Jonathan Farrar, entonces jefe de la Oficina diplomática norteamericana en Cuba, solicitó personalmente 8.000 dólares al año para estos dos individuos, con el supuesto objetivo de “apoyar sus actividades en defensa de los derechos humanos”, a pesar -y lo advierte en su mensaje- de que el financiamiento proveniene de un gobierno extranjero a fines de subversion y está penado por la legislación cubana.
“La recepción de fondos desde un gobierno extranjero hace que un individuo pueda ser procesado e ir a prisión bajo la Ley 88″, dice Farrar, y sugiere el envío por medios clandestinos, como ya lo han hecho en otras oportunidades: “Las Damas han recibido en el pasado fondos de ‘miembros de su familia’ en los EEUU a través de la Western Union.”
También recomienda que les envíen el dinero “en euros o en otra moneda dura en lugar de dólares”, para evitar el gravamen al cambiar los billetes por la moneda local.
El cable 08HAVANA613, cuyo título es “Formulario para la solicitud de fondos destinados a organizaciones en defensa de los derechos humanos en Cuba”, asegura que ambos “han recibido financiamientos en el pasado, pero no tenemos ningún detalle sobre las fuentes o las cantidades”. Precisa que en el caso de Miranda obtuvo también “ayuda” de “embajadas amigas”.
Farrar recuerda en su informe que “la asistencia humanitaria” a estas personas está permitido por los reglamentos de la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), del Departamento del Tesoro, que regula las exportaciones a Cuba, y solicita la dispensa de 5.000 dólares al año para Laura Pollá
En el 2008, año en que Farrar envía este nuevo pedido de dinero, una declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores denunciaba que “el Gobierno de los Estados Unidos disponía de 45,7 millones de dólares para pagar a sus grupos mercenarios en Cuba y para montar provocaciones. Este monto forma parte de la factura total de 116 millones que habrán sido destinados durante la administración de Bush para alimentar la industria de la subversión y la contrarrevolución interna en Cuba a expensas del contribuyente norteamericano”.
En otro cable revelado por Wikileaks Jonathan Farrar daba su opinión sobre estos mismos disidentes cubanos. Para el funcionario norteamericano, no tienen ninguna influencia en la sociedad cubana , y además de estar divididos y enfrentados unos contra otros, están más interesados en el protagonismo personal de cada uno de ellos que en un real empeño por la causa que dicen representar.
Con información de Cubadebate
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