“El DT le mete para al que no tiene rango ni bacaneria”.
Joa, Charles Family
“Él quiere ta bacano, su jordan y su plaquita…”
Cirujano Nocturno
Joa, Charles Family
“Él quiere ta bacano, su jordan y su plaquita…”
Cirujano Nocturno
A mediados de enero, el jefe de la policía nacional (PN), mayor general Castro Castillo, negó que en el país existiera una ola de robos y atracos, pero reconoció al mismo tiempo que en los últimos 7 meses la institución del “orden” ha sometido a la acción de la justicia a más de 15 mil 586 presuntos delincuentes (eldia.com.do) casi todos pobres y de barrios marginados.
La PN es la encargada de ejecutar las políticas de seguridad ciudadana que han sido diseñadas por los gobiernos PLDistas. Estas políticas responden a un modelo de policía que tiene como eje principal la criminalización de la pobreza. Conocido mundialmente como tolerancia cero o en su versión criolla, la famosa mano dura. Este modelo se centra en el “individuo” que delinque y obvia el contexto social e histórico en el que aquel se desarrolla, negando así la posibilidad de adentrarse en la genealogía de la violencia en una sociedad caracterizada por una desigualdad extrema y una acumulación obscena de riqueza en muy pocas manos.
Este dispositivo político de disciplinamiento garantiza la marcha del sistema de dominación social actual y a su vez es legitimado a través de la defensa de importantes actores sociales como el máximo representante de la iglesia católica en nuestro país, el cardenal López Rodríguez.
“Entre 2005 y 2010, la policía fue responsable de una media del 15 por ciento de las muertes violentas de las que cada año se tuvo noticia en República Dominicana” (Informe Amnistía Internacional Oct. 2011). Así, en nuestros barrios el “Estado social y de derecho” nunca llegó, sino que su lugar es ocupado por redadas ilegales, detenciones y demoras que se realizan mediante criterios discriminatorios por estilo de cabello, ropa, gustos musicales, color de piel o nacionalidad.
Si bien la PN ha pasado por diversas reformas, incluyendo el llamado “Plan Nacional de Seguridad Ciudadana” del presidente Medina, estas reformas no han superado problemas fundamentales como son el respeto a los derechos humanos por parte de la institución, la participación de los agentes policiales en el crimen organizado, la obstaculización a la justicia por la propia institución del orden, los bajos salarios de los agentes policiales, entre muchos otros. “La policía debe poder ser identificada por la comunidad como un brazo solidario que la ayude a garantizar sus derechos”
Mientras Castro Castillo pide a la justicia mayor celeridad en las condenas a los “delincuentes”, el desempleo ampliado en el país se encuentra en el 15% y el desempleo ampliado en jóvenes de 15 a 25 años está en el 30%. Asimismo, el 85% de los salarios que se pagan en República Dominicana son de menos de 20,000 pesos, el 70% de menos de 12,000, el 50% de menos de 8,000, y el 25% de menos de 5,000 pesos, el salario mínimo en empresas pequeñas es de 6,880 pesos y la canasta básica familiar ronda los 26,000 pesos (Banco Central Enero 2012 a Dic. 2012).
Cuando otra ola de delincuencia afecte a varios notables, éstos alzarán la voz junto al cardenal y pedirán más mano dura, entonces sacarán a los militares a la calles y matarán más jóvenes y apresarán a más personas en una guerra contra la pobreza que antes se llamó barrio seguro y que en la actualidad, por una cuestión de marketing y comunicación danilista, se le denomina Vivir tranquilo. Esta guerra terminará devorando medio país, convirtiéndonos en presos rodeados de “cárceles de miseria” como diría Loïc Wacquant.
Además de factores como desempleo masivo, generalización del trabajo asalariado precario y un Estado proclive a lo punitivo que reproduce la enorme desigualdad social y consecuentemente la delincuencia, hemos sido colonizados por paquetes culturales que promocionan un estilo de vida basado en el alto consumo y una relación directamente proporcional entre el tener y ser. No hay frase que mejor describa los nuevos valores del “estar alante” que la canción del artista Mozart La Para: “armao, bebio y con cualto”. Esta expresión refleja el deseo de cualquier joven que busca reconocimiento en una sociedad que lo invisibiliza, por las múltiples barreras sociales que tienen que enfrentar a diario. “Armao, bebio y con cualto” no es sólo la conquista del reconocimiento social inmediato, sino la satisfacción de la potencia que otorga el poder representado en el arma y el dinero que abre las puertas al mercado y al intercambio libre de cuerpos y mercancías que terminan siendo una sola realidad.
La sociedad dominicana no puede vivir en “para” cuando ve cerca de sí a un policía. Podríamos darnos la oportunidad de pensar en un concepto nuevo para nuestras necesidades: un tipo de policía comunitaria más próxima a la sociedad. Y cuando hablo de cercanía me refiero a que los moradores deben reconocer a su policía no como un elemento extraño y hostil dentro de su habitat que irrumpe de manera bruta causando terror (como causan las redadas y la invasión por parte de cuerpos elites de la PN a los hogares sin ninguna legalidad en barrios como Capotillo). La policía debe poder ser identificada por la comunidad como un brazo solidario que la ayude a garantizar sus derechos (Marcelo Freixo 2014). Aun teniendo esta policía comunitaria debemos luchar por políticas de inclusión que garanticen la visibilidad social de esta mayoría apartada del progreso. La lucha por la reconfiguración del poder político es un pre-requisito para poder construir otra seguridad ciudadana.
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