sábado, 25 de enero de 2014

Conozca las conmovedoras historias de los perros más fieles del mundo

Durante 11 años, un perro de raza akita llamado Hachiko acudió fielmente todas las noches a la estación de tren de Shibuya (Tokio) para esperar a su amo fallecido a la hora a la que este solía regresar a casa del trabajo. Gracias a la fama que ganó Hachiko se pudo preservar su raza en Japón. Y es que cuando ocurrieron los hechos, en 1925, quedaban solo 30 akitas puros en todo el país.
Bobby era el terrier de un policía de la ciudad de Edimburgo, en Escocia. El hombre murió repentinamente en febrero de 1858. Bobby pasó el resto de su vida sobre la tumba de su amo. Como el animal no pudo ser enterrado en aquel cementerio, los residentes de la ciudad decidieron construir una fuente con una estatua en su honor.
Collie se convirtió en un auténtico símbolo de fidelidad en la ciudad argentina de Rosario. Hace unos días, el 23 de enero de este mismo año, el animal murió cerca de la tumba de su dueño, el lugar donde pasó los últimos nueve años de su vida.
Un joven italiano llamado Luigi adoptó a Fido, un perrito mestizo. Cada día, a las 17:30, Fido esperaba en la estación de tren a que Luigi regresara del trabajo. En 1943, el joven fue reclutado para servir en el Ejército y enviado al frente ruso. Nunca regresó, pero su fiel amigo Fido continuó esperándole cada día en la estación de ferrocarril.
Hace aproximadamente un año murió Tommy, el pastor alemán que acudía a diario a una iglesia de Italia en busca de su dueña difunta. Después de la muerte de su ama, a la que acompañaba a diario a la iglesia de San Donaci (en la sureña provincia de Bríndis), el perro tomó la costumbre de acudir al templo cada vez que repicaban las campanas o veía llegar un coche fúnebre.
Después de vivir durante años juntos, Gaucho y su dueño, un hombre uruguayo, tuvieron que separarse porque el amo tuvo que ser ingresado en un hospital. Gaucho no soportó vivir lejos de su compañero y emprendió un viaje de 50 kilómetros hasta llegar a la clínica donde se encontraba internado el hombre.
Este perrito llamado Yanu se perdió a mediados de marzo de 2008. Sus dueños trataron de buscarle por todas partes, pero no lograron dar con el animal. Después de pasar tres meses desaparecido, el perro regresó a casa herido y lleno de espigas. Había logrado escapar de una perrera y atravesar autopistas y carreteras hasta llegar al centro de Madrid, donde vivían sus amos.
La historia de esta perra tuvo lugar en el cementerio de Safed, en el norte de Israel. Los empleados del recinto apodaron al animal Clara y aunque la intentaron echar del lugar en varias ocasiones, la perra siempre regresaba a la tumba de su dueño.
La historia de Canelo sucedió a finales de la década de 1980 en Cádiz, España. Un día, su dueño sufrió una complicación durante un tratamiento médico y falleció en el hospital. Canelo esperó en la puerta del centro de salud durante 12 años. En diciembre de 2002, el animal murió atropellado en los alrededores del hospital.
Esta perra blanca se niega a abandonar un cementerio de Málaga (España) donde fue enterrado su dueño. El animal ya conoce los horarios del cementerio. En ocasiones sale del lugar, pero siempre vuelve.

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