La Sociedad Europea de Física hizo público un estudio que demuestra que la única forma de hacer caer las Torres Gemelas de la forma en la que lo hicieron, era mediante una serie de explosiones internas controladas.
Un estudio publicado por la revista Europhysics News, perteneciente a la Sociedad Europea de Física (EPS, por sus siglas en inglés), asegura que las Torres Gemelas no cayeron por el impacto de los aviones sino que fueron derribadas mediante una demolición controlada. Además de la caída de las dos torres, el estudio analiza también el colapso del Edificio 7 del World Trade Center, el cual no sufrió ninguna colisión.
En los tres casos se presentó al fuego como la causa principal del derrumbe. Nunca un rascacielos de semejante tamaño se ha caído debido a la acción de este elemento. Únicamente se ha encontrado un caso similar en la historia: la caída de un edificio de 21 plantas en México en 1985 debido a un terremoto. Sin embargo, las investigaciones oficiales del gobierno estadounidense señalaron al fuego como única causa, a pesar de que varios físicos y arquitectos la descartaban.
El estudio publicado por la EPS defiende que los tres edificios podían soportar incendios, ya que sus estructuras estaban revestidas de acero recubierto por un material ignífugo. Según este equipo de investigadores, las temperaturas del fuego no fueron lo suficientemente elevadas para derretir esas estructuras, ya que tendrían que haber llegado a los 660 grados centígrados.
También defienden que, en cualquier caso, el tiempo que pasó entre la colisión y el derrumbe era insuficiente para que se llegasen a quebrar dichos materiales, más aún cuando estaban activados todos los sistemas contraincendio. El material ignífugo que recubre las estructuras está pensado para evitar que se llegue a la temperatura necesaria para derretir el acero.
En el texto se citan otros ejemplos de edificios de menor tamaño que sí fueron derribados por el fuego en la historia, sin embargo, en ninguno de ellos tuvo lugar un derrumbe total como se vio en el 11-S. En este sentido, los ingenieros y arquitectos que apoyan este estudio explican que la única forma de hacer caer esos edificios de la forma en la que lo hicieron, era mediante una serie de explosiones internas controladas.
Para ello se precisaría colocar las cargas explosivas en las columnas centrales para hacer que el edificio cayese hacia el interior, evitando la colisión con edificios contiguos. Sólo ese tipo de explosiones provocarían la ruptura del acero.
Esta teoría se ve apoyada también por otra inconsistencia existente en la versión oficial, esta vez respecto a la explicación de la caída del Edificio 7 del WTC. El Instituto Nacional de Estándares y Tecnología (NIST), perteneciente al gobierno de EE UU, defiende que el fuego devastó el edificio, sin embargo, los autores del informe de EPS calcularon la velocidad de caída del mismo conforme a videos que se hicieron públicos posteriormente, obligando a la propia Nist a admitir que dicha caída tuvo lugar en un intervalo de 2,5 segundos.
Esto hizo quedar en evidencia a la institución gubernamental, al mostrarse “incapaz de proporcionar una explicación plena sobre el colapso total de los dos edificios“. Después de esto, ningún programa informático pudo reproducir con exactitud la teoría sostenida por el gobierno de Obama.
¿Un atentado de falsa bandera?
Este tipo de hallazgos avivan aquellas hipótesis que hablan del 11-S como un atentado de falsa bandera (organizado desde las propias instituciones gubernamentales), destinado a justificar la campaña intervencionista que EEUU está llevando a cabo en Oriente Medio desde entonces hasta la actualidad.
Esto se suma además al esfuerzo realizado por el presidente Barack Obama para evitar que las familias de las víctimas del 11-S puedan denunciar a Arabia Saudí (principal aliado estadounidense en Oriente Medio) por sus presuntos vínculos con los terroristas. El 28 de septiembre el Congreso estadounidense votó a favor de anular el veto de Obama a esta medida, por lo que los vínculos entre la Casa de Saud y los autores del 11-S podrán ser investigados.
Un atentado de este tipo no sería una estrategia nueva para Washington, ya que tras la Segunda Guerra Mundial, en el marco de la conocida como Operación Gladio, varios atentados tuvieron lugar en Europa a cargo de grupos de extrema derecha vinculados a los servicios de inteligencia continentales, controlados por la CIA. Entonces, el fin era contrarrestar el apoyo social que tenía el comunismo en Europa occidental.
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