Las redes sociales, y particularmente YouTube, son el escenario privilegiado de su despliegue. En ellas avanza a su aire. En la web por excelencia del video, cuelga no solo su producción musical sino también un programa, “La creta caliente”, cuyo nombre lo dice todo.
Si en alguna parte describe su música como ecléctica es porque él, como individuo, es tan ecléctico que confunde y se confunde. No duda en utilizar vocabulario de dembowsero o el “twerk”, que no es otra cosa que el “perreo”, pero dicho en inglés, que suena más bonito, convirtiendo la parte en el todo de la mujer. Ni duda tampoco en escribir “Mamajuana”, un canto a la nostalgia del dominicano ausente.
Y para no dejar de confundir y confundirse, habla en ocasiones como quien está convencido del designio redentor de su música, lejía en las tuberías entaponadas por los urbanos, y poco después habla como quien solo busca el desahogo ultrapersonal a través de la música, que le apasiona. O como ni una cosa ni la otra, sino todo lo contrario. Galimatías del hombre-gallo.
¿Por qué entrevistarlo? Porque, en buena medida, él es dato fehaciente del poder de las redes. Y porque documenta cómo la “chopería” se vuelve “cool” si la expone un profesional pequeñoburgués en una sociedad dominicana donde el clasismo es camaleónico, moralina a un lado. Es que así van las cosas, aunque no sea la intención del Gallo Lester, cuya música será buena o mala, que lo digan los entendidos de cuya legión no somos parte.
Aparte de decir que es un gallo mutante, ¿qué oculta tras la máscara? ¿Un bufón, el lado oscuro o el gusto por el espectáculo?
Un poco de todo. La máscara es algo que todo ser humano porta desde su nacimiento hasta su muerte. Todos sufrimos transformaciones a través del tiempo. Digamos que soy un bufón, que soy el lado oscuro, que soy el gallo mutante. Pero creo que lo que me hace ser, mi esencia, son mis propósitos y mis acciones, no importa si soy el Minotauro Lester, si soy el Gallo Lester, si soy la Cabra Lester. Mi música es todo eso que acabas decir. Bufón, pero serio.
También ha dicho pretender que con la suya, y lo cito, “los jóvenes de los barrios puedan limpiar sus oídos de la música que escuchan hoy”. ¿De verdad se lo cree?
No exactamente limpiar los oídos de las letras; más bien pretendo hacerlo con la música. Vivimos en una época en la que lo más consumido es lo lineal. Y es lógico porque lo lineal viaja muy rápido, y la gente se abruma y necesita contenidos cortos. Todo se está haciendo simple. Quienes hacen música más compleja no han sabido adaptarse a los tiempos. La música ha encabezado siempre las grandes revoluciones y, bueno, es algo que me nace por naturaleza: ver personas despertar, empoderarse. Al inicio mis letras no pretendían ser muy complejas, pero la música sí. Yo pretendía ser un producto criticable porque vivimos en una época muy morbosa. Da mucha pena, pero creo que es un proceso evolutivo para llegar a un mejor estadio. Estamos, como quien dice, limpiando tuberías que tenían mucho tiempo atascadas.
¿Limpiando tuberías con qué?
Aunque ahora las personas ven todo empeorado, yo no lo veo así. Cada vez más, gracias a herramientas como el internet, tan usado para lo bueno y lo malo, las personas están no solo cansándose de la repetición de lo mismo: dígase lo que pasa, por ejemplo, con los políticos, sino que cada vez más se sienten empoderadas y con el compromiso de comunicar y transmitir. Dentro de ese grupo estoy yo. Y creo que es muy positivo, porque hay escasez de valores, y los necesitamos. Al final, esta crisis va a generar un nuevo tipo de sociedad. Es inevitable.
Usted habla de valores pero, por ejemplo, su programa en YouTube, las imágenes de canciones como “Chucky”, “Vamo a poneno bruto”, la parodia de “Chik Chik”, hipersexualizan a la mujer. ¿De qué está hablando, entonces?
No lo creo. En el caso de “Chucky” se ven nalgas haciendo “twerk”, que es lo que aparece en todos los videos de los cantantes urbanos. Sin embargo, en el audio lo que denuncio es, precisamente, que en ese tipo de cosas se ha convertido el 4%. Pero no es lo que hago en todos los videos, es lo que hice en ese video, que es dembow; es una parodia. ¿Sabes por qué? Porque me di cuenta de algo: si les dices a las personas “no hagas eso porque está mal”, no las vas a hacer cambiar. A veces hay que ensuciarse un poquito porque en los barrios, aunque tú lo entiendas de otra forma, lo que comprenden es al Mayor Clásico, a Mozart la Para, al Químico Ultramega. No hay manera de explicarles eso a menos que los saques de su zona de confort con algo muy extraño que no hayan visto nunca.
Lo que usted acaba de decir es una contradicción porque ...
Vivimos en una contradicción.
