A la memoria de Víctor Serge y de Vlady, su hijo
uando el Mariscal Pétain fue en visita oficial a Marsella el 3 y 4 de diciembre de 1940, la Prefectura de Policía ordenaba numerosos arrestos “preventivos” a fin de asegurar la seguridad del arriba citado, quien fue jefe de estado durante el Régimen de Vichy, es decir, la Francia ocupada por la hordas nazis.
En nombre de la Patria y del Orden –una de las frases de la entonces “Revolución Nacional”, cuyos principios contradecían la Revolución francesa– se procedió a múltiples persecuciones, arrestos y redadas, especialmente entre los refugiados políticos en espera de visas. También se decidió transportar a bordo de un crucero, elSinaí, los más posibles de ellos para ser confinados en pleno mar, lejos de Marsella.
El escritor Víctor Serge figura entre quienes fueron obligados a “tomar el viaje”. Su patronímico ruso, Kibaltchitche, y la mención “apátrida” en su permiso de residencia (provisional) perturba a uno de los policias encargados del embarque, quien le preguntó si era judío. Impasible, Víctor Serge respondió con calma y firmeza: “No tengo tal honor”.
En ese contexto. Tal respuesta era muy peligrosa y podía darle más dificultades en su situación, más que precaria. Víctor Serge estaba consciente del riesgo pero quería claramente manifestar su solidaridad con todos los Judíos. Así escribe Jean Riere en su prefacio al libro El exterminio de los judíos de Varsovia y otros textos sobre el antisemitismo, de Víctor Serge, publicado en francés por la editorial Joseph K. (2011).
Décadas atrás el antisemitismo en Europa y en otras regiones del mundo ya formaba parte de la barbarie capitalista. El Holocausto en cierta forma ya había iniciado en 1933, pero el programa genocida nazi alcanzó su punto culminante en la primavera de 1942. Serge, aunque había llegado a Francia en 1936 huyendo de la represión estalinista en la entonces URSS y en la Francia misma, también huía del fascismo alemán y de sus colaboracionistas franceses. Por supuesto, Serge (Bruselas, 1890-México, 1947) –una de las figuras revolucionarias más interesantes del siglo pasado, admirado por intelectuales como John Berger, Susan Sontag y Octavio Paz– es conocido más en el mundo, en nuestro país y en latinoamérica por su libro: Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión; y por su magistral autobiografía:Memorias de un revolucionario.
En aquellos tiempos algunos ciudadanos del mundo y revolucionarios decían con toda dignidad: “¡Todos somos judíos!”. El antisemitismo nazi, escribió Serge, “acentúa toda la violencia abominable de un crimen, único en la historia”. Ayer la cuestión judía; hoy, la cuestión palestina. Entonces, por las mismas razones morales y políticas hoy día debemos decir: “¡Todos somos palestinos”. Tal ejemplo admirable lo da Daniel Barenboim; también hoy lo sería el mismo Serge.
Algunos periodistas y analistas afirman que estar a favor de la causa palestina es tener una posición antisemita o antijudía: nada más falso. Tomamos posición al lado de la lucha de resistencia palestina porque lo consideramos un deber ético-politico de cualquier ciudadano del mundo que rechaza abiertamente toda forma de hostilidad bélica y de opresión de una nación contra otra, como es el caso, precisamente de Israel contra Palestina. Más aún, algunos de estos simpatizantes del sionismo israelí, confunden la historia de la gran cultura judía con la historia cultural de Israel que, desde luego, no es lo mismo. No es necesario mencionar aquí los grandes hombres y mujeres judías o de origen judío que han contribuido enormemente a la cultura de la humanidad. Es claro que la cultura israelí tiene su propia especificidad, y que se nutre del espíritu judaico, pero nada tiene que ver la histórica cultura humanista judía con la cultura bélica israelí sionista encarnada, por ejemplo, en Shimon Peres; quien con el pretexto de la FIL vino en los hechos a establecer acuerdos políticos y comerciales con el gobierno mexicano priista de Peña Nieto. Peres, al igual que los políticos mexicanos en el poder es bastante demagógico en sus declaraciones, es uno más de los “halcones” de la política imperialista estadounidense y del colonialismo israelí y su apartheid en Palestina. Algunos fariseos locales, mercenarios de la prensa, y de la “cultura”, se erigen oficiosamente como portavoces del gobierno israelí y afirman que la FIL es un evento totalmente cultural ajeno a la política; pero no quieren explicarnos nada por qué Israel fue expulsada vergonzosamente, junto con Estados Unidos, de la Unesco; seguramente a causa de su gran interés por el desarrollo y promoción de la cultura. Tampoco nos van a explicar nunca por qué el Tribunal Russell presentó recientemente sus conclusiones sobre la culpabilidad de Israel por su apartheid y la ocupación ilegal de los territorios palestinos. Hoy existe una cifra de al menos 5 millones de refugiados palestinos. Este es uno de los rasgos que demuestra el proceso de limpieza étnica que se vive en Palestina, un crimen contra la humanidad. Más aún, la ONU aprobó por amplia mayoría una resolución que declara a 2014 Año Internacional de Solidaridad con el Pueblo de Palestina.
En este escenario “cultural” de la FIL algunos políticos mexicanos lo tomaron como escaparate o pasarela política. Hay periodistas que nunca vieron a Emilio Chuayfett, seguramente un destacado representante de la cultura y de la educación nacional; ni al “líder” charro de la SNTE, Juan Díaz de la Torre, con su ejército de guaruras; tampoco vieron a políticos locales, uno de los cuales se jacta de “no ser profeta en su tierra”, pero si orgulloso cacique en su comarca universitaria.
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