El 5 de abril la Rada (Parlamento) ucraniano aprobó una ley para rehabilitar a los ucranianos que lucharon con los nazis en contra de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial, a quienes considera como “represaliados políticos”.
La ley también incrementa las pensiones de que quienes combatieron en las filas de la Organización de los Nacionalistas Ucranianos, una organización calificada hoy como “independentista”, una expresión fraudulenta ya que su “independentismo” se enfilaba contra la Unión Soviética, mientras era instrumentalizada por el III Reich.
El texto de la ley fue presentado por el diputado Jurij Schuchewitsch, hijo del comandante del mismo nombre en las tropas que combatieron con los nazis, hoy consideradas como “víctimas del régimen bolchevique totalitario”. Un presupuesto público ruinoso y subvencionado por los imperialistas incrementa las pensiones en un 25 por ciento para los que estuvieron en la cárcel y en un 12 por ciento a los que huyeron al exilio.
Es, pues, un fascismo subvencionado que, como en España, se nutre de una burda falsificación de la historia en la que han participado los 258 diputados. Nadie se ha opuesto a la ley; nadie ha lanzado la menor objeción. Algunos diputados han recordado que sus familiares fueron enviados “a Siberia” a causa de la represión política.
No hay que sorprenderse del ascenso del fascismo en toda Europa. Alguien está subvencionando su auge, alguien les protege, les encubre y les rearma en el nombre de la lucha contra el “expansionismo” ruso. “El fascismo avanza si no se le combate”, recuerda una vieja consigna. Las consecuencias de ello las pagaremos dentro de muy poco tiempo y no se librará nadie.
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