 64 civiles murieron en el ataque, incluidos 29 niños y 23 mujeres. 

Una delegación afgana enviada al lugar por el presidente Hamid Karzai ha confirmado esas cifras, aunque los informes más detallados a cargo de la Comisión Afgana Independiente de Derechos Humanos y las Naciones Unidas tardarán un poco más.

Según una información publicada por The Washington Post, en una reunión al más alto nivel en la que estaba el presidente Karzai, el general David Petraeus sugirió que  si hubo niños muertos o heridos en Kunar podría deberse a acciones de sus propios padres.

El contralmirante Gregory Smith, intentando explicar las palabras de Petraeus, quizás sin querer haya empeorado las cosas aún más: “El general Petraeus nunca dijo que las  manos y los pies de los niños hubiesen sido quemados a propósito por sus familias con el fin de generar un CIVCAS [bajas civiles]. Dijo que las heridas a los niños no parecían consistentes con el tipo de munición utilizada, y que esas quemaduras en sus manos y pies podían ser consecuencia de la disciplina que a veces se aplica a los niños afganos”.

Estas declaraciones fueron calificadas de “indignantes, insultantes y racistas” por  Waheed Omar, portavoz del presidente Karzai.

El altercado ha añadido leña al fuego. Las bajas civiles son un tema extremadamente sensible en las crispadas relaciones entre las fuerzas internacionales y el gobierno afgano. 

Mientras que las cifras de la ONU muestran que la abrumadora mayoría de las muertes de civiles son provocadas por los insurgentes, parece que son los incidentes en los que EEUU u otros ejércitos extranjeros matan o hieren a no combatientes los que contribuyen a encender las pasiones locales.

Los ataques de Ghazi Abad  tuvieron lugar en una semana especialmente difícil para Afganistán, con 40 civiles muertos en un ataque insurgente en la ciudad de Jalalabad y otros 31 muertos en un golpe similar en la provincia de Kunduz.

Pero ha sido lo ocurrido en Ghazi Abad y la polémica subsiguiente lo que se ha llevado los titulares más exacerbados.

Los oficiales de la OTAN no han cambiado su postura sobre lo ocurrido en Ghazi Abad. Si bien dicen que abrirán una investigación para analizar posibles muertes, niegan las informaciones sobre una cifra abultada de muertes de civiles no combatientes.

Pero Nizami insiste en que tiene pruebas. En una entrevista concedida a un periodista de Mahaal, un servicio de noticias de la radio afgana, aseguró que “la gente local dice que más de 60 personas murieron y que la mayoría de ellas eran mujeres y niños. Yo vi y tengo imágenes de vídeo del incidente en las que se ven mujeres, niños, cadáveres y gente herida. Vi también fosas comunes en las que se enterraban a siete u ocho mujeres y niños juntos”.

“Después, cuando sumé, la cifra de muertos alcanzaba los 67. Había 29 niños, la mayor parte de los cuales tenían entre 6 y 18 años. Había 23 mujeres. El resto eran hombres de diversas edades”. 

Fueron estas imágenes, dice Alawi, las que provocaron la detención  de los periodistas.

Seiber rechaza estas afirmaciones de manera categórica. No niega que las fuerzas de EEUU requisasen las cámaras de los periodistas, pero dice que fue por motivos de seguridad.

0 comentarios:

Publicar un comentario