MOSCÚ (Sputnik) — Las afirmaciones de Washington sobre el uso por Damasco de armas químicas en Idlib son equivocadas, declaró a Sputnik el ex oficial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Philip Giraldi.
“Las declaraciones de la Casa Blanca de que solo el Gobierno sirio pudiera usar armas químicas son erróneas”, dijo.
Indicó a la vez que el ataque contra la provincia siria de Idlib, que tuvo lugar a principios de abril, es similar a los ataques realizados anteriormente por los grupos terroristas.
Más temprano la cadena CBS comunicó que los terroristas de Daesh (autodenominado Estado Islámico, proscrito en Rusia y otros países) aplicaron el gas venenoso iperita contra una base militar en Irak, donde se encontraban los asesores desde EEUU y Australia.
La oposición siria denunció el 4 de abril un supuesto ataque químico en la ciudad de Jan Sheijun, en la provincia de Idlib, que se saldó con más de 80 muertos, según la Organización Mundial de la Salud, y culpó a las tropas gubernamentales sirias, los que a su vez rechazaron decididamente esa acusación.
El Ministerio de Defensa de Rusia comunicó que la tragedia se produjo tras el bombardeo por la aviación siria de los depósitos de municiones terroristas cerca de Jan Sheijun que contenían armas químicas destinados para los yihadistas de Irak.
No obstante, Washington apoyó las acusaciones de la oposición siria contra Damasco y bombardeó el 7 de abril con 59 misiles de crucero Tomahawk la base aérea de Shairat, en la provincia siria de Homs, afirmando, que el ataque químico a Jan Sheijun se lanzó desde este aeródromo.
El Gobierno sirio afirma que no empleó sustancias tóxicas ni en Jan Sheijun ni en cualquier otra parte, recordando que todo el arsenal de tales armas fue retirado de Siria bajo el control de la Organización para Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
Ya más de dos semanas después del ataque en Idlib, ninguno de los países que culpan a Damasco ha presentado una prueba de sus acusaciones.
A estas alturas, hay que tener muy mala fe o ser muy ignorante para creerse la sarta de mentiras de los sucesivos gobiernos estadounidenses y sus secuaces. Aunque la mona imperialista se vista de democracia, mona imperialista se queda.
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