domingo, 10 de noviembre de 2013

Venezuela - “EMPRESAS” QUE SAQUEAN AL PUEBLO Y, ENCIMA, LO ACUSAN DE SAQUEADOR: CLODOVALDO HERNÁNDEZ


, Clodovaldo Hernández acotó que la oposición y los medios de comunicación privados sin verguenza alguna han defendido a las empresas que robaban a sus clientes.


“Empresas” que saquean al pueblo y, encima, lo acusan de saqueador

Por Clodovaldo Hernández

Con un desparpajo sin igual, voceros de la derecha han puesto el grito en el cielo porque el Gobierno –finalmente, luego de muchas advertencias– ha agarrado a varias “empresas” con las manos en la masa, robando a sus clientes.

Con rostros de doncella ofendida, los representantes de la contrarrevolución hablan de confiscaciones, de expropiaciones ilegales y hasta de saqueos. En pocas palabras, acusan al Gobierno y al pueblo de los delitos que las “empresas” a las que defienden han venido perpetrando desvergonzada y continuadamente.

Los funcionarios estatales han demostrado con papeles por delante cómo estas compañías importadoras y comercializadoras a gran escala recibieron dólares a 6,30 bolívares para importar una mercancía que, en consecuencia, debieron vender, por señalar un ejemplo, a 7 000 bolívares (obteniendo un razonable margen de ganancia), pero que terminaron vendiéndola hasta en 80 000 y más. Pese a esa demostración documentada, los representantes de la contrarrevolución, con la infaltable megafonía de los medios de comunicación aliados, salieron a defender a los “comerciantes” y a repudiar las medidas tomadas por el Gobierno. Algunos llegaron al colmo del cinismo al decir que las ventas a precios justos organizadas por los entes con competencia en esa materia fueron un acto de pillaje legalizado y no dudaron en presentar a la gente que acudió a estos operativos como una panda de aprovechadores, oportunistas y zamuros. Proyección, le dicen a eso en psicología.

En los periódicos abundaron titulares como “obligan a vender a precios viejos”, “Electrodomésticos baratos a juro”, “Se lo llevaron todo” y no faltaron los manipuladores que descontextualizaron la frase del presidente Nicolás Maduro, “que no quede nada en los anaqueles”, para hacer ver que estaba llamando a una especie de 27 de febrero.

Ni una palabra dijeron los voceros y sus medios, en cambio, acerca de la responsabilidad de los empresarios. Ninguno de los editorialistas o periodistas tuvo la decencia de pronunciar tan siquiera una crítica suavecita, algo así como: “¡Caramba, compinches, ¿no les parece que se les estaba yendo un poco la mano?”. Nada de eso. En el cuadro que pinta la prensa opositora, es cuestión de tiempo para que alguno de estos afligidos comerciantes, acoquinados por el rrrrégimen, se declare perseguido político.

Es la lógica del capitalismo salvaje. El empresario debe tener la libertad de vender con mil, dos mil o tres mil por ciento de diferencial sobre sus costos y a eso se le llama competitividad, capacidad gerencial, habilidad para los negocios o precio de oportunidad. El cliente, por su parte, solo tiene un derecho: ir a otro establecimiento, donde lo espera otro “empresario” igualmente depredador o, en muchos casos, el mismo empresario pero con otro nombre en el letrero de la fachada.

El cinismo se aprecia hasta en los detalles. En la visión de estos defensores de la especulación desenfrenada, es un abuso de poder que les pidan los papeles que demuestren sus costos, los dólares que les dieron, los impuestos que pagaron o dejaron de pagar (más esto último). Es una falta de respeto, una suposición de mala fe que ofende a la gente honorable, una inversión de la carga de la prueba que quebranta la presunción de inocencia. Y son esas mismas empresas –diga usted si no es cierto- las que obligan al comprador a pasar por un chequeo en la puerta del establecimiento, para cerciorarse de que pagó (a sus precios de ¡quieto, esto es un atraco!) todo lo lleva en la bolsa.

(clodoher@yahoo.com)

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