Dos años después del derrocamiento de Zelaya, su mujer, Xiomara Castro, se perfila como candidata de la nueva agrupación Partido Libertad y Refundación.
Mercedes López San Miguel | Página 12
Imagen: Guadalupe Lombardo
Dos años después del derrocamiento de Zelaya, su mujer, Xiomara Castro, se perfila como candidata de la nueva agrupación Partido Libertad y Refundación. Castro denuncia que el Pacto de Cartagena no se cumple con el gobierno actual.
Xiomara Castro es más llamativa de lo que reflejan las fotos en los periódicos. Alta, vestida con un traje negro que combina con un chal rojo, con las uñas impecablemente esmaltadas, la ex primera dama de Honduras se sienta a dialogar con Página/12 en el patio de un centro cultural porteño. La vida de Xiomara Castro tomó un nuevo rumbo el 28 de junio de 2009 cuando los militares sacaron del poder a “Mel”, como lo llama a Manuel Zelaya. Desde ese momento, Xiomara supo que tenía que resistir y manifestarse junto al pueblo. Fue cuando se hizo visible la Xiomara política y, dos años después, ya hay quienes la ven como candidata a la presidencia de Honduras para el 2013. Ella no lo descarta.
Su credencial de embajadora de la campaña mundial Más Paz Menos Sida trajo a esta mujer unos días a Buenos Aires. La ex primera dama siente especial afecto por Argentina. “La participación de la presidenta Cristina Fernández fue fundamental. Ella estuvo al lado de mi esposo acompañándolo en los momentos más difíciles”, recuerda Xiomara y se le entrecorta la voz. No puede evitar volver el tiempo atrás, a ese día en que el gobierno de Zelaya impulsaba la convocatoria a un plebiscito para que los hondureños aprobaran una reforma constitucional que habilitara la reelección. “Los militares lo sacan al presidente a punta de bala, él estaba en pijama, y lo trasladan a Costa Rica. En el Congreso nacional presentan una carta de renuncia falsificada. Se rompe el orden constitucional: tanto el Poder Legislativo como el Judicial fueron parte del golpe junto a los militares.”
Antes de ese día, esta licenciada en Contabilidad y Administración de Empresas que es abuela a los 52 años imaginaba otra vida. “Siempre pensé que terminaba el gobierno (de Zelaya en enero de 2010) y yo regresaba a mi casa a atender a mi familia. Eso era tal vez lo que pensaba y deseaba, pero yo he hablado con mis hijos y les he dicho que eso cambió.” Católica como la mayoría de los hondureños, aunque las iglesias evangélicas han aumentado sus adeptos, Xiomara es favorable al aborto terapéutico cuando está en peligro la vida del bebé o la de su madre. Se casó con Zelaya hace 35 años, cuando ella tenía 17. La prensa opositora especuló con que Xiomara no estuviera junto a él en el momento de la asonada, echando a rodar el rumor de que estaban separados. “Ese día, el del golpe, yo me encontraba en el municipio de Catacamas, de donde somos originarios, supervisando la votación. A mí me informa mi hija que lo están sacando a mi esposo de la casa. Que dispararon. Me tocó estar dos o tres días en la montaña para trasladarme a Costa Rica. Luego regresé a Tegucigalpa.”
Zelaya también regresó, pero tuvo que refugiarse en la embajada de Brasil. “En el momento en que Mel iba a aterrizar, había más de un millón de personas que lo fueron a recibir al aeropuerto. Los soldados empezaron a disparar y murió un joven de pocos años y a raíz de eso sentimos que no podíamos estar escondidos si el pueblo estaba poniendo el cuerpo. Ahí tomamos la decisión de salir a las calles. Mi esposo se refugió en la embajada y nosotros lo acompañamos esos cuatro meses y medio”, dice ya incluyendo a sus compañeros de lucha.
Allí comenzó el trabajo del Frente Nacional de Resistencia Popular de denunciar los crímenes de la represión. “Las violaciones a los derechos humanos se inician desde el golpe. Imagínate lo difícil que es cuando es el Estado el que reprime. La persecución se dirige a aquellos que forman parte de la resistencia”, afirma sin elevar nunca la voz, y mantiene un hablar pausado la dirigente Xiomara. “Son 17 periodistas que fueron asesinados por abrir espacio en sus medios o dar opiniones contando la realidad que se vive en el país. En Honduras hay un cerco mediático que no permite que salga esa realidad. Los canales de televisión que intentaron sacar a la luz lo que estaba sucediendo fueron desalojados, como Globo TV. Hoy continúa este mismo esquema. Grupos paramilitares que asesinan a campesinos en el interior de mi país. Nadie puede explicarse cómo el gobierno de (Porfirio) Lobo no hace nada. Tenemos más de 3500 denuncias de violaciones a los derechos humanos. Hay más de 300 personas asesinadas.”
Con la llegada de Lobo al Ejecutivo hondureño, Zelaya pudo salir de su condición de refugiado y estuvo viviendo un tiempo en la República Dominicana. Sus cuatro hijos, uno en cada sitio, divididos. Xiomara estuvo con él en el exilio y en su vuelta. El derrocado presidente pudo volver gracias al Acuerdo de Cartagena firmado por Lobo y Zelaya con la mediación de los presidentes Hugo Chávez y Juan Manuel Santos, de Venezuela y Colombia, respectivamente. Xiomara afirma que el pacto no se cumple porque parte de las condiciones del mismo es que no se persiga al entorno del antiguo gobierno. “Enrique Flores Lanza, ex ministro de la presidencia, enfrenta cargos en su contra por el proyecto de reforma constitucional. A los cuatro días de volver, él se presentó al juzgado a dirimir las acusaciones y quedó bajo arresto domiciliario con la exigencia de que pague una fianza de más de 2 millones de dólares, la cantidad que nunca en la historia se estableció en un caso.”
El movimiento de la resistencia se planteó crear un brazo político. Así nació el Partido Libertad y Refundación (Libre), compuesto por 60 organizaciones sociales que agrupan a campesinos, maestros, sindicalistas y ex simpatizantes del Partido Liberal. Zelaya, quien está inhabilitado para la próxima contienda electoral porque no hay reelección, presentó ayer unas 80 mil firmas al Tribunal Supremo Electoral que respaldan al nuevo partido (ver recuadro). Xiomara Castro se ve como candidata. “¿Si aspiro a la presidencia? No descarto esa posibilidad, pero no soy la que tiene que tomar la decisión. Los movimientos del Partido Libre deben elegir a sus candidatos.”
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