¿Y usted va a sacar de su zona de confort a la gente con exactamente los mismos esquemas con los que funciona?
¿Cómo puedes decir que con los mismos esquemas? Te estás refiriendo únicamente a unas nalgas que salieron en un video que denuncia esas cosas. Yo también toco el tema político, de los haitianos, del dembow... Esa es simplemente una obra audiovisual. Respeto tu interpretación pero, sin embargo, muchos comprendieron el mensaje y me dicen: “sí, es verdad, qué pena que sea así, espero que muchas personas de las que lo están consumiendo puedan entender que te estás burlando de ellos”. Es una burla. Hay diferentes tipos de hacer protesta. No todo tiene que ser eclesiástico.
Es que no solo es “Chucky”, es también “Chik Chik”, son muchos otros.
“Chik Chik” no es un video que hice yo, sino de una cantante que se llama Wang Rollin, que se pegó, que canta como gallo y se viste así, y me lo mandaron, y yo simplemente hice una parodia de cómo un gallo enamora... comedia. En el caso del dembow, que sí es, vamos a llamarle, una hipersexualización de la mujer, estoy denunciando precisamente eso: que un país con tantos recursos lo único que utiliza es la hipersuxualización de la mujer. Solo que soy explícito y eso es quizás lo que molesta.
¿Qué entiende usted por popular?
Lo que le gusta a las masas.
¿Simplemente?
Sí, lo que se hace popular es lo que le gusta a las masas. No podemos generalizar pero hay porcentajes: si somos cien y a sesenta les gusta lo que tú haces, eres popular.
Pero no hablo de popular en ese sentido. No me refiero a “ser” popular, sino a “lo” popular”.
Es que yo soy del pueblo y para mí lo popular es simplemente lo que conecta con el pueblo.
¿Qué importancia le concede al lenguaje?
El lenguaje va cambiando con el tiempo. Eventualmente irá desapareciendo como lo conocemos y el papel principal en eso lo juega la tecnología. El lenguaje es importante pero, para mí, uno de los lenguajes más importantes, y una de mis pasiones, es el de la música. Ese es el nivel más amplio de comunicación y está muy ligado a la conciencia: percibir todo lo que suena a tu alrededor y el sentimiento que da traducirlo como parte de la comunicación.
Pero el lenguaje hablado sigue siendo la vía principal de comunicación de los humanos. Y un lenguaje pobre empobrece. No puede interpretar el mundo.
Claro, pero recuerda que cada quien tiene un mundo. No se puede simplemente decir... ¿Piensas que la dominicana, en general, es una cultura pobre?
Tiene un lenguaje pobre, y de eso hablamos.
En eso estamos de acuerdo.
En su caso usted utiliza un lenguaje muy pobre.
Lo es, lo es. A nivel hablado sí lo es. El musical no.
¿Por qué? ¿Porque piensa que aquellos a quienes está intencionalmente dirigida su obra no entienden otra cosa?
No, creo que te equivocas. El Gallo Lester es un personaje que viene de esa misma pobreza y no pretendo con mi música, pese a compartirla, cambiar a nadie. Simplemente estoy desahogándome como lo hace cualquier dominicano pobre en un momento de frustración. Y eso es lo que significan mis canciones, no pretenden ir más allá de eso. Yo represento esa pobreza hablada, no la musical. En lo musical es donde encuentro mi riqueza, es donde puedo poner a volar mi pobreza.
¿Y esa pobreza del lenguaje no hace ruido en su riqueza musical?
No, no creo porque, si fuera así, tú y yo no estaríamos sentados hablando en el mismo lugar. Este es un mundo donde muchas cosas existen y eso es lo que permite que haya tantos colores, tantas diferencias. Hay de todo, y todo coexiste en el mismo lugar.
O sea, que si yo digo “eta maldita vaina” con eso explico...
No tú, porque esas canciones no van dirigidas a ti. Van dirigidas a una masa popular que las comprende.
Insisto, ¿si yo digo “eta maldita vaina” la gente puede comprender qué es la inflación o la corrupción y cómo le afectan?
No, no; es tan sencillo como ir a una tribu de África y utilizar algunas de las formas mediante las cuales ellos se comunican y mezclarlas con las que quieres que ellos entiendan. Tienes que tender un puente. Sin un puente y sin alas no se puede cruzar al otro lado.
¿En qué quedamos? ¿Su puente es la música o son las letras?
Vamos a decir que parte y parte. Las letras también. Tú te has referido a palabras específicas, no a conceptos que pueden llevar a sensaciones que comprenderá un grupo de personas gracias a sus propias vivencias, que nosotros no hemos tenido.
El problema es que usted hablaba hace un momento de que vivimos en una cultura de mensajes cortos, de linealidad, de una cultura visual.
Si, totalmente.
Entonces, la imagen juega un papel fundamental en el mensaje. Quien visiona un video suyo puede quedarse solo con la imagen del “twerk”.
