A las 9:00 de la mañana, la Plaza Altamira -epicentro de la protesta opositora en el este de Caracas- estaba desierta.
A tempranas horas de este lunes, efectivos de orden público detuvieron a un grupo de personas en esa zona, indentificadas con la oposición, que pretendía obstaculizar el libre tránsito en una de las principales avenidas de la ciudad como método de protesta en contra de la Constituyente convocada por el presidente Nicolás Maduro.
En las redes sociales no abundaron las fotografías de multitudinarias concentraciones, no. En cambio, desde diversos puntos de la capital, grupúsculos de no más de 30 personas intentaban impedir el flujo de automóviles.
En la Autopista Francisco Fajardo, a la altura de la base militar de La Carlota, los manifestantes agredían verbalmente a los conductores que intentaban sortear la barricada y la “cadena humana” de una decena de personas que gritaban: “¿Quiénes somos? Venezuela, ¿qué queremos? ¡Libertad!”.
Los días lunes son las jornadas en que llegan los camiones de insumos a la ciudad capital. Las protestas de este tipo, que ya se han hecho habituales en el este de Caracaas, afectan especialmente la distribución de alimentos en la difícil coyuntura económica que vive el país. Las filas de gandolas varadas en las vías de acceso dieron cuenta de ello.
Decae convocatoria
Pero en las últimas semanas la convocatoria a las marchas opositoras en la capital ha menguado. La situación, aunada al enfriamiento de las ansias de sanción que tenían algunos países en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), ha contribuido al descontento entre las filas de la derecha venezolana que se debate entre participar o no en la Constituyente.
Pero en las últimas semanas la convocatoria a las marchas opositoras en la capital ha menguado. La situación, aunada al enfriamiento de las ansias de sanción que tenían algunos países en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), ha contribuido al descontento entre las filas de la derecha venezolana que se debate entre participar o no en la Constituyente.
En paralelo, la Constituyente avanza. Este lunes, representantes del chavismo hicieron llegar al Consejo Nacional Electoral (CNE) una propuesta sobre las bases comiciales del proceso de deberá celebrarse en el mes de julio. Aunque persisten las protestas, la temperatura en siete municipios -de los 335 que hay en todo el país- tiende a templarse.
La preocupación parece evidente en las filas de la derecha. El domingo pasado fue difundido un video del opositor Leopoldo López, preso por su responsabilidad en la muerte de 43 venezolanos en los hechos de violencia convocados en 2014, para insistir en que los manifestantes deben continuar en las calles: “Quienes tenemos la razón no podemos cansarnos, avancemos hacia adelante por Venezuela”.
Hoy, sin embargo, hubo videos que mostraron cómo algunos dirigentes políticos rogaban a sus seguidores a apoyar la protesta sin recibir respuesta alguna. La creciente violencia que ha caracterizado las últimas convocatorias, el desgaste natural por más de 60 días de movilizaciones y la ausencia de una propuesta para salir de la crisis política parece apagar el entusiasmo.
¿Nuevo diálogo?
Aunque el más reciente proceso de negociación -impulsado por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Vaticano- fue pateado por la oposición en enero de este año, el gobierno insiste en abrir la senda del diálogo. En los organismos internacionales, con sus bemoles, también.
Aunque el más reciente proceso de negociación -impulsado por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y el Vaticano- fue pateado por la oposición en enero de este año, el gobierno insiste en abrir la senda del diálogo. En los organismos internacionales, con sus bemoles, también.
La semana pasada, la canciller venezolana Delcy Rodríguez detalló que Caracas estaba dispuesta a retomar las conversaciones con la mediación de países como Nicaragua, El Salvador, República Dominicana, Uruguay y San Vicente y las Granadinas. La vía ha recibido el respaldo de otras naciones que, incluso, han sido más proclives a la postura de oposición: “la solución no está en las calles”, aseveró el miércoles pasado la ex ministra de Exteriores de Argentina, Susana Malcorra.
Sin embargo, algunos sectores de la oposición se han negado de plano a participar en una eventual mesa de negociaciones: “Maduro plantea diálogo y lo que quiere es enfriar las calles y ganar tiempo”, dijo a finales de mayo el parlamentario Henry Ramos Allup. Para él, el “problema” del país es que el mandatario está en la presidencia.
“Ojalá nos dijera ‘vénganse esta tarde a Miraflores porque voy a firmar el acta de entrega y me voy’. Dios quiera, ojalá nos diera esa buena noticia”, agregó citado por Panorama. El ala radical de la derecha, liderada por el partido de López (Voluntad Popular), ni siquiera considera sentarse a conversar.
Lo que resulta incuestionable es que el gobierno ha dado un vuelco significativo al debate dentro de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD): Si al principio protestaban para exigir la renuncia del presidente Maduro, ahora lo hacen en rechazo a la Constituyente; si antes pedían elecciones generales, ahora pugnan por saber quiénes serán sus candidatos en los comicios regionales pautados para diciembre de este año por el CNE. En el futuro inmediato, la mayor encrucijada: mantener la apuesta de la calle aunque ya no crepite, o sentarse a dialogar para optar por una resolución política -y no violenta- al conflicto sin perder la credibilidad de sus seguidores. La próxima movida, por ahora, está de su lado.
FUENTE: RT
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