Un día antes del ataque por el que se cifran más de 250 muertos, un periodista del grupo Orient News, portavoz no oficial del Frente Al-Nusra y de los Cascos Blancos, anunció en su cuenta de Facebook que “mañana iniciamos una campaña de medios para cubrir los ataques aéreos en Hama, que incluye el uso de armas químicas contra la población civil.” Esto parece indicar el conocimiento previo que los rebeldes tenían de lo que iba a suceder.
Tras el ataque, los Cascos Blancos han difundido varias filmaciones supuestamente grabadas socorriendo a víctimas del ataque químico. Si bien es cierto que en otras ocasiones se han difundido imágenes falsas de estos “operativos de rescate”, esta vez parece que las víctimas, muchas de ellas niños, son reales.
Varios niños asfixiados aparecen en los vídeos a partir de una sustancia química desconocida, mientras que otros parecen tener lesiones en la cabeza inexplicables. No obstante, hay que recordar que la semana pasada 250 personas fueron secuestrados por Al Qaeda en la cercana ciudad de Hama, que es el mismo número de muertos que han sido registrados en el ataque, según el diario emiratí Al-Masdar News.
Otra extraña “coincidencia” es la omnipresencia de un supuesto médico británico-paquistaní que en el momento del ataque estaba tomando pedidos de entrevistas en lugar de ayudar a los heridos que iban inundando el hospital de campaña rápidamente desplegado, donado por una organización británica tres días antes del ataque. Es extraño que ante un ataque tan mortífero, un médico tenga tiempo de atender llamadas y tuitear sin problemas.
El médico, Shajul Islam, está siendo utilizado como una fuente de medios en Estados Unidos y el Reino Unido, a pesar de enfrentar cargos de terrorismo por secuestro y tortura de dos periodistas británicos en Siria.
En otro caso sospechoso, los cascos blancos que operan en la misma zona del ataque recibieron trajes con protector de gas sarín un mes antes del ataque, a pesar de que el gobierno sirio ya no posee gas sarín. Los rebeldes vinculados a Al-Qaeda han afirmado que la sustancia química fue sarín y que fue utilizado por el gobierno sirio; sin embargo, la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW, en sus siglas en inglés) ha confirmado que Siria ya no tiene armas químicas y que ha desmantelado sus existencias desde 2013.
Por el contrario, los rebeldes no se han librado de las armas químicas a su disposición. El investigador y periodista Seymour Hersch, colaborador regular de la revista The New Yorker y especialista en temas militares, viene reportando que diferentes informes de inteligencia demuestran que los rebeldes adquieren armas químicas de contrabando desde Libia y a través de Turquía.
El gas sarín es un gas que se absorbe a través de la piel, y para protegerse, se requiere un traje completo. Sin embargo, las imágenes difundidas por los Cascos Blancos, éstos solo llevaban máscaras y guantes mientras manejaban a víctimas expuestas. Otros “voluntarios”, directamente no llevan nada.
En unos pocos segundos de exposición al sarín, los efectos comienzan a sentirse en los músculos y el sistema nervioso. Hay una liberación casi inmediata de los intestinos y la vejiga, y se induce el vómito. Cuando se utiliza el gas sarín en un área concentrada, se tiene la posibilidad de matar a miles de personas. Sin embargo, a pesar de estar en un área con un gas tan peligroso, los cascos blancos están tratando cuerpos expuestos con poca preocupación y prácticamente desprotegidos. Esto tiene que plantear preguntas.
Todos estos datos, y algunos más que iremos publicando los próximos días, nos llevan a pensar que un acontecimiento como éste, en vísperas de las próximas negociaciones de paz, no es otra cosa que un nuevo ataque de falsa bandera contra el pueblo sirio. Y basta con comparar una reacción tan unánime y coordinada de primeros ministros de la UE, Israel y EEUU con estos hechos, frente a la escasa contundencia respecto a los recientes atentados ocurridos en estos días en el metro de San Petersburgo.
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