Los ecologistas bloquean la explotación a cielo abierto más grande del país
La rebelión de un pueblo perdido de la cordillera de los Andes argentinos, Famatina, de solo 6.500 habitantes, ha conseguido la semana pasada la suspensión de un proyecto de minería a cielo abierto que iba a producir oro por unos 25.000 millones de dólares (19.000 millones de euros) en 30 años. Esa población de La Rioja (noroeste de Argentina) ha contagiado a otras. En pequeñas ciudades de las vecinas Catamarca y Tucumán se han iniciado hace más de dos semanas bloqueos a los camiones que abastecen al mayor yacimiento de Argentina, Bajo la Alumbrera (oro y cobre). El debate sobre el impacto ambiental de la minería, una actividad poco tradicional en este país, ya no es solo cuestión de unos pueblos aislados donde están las explotaciones sino que se ha generalizado. Está movilizando a ciudadanos en otros países latinoamericanos, como Perú y Ecuador.
El Gobierno de la peronista Cristina Fernández de Kirchner destaca con orgullo que, en 2011, la inversión minera alcanzó los 1.936 millones de euros. Latinoamérica capta casi la mitad de las inversiones mundiales de este sector. Por eso las protestas preocupan al gerente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros, Damián Altgelt: "Los antimineros dicen que usamos cifras de agua que estremecen, pero solo usamos el 3% de lo que usa la agricultura". Precisamente, la minería se instala en pueblos que hasta ahora vivían del campo. "Hablan de cerros que desaparecen y ríos que se secan, pero en ningún país del mundo se han secado ríos. No hay sector que no haya tenido un caso [de contaminación], pero en Argentina no ha habido ninguno importante", dice Altgelt.
Una de las líderes de la protesta en Famatina, Carina Díaz Moreno, proclama: "Queremos evitar que se devaste cielo, agua y tierra. Queremos vivir tranquilos, con nuestras fuentes de agua. Una provincia minera como Catamarca sigue siendo de las más pobres del país, pero nosotros no queremos ni el 1% ni el 100% de los beneficios de la minería". Más de 120 conflictos se han abierto en toda Latinoamérica entre mineras -en general multinacionales- y Gobiernos que las apoyan contra pobladores que rechazan los yacimientos a cielo abierto por el uso intensivo de agua y la posible contaminación. En Famatina, 5.000 de sus habitantes se turnan desde hace más de un mes en un bloqueo al camino que va al yacimiento de la montaña del mismo nombre. Su protesta contagió a Buenos Aires y otras ciudades, donde se organizaron movilizaciones. Artistas famosos se unieron en un vídeo contra la minería a cielo abierto.
En La Rioja, capital de la provincia homónima, 10.000 personas marcharon contra el proyecto que encabeza la minera canadiense Osisko, pese a que iba a dejar un 30% de los beneficios en el distrito. También pidieron la renuncia del gobernador, Luis Beder Herrera, y este político peronista suspendió la iniciativa hasta conseguir el apoyo social. Osisko anunció el pasado martes que adoptaba la misma decisión.
En Catamarca quisieron imitar a La Rioja y, con bloqueos menos numerosos, comenzaron a aplicar piquetes selectivos en los caminos hacia Bajo la Alumbrera. Es decir, los manifestantes ecologistas, que no pertenecen a ninguna organización en particular, solo impiden el paso de camiones que abastecen a las minas. La Policía arrestó a 22 manifestantes, los liberó a las pocas horas y la protesta continuó.
Un fiscal catamarqueño ha reconocido que ha imputado a los bloqueadores por un delito contemplado por la nueva ley antiterrorista que ha impulsado la presidenta de Argentina. El ministro de Justicia, Julio Alak, lo negó. El Nobel de la Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel, pidió que no trataran como terroristas a quienes "defiende su derecho a la vida".
Hace una semana, vecinos de Tucumán se unieron a los piquetes selectivos contra Bajo la Alumbrera. La mina -de la suiza Xstrata- sigue operando con normalidad, pero no se descarta que resulte afectada si continúan los bloqueos. Siete de las 23 provincias argentinas, entre ellas Tucumán, prohíben la minería a cielo abierto. Mendoza es otra de ellas y su gobernador, el peronista Francisco Pérez, descartó la semana pasada el proyecto de algunos de sus funcionarios de levantar esa prohibición. En cambio, a finales del año pasado el Gobierno peronista de Río Negro eliminó la restricción y, desde entonces, todos los miércoles se movilizan ciudadanos de la turística Bariloche en contra de esa decisión.
"En Argentina, la minería desplaza a otras actividades, como la agricultura, la industria y el turismo", se queja el economista Miguel Teubal (Universidad de Buenos Aires). "Las comunidades dicen que pueden vivir sin oro, pero no pueden vivir sin agua", comenta. "¿Para qué sirve el oro? Sobre todo para la especulación financiera, y no para una actividad productiva útil para la sociedad". El ingeniero Alberto Rosenthal (Instituto Argentino para el Desarrollo Económico) responde que "la humanidad no puede existir sin artificializar el planeta con los menores costes posibles".
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