Por Rafael Andrés Álvarez Fernández
Nuevamente el mundo amanece con la noticia de otro acto de guerra unilateral, prepotente y violatorio de todas las normas del Derecho Internacional, realizado por los Estados Unidos, quien ha pretendido erigirse como gendarme del mundo, bajo el imperio de las armas, más allá de las ideas y la cordura.
Muy frescas en nuestra memoria están aquellas sesiones del Consejo de Seguridad de la ONU, donde representantes diplomáticos norteamericanos se rasgaban las vestiduras y acusaban una y otra vez al gobierno de Irak primero, y posteriormente al de Libia, de fabricar y poseer armas químicas, de masacrar al pueblo, de reprimir a “pacíficos opositores” e intentar matarlos de hambre.
Para ello, contaban en aquel momento con el apoyo “desinteresado” de las grandes corporaciones mediáticas a su servicio, algo que sospechosamente aplican ahora. De manera descarnada y descarada convierten en blancos a Siria y Venezuela; más adelante comenzarán a intensificar contra Ecuador, todo para justificar sus agresiones e invasiones armadas.
Nunca se vio en la historia de la humanidad, manipulación más infame y consecuencias más nefastas que las vistas hasta ahora como resultado de esa cruzada “en nombre de la libertad”.
Por supuesto, nada sucede por nada. Como dice el dicho, todo tiene un componente económico y geopolítico. Primero, los EE.UU. se adueñan de los recursos petroleros de los países del norte de África y el Medio Oriente. Segundo, provocan el estrangulamiento geográfico de Rusia al cercar sus fronteras por el norte y el sur, el este y oeste. Claro está que en este punto le fallaron los cálculos a los estrategas del Pentágono, Rusia recuperó Crimea y salvó su salida al Mar Negro, mantuvo la alianza estratégica con Siria, su base marítima en Tartus y con ello, la salida al Mediterráneo -hecho que los norteamericanos no podían perdonarles a los sirios-.
Es así que, al no poder agredir a la Federación rusa, decidieron atacar a su socio menor, Siria, al costo de miles y miles de vidas, millones desplazados, el crecimiento y expansión del terrorismo, la destrucción… a fin de cuentas, a ellos eso no los afecta, aunque hipócritamente digan lo contrario.
La gravedad del asunto está en que mecanismos multilaterales y leyes internacionales creadas al final de la Segunda Guerra Mundial para proteger la paz entre los Estados y evitar hechos como estos, están siendo vulnerados por el ansia hegemónica de los Estados Unidos. En un mundo donde las armas nucleares podrían hacer desaparecer todo ser vivo en cuestión de segundos, por irresponsabilidad, locura o estupidez de quienes tienen el control sobre ellas, nos hacen preguntar: Hoy es Siria, ¿y mañana…?
Claro, esa respuesta la tiene el señor Donald Trump, quien desde ya, parece haber comenzado su falsa guerra. Como diría Reynaldo Taladrid, saque usted sus propias conclusiones.
Como siempre, la bota yanqui, metiendo sus narices donde no debe, son arrogantes, prepotentes, vanagloriosos, excluyentes. Se creen los rectores y policía del mundo cuando no ven casa adentro como esta destruido su propio pueblo con el consumo por toneladas de todo tipo de dogmas, bandas criminales y entre otras cosas. En el exterior son ellos mismos los que arman las guerras porque son ellos los que venden las armas a cada Gobierno que supuestamente le son "leales" y a los terroristas que ellos mismos financian y los tiran como carne de cañón para sus porteros y sucios intereses en cada país o región. Falsos, hipócritas, porque para aquellos porteros fines usan el dinero del pueblo norteamericano a través de sus máquinas o agencias del crimen como por ejemplo la CIA entre otros. Son los mayores violadores de los derechos humanos en el mundo y nadie dice nada. Ya basta
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