Estamos asistiendo al derrumbamiento con estrépito del capitalismo. Todo lo que sucede y nos sucede es efecto del fracaso del capitalismo.
Jaime Richart
No quieren reconocerlo ni siquiera los expertos: economistas, sindicalistas, sociólogos... ni por supuesto y mucho menos los políticos y los medios que dan cobertura a estos y se hacen cómplices del capitalismo que se nos viene encima pero esta vez para aplastarnos.
Ni los mismos trabajadores se lo plantean. Las causas de esta depresión creciente motivada por el desempleo generalizado que va en aumento están en muchos focos. Cada cual, cada pensante, lo sitúa en un sitio más o menos diferente. Andan rebuscándolas por ahí... La despersonalización, el individualismo, el consumismo, la dispersión del sentido de clase trabajadora que hasta no hace mucho estaba abiertamente frente a la clase empresarial. La familiarización de la sociedad española, como dice Vicenç Navarro, que supone que 900.000 parados menores de 25 años están cubiertos por la familia con la que más o menos conviven, y un porcentaje muy elevado de desempleados todavía recibe el seguro de desempleo, lo que amortigua la frustración.
No hay clases sociales, hay enemigos políticos, dice Bouza. La sensación de que lanzarse a la calle no sirve para nada, como se ha visto en Francia y Grecia. Cada vez hay más trabajadores que creen menos en los sindicatos. El empleo sumergido también hace de contención al estallido que, según las condiciones generales debiera producirse. Hay cosas que ocurren por el mundo... capitalista, que pueden servirnos de aviso: en la India una multitud quema viva a siete personas porque el poblado contaminado por una cantera cercana no había recibido la indemnización solicitada a la cantera...
Afganistán, Irak y Libia son ya causas perdidas para los... capitalistas. Roma empezó su decadencia porque el imperio no tenía dinero para pagar a sus ejércitos. Veremos pronto qué pasa con este "pequeño" detalle...
Pues bien ¿qué es todo esto, cómo se lo puede calificar? Si lo que sucede entre nosotros ocurriese en países socialistas, ya hubieran ido a derribar otros muros de Berlín. Pero como ocurre aquí, el argumento es que "la vida es así". El sistema se derrumba sin prisa pero sin pausa, y todos los dirigentes del mundo aparentan confianza en que esto se superará. Pero no es así. La sociedad capitalista ha venido levantándose como un rascacielos, piso por piso, gracias a una serie de condiciones que ya no se dan ni se van a dar. El colonialismo, primero, los inventos y descubrimientos tecnológicos, la explotación de yacimientos que se acaban, el préstamo y la usura, las tretas legislativas de las clases dominantes en cada país unidas entre sí por la bandería del dinero fácil. La rapiña, el expolio de los países del tercer mundo, y la mano de obra tirada cuando empezó a fallar la baratura de la mano de obra doméstica... Todo una serie de síntomas y de tejemanejes que no podían durar siempre. Del capitalismo industrial que ha durado 60 años en unas condiciones óptimas para los desaprensivos y los sin escrúpulos, se ha pasado al capitalismo financiero en el que aquellos desaprensivos y sin escrúpulos han quedado en comparación de los actuales como hermanas de la caridad.
Occidente se ha pasado su historia viviendo de las rentas que pagaban otros continentes, y eso se ha acabado. Ahora está barruntando que va a empezar a tener que tirar del capital... Este es el problema de los países capitalistas que arrastra al resto del mundo.
La situación que vive España es irreversible. A los socialdemócratas les ha pillado el papel de Juan, el precursor del mesías. Pero al mesías que ha de venir le toca una redención imposible. Y no porque se ofrezca en sacrificio sino porque se va a ver obligado a sacrificarse sacando, inútilmente, los tanques a la calle. Todo se irá al carajo y será un reguero de pólvora que si el Padre del mesías no lo impide desembocará –quién lo sabe- en el apocalipsis.
Reconózcanlo todos: políticos, empresarios, economistas, sindicalistas, clérigos, curia, científicos, periodistas, académicos... El capitalismo ha fracasado. Muera el capitalismo.
La única solución, antes de que ocurra eso de sacar los tanques a la calle y antes de que llegue el Argamedón, puede llegar a través de la inspiración necesaria. Y esa inspiración está en comprender que sólo el marxismo, el colectivismo y el comunismo revisados; que sólo un ajuste entre la producción y el consumo de los productos básicos y una renuncia a los productos superfluos, serán lo único que podrá salvar al mundo capitalista al que hay que transformar en otra cosa.
Cuando, tras haber disfrutado de tanta comodidad, tanto superlujo, tanto despilfarro y tanta sensualidad en sus miles de formas, nos conformemos con el transporte público, con una alimentación y una higiene básicas, con la contemplación y el disfrute de lo ya creado y no en la búsqueda alocada de lo que ya no se podrá encontrar, habremos hallado la piedra filosofal. Y todo esto sólo puede venir de la mano del marxismo, del colectivismo y del comunismo bien reestudiados y adaptados a las nuevas circunstancias
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