En agosto del año pasado la foto del pequeño Omran Daqnich, un vecino de Alepo de tres años de edad, dio la vuelta al mundo, envuelto en sangre y polvo tras un brutal bombardeo dirigido contra la población civil por ya saben Ustedes quién: el gobierno de Bashar Al-Assad. ¿O fueron los rusos? Para el caso es lo mismo.
La televisión libanesa Al-Mayadin ha logrado localizar al niño y a su padre en Alepo para que cuenten la verdadera historia… No la que oímos entonces en los medios, sino la de verdad.
El padre confiesa ante las cámaras que no sabe quién bombardeó el barrio. No oyeron el ruido de los aviones, ni el de los misiles; no saben lo que pasó, pero tras el ataque comenzó a buscar a su familia entre los escombros. El pequeño Omran estaba a su lado, pero llegaron los de los Cascos Blancos y se lo llevaron para hacerle fotos.
Su hija también estaba herida. Todos tenían heridas leves, salvo otro de los hijos, Ali, cuyas heridas eran graves y murió “como un mártir” después de tres días hospitalizado.
Ningún medio contó que la sangre que el pequeño Omran tenía en la foto era la de su padre y que su hija Arwa llegó a golpear a un periodista para impedir que tomara la foto.
El padre no vio que nadie tomara fotos tras el bombardeo, pero recuerda que los jefes de las milicias “y de un país importante” le ofrecieron grandes sumas de dinero. Le propusieron ir a vivir a Turquía, a Estados Unidos o Gran Bretaña, “pero lo rechacé. Alepo es mi ciudad”.
El Frente Al-Nosra le presionó para que acusara al gobierno de bombardear su casa. Le dijeron que 26 millones de musulmanes dependían de él y esperaban que declarara contra Bashar Al-Assad.
Rechazó todas las proposiciones.
Uno de los milicianos del movimiento Nureddin Al-Zenki, Mahmud Arslan, le acusó de obstaculizar los esfuerzos destuinados a domentar los crímenes del gobierno de Damasco.
“Cada vez que veo a Omran en los medios, tengo verdadero miedo de lo que puedan ser capaces de hacer”, dice el padre ante las cámaras. En lugar de ayudar a los miembros de su familia, los yihadistas no hacían otra cosa que grabar en vídeo. “Yo salvé a mi familia, mientras que ellos filmaban a mi familia cuando intentasa salir de la vivienda. Nunca antes había visto a esa organización”, dice en referencia a los Cascos Blancos.
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