A lo que me refiero es que hay una realidad establecida. Yo, el Gallo Lester, no seré la persona que por poner unas nalgas en un video, de repente va a corromper el 40 por ciento de las niñas que faltaban por hacerlo. Yo hago contenidos para adultos, desde el primer día lo digo. Probablemente para personas más inteligentes que las que al principio proyectaba. De hecho eso me sorprendió mucho. Me dirigía a un grupo que ya estaba podrido y pretendí hacer una operación caballo de Troya. No es más complejo de ahí. No creo que tenga que convencerte de que el uso de la imagen de la mujer no tiene otro propósito. Ni siquiera el de “pegarme” en los barrios, como muchos han dicho, porque eso lo hacen, y peor de ahí, muchísimos raperos. Si mi intención hubiera sido “pegarme”, hubiera hecho cosas mucho más extremas, porque he visto bastante. He estado experimentando, que es la palabra justa en todo esto. Porque no puedo decir que tengo un manual, y cuando tú experimentas, fallas o aciertas.
Acaba de decir algo que me gustaría aclarar: que su música ha sido acogida por gente “más inteligente” de la que usted pensaba. ¿Quiénes son esos más inteligentes?
Te voy a explicar, te voy a explicar. Si es por resultados, podemos decir que son las personas más estúpidas porque tienen el poder para cambiar las cosas y no lo hacen. Conozco personas que tienen todo el conocimiento, todo el poder, son ilustres, pero tienen el siguiente detalle: están corroídas por la envidia. He hecho muchas cosas valiosas, serias y elevadas para personas así, y solo las compartían en sus mensajitos privados. Sin embargo, sale el Gallo Lester como un desahogo, como una locura que no pretendía ser ni siquiera política y, de repente, lo comparten miles y miles de personas que no comparten tu música seria, y que te escriben privadamente porque no saben que tú eres ese Gallo, porque el Gallo no representa una amenaza humana, es simplemente un animal. Así que decidí crear un híbrido de chopería, como le llaman popularmente, con algunas cosas que pretendían evolucionar. Y crear algo controversial. Hasta que experimenté con cosas como “Mamajuana”, como “Reforma policial”, y me di cuenta de que podía ir poniendo el proyecto más serio, ¿por qué no?
¿Y esos “más inteligentes” han aceptado su música por esnobismo “cultural” o por qué?
Esa es la gente que me abandonará primero cuando yo desaparezca, en eso estoy claro. Pero debo decir algo: no pretendo permanecer. Hay muchas cosas sencillas que me dan satisfacciones. Por ejemplo, que me escriba alguien de un barrio y me diga: “yo odiaba el rock, pero me gusta como suena en tu música”, o que otro me diga “mira, cuando estoy en el colegio me hacen mucho bulling y me siento mal, pero cuando escucho tus canciones me siento feliz”. Esas dos personas ya hicieron mi proyecto válido. No necesito que esos supuestos inteligentes se queden conmigo, ya he tenido suficiente y no me alimento de ellos. No pretendo ser aceptado ni rechazado, simplemente estoy experimentando como gallo mutante.
Si asociamos la viralización de su música en las redes con el anuncio de un documental sobre usted, podría pensarse que tiene una estrategia de promoción muy definida, y que eso de “no quiero fan” es pura pose.
“No quiero fan” no se refiere a los fans, sino a quienes te critican por criticarte, a esos supuestos inteligentes que no son más que resentidos. Esa canción parte de mi experiencia en los Casandra, en los que me infiltré; algunos me miraban como diciéndose “y este tipo, ¿qué hace aquí?”. Esos son los fans a los que me refiero y no quiero.
Por qué apropiarse del lenguaje de los dembowseros lo hace a usted cool y le permite subir a escenarios como “Apuesta por el rock”, ¿Porque es una figura de la comunicación, que es lo que usted ha dicho, o porque es clase media y escucha a Rammstein?
Creo que a las personas les gusta lo nuevo. Hay cosas que llevan mucho tiempo establecidas pero cuando sale lo nuevo, si funciona, la gente lo sigue y nosotros, por lo general, actuamos como las ovejas. Conozco personas que odiaban el proyecto pero cuando la gente comenzó a aceptarlo, ellas también lo hicieron. Estoy abierto a que mi proyecto le guste o no a la gente. No creo que sea cool porque mezcle lenguaje de un dembowsero con conceptos un poquito más abstractos, como en la canción “Extraterrestre visitante”. Creo que simplemente soy un ser humano-gallo mutante que hace lo que siente, y está funcionando. No tengo una fórmula para decir si soy o no cool. Simplemente soy lo que soy hasta que la gravedad quiera.
¿Es usted aceptado en el mundo de los roqueros dominicanos?
Sí y no. Hay roqueros que me quieren matar, sacrificarme en algún ritual satánico y los hay que, sorprendentemente también, me aceptan. Pero como siempre digo, no soy roquero, soy mambo-metalero, que es el género que me inventé después de mi accidente.
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