Marcelo Colussi
En Venezuela no hay una narco-dictadura. En Venezuela no hay una dictadura castro-comunista. ¡En Venezuela hay mucho petróleo! Así de simple.
Esa es la clave para entender lo que está sucediendo en el país caribeño. Y hay un proceso nacionalista que desde hace años creó un proyecto alternativo, con proyección socialista, que tiene enloquecidos a la derecha nacional y, fundamentalmente, a los grandes capitales globales, estadounidenses en principio, que ven perder un gran negocio (el petrolero ante todo, junto a otros no menos lucrativos, como el hierro, nuevos minerales estratégicos (coltán, bauxita), el gas, el agua dulce, la biodiversidad de la selva amazónica).
¿Y qué está sucediendo? Una terrible guerra psicológica y mediática que intenta preparar las condiciones para una posible intervención extranjera (Operación Venezuela Freedom-2), militar probablemente, disfrazada de “operación para rescatar la libertad y la democracia perdidas”.
La idea pertinaz, repetida enfermizamente hasta el cansancio, es que en Venezuela tiene lugar hoy una feroz dictadura que hambrea a su población y la reprime brutalmente. Eso se complementa con la imagen de un país en crisis, al borde de la guerra civil, ingobernable. En otros términos: todo aquello que para la visión de Washington constituye un “Estado fallido”, y que, por tanto, clama por la intervención extranjera para salir de la crisis.
Recientemente, los días 12, 13 y 14 de junio, tuvo lugar en Caracas el Primer Foro Internacional “Violencia y Operaciones Psicológicas en Venezuela”, donde se debatió acerca de la guerra particular a la que está siendo sometida la nación, buscando las alternativas del caso. Definitivamente, la realidad no tiene nada que ver, ¡en modo alguno!, con la imagen virtual que se ha ido construyendo del país, y que es la que recorre el mundo. Imagen, por cierto, que va quedando fijada como la única realidad de la patria de Bolívar. Por eso mismo, como dice el título del presente escrito: ¡no creer ni el 1 % de lo que se dice!
Sin dudas, no es posible afirmar que Venezuela está en paz, que sigue su vida cotidiana normal libre de inconvenientes. Por el contrario, se la ha llevado a un clima de zozobra inusual. La vida cotidiana del ciudadano venezolano término medio se está viendo afectada, golpeada, enrarecida. El miedo y la desconfianza del otro se han instalado, junto a una situación de incomodidad creciente en la resolución del aprovisionamiento básico.
Pero a ello se suma, desde inicios del mes de abril, una provocación con características de operaciones bélicas de baja intensidad. En realidad, no son muchas las personas involucradas en esos actos de desestabilización, pero sí suficientes para provocar la angustia social, el pánico a veces, la incertidumbre. Jóvenes, generalmente provenientes de los sectores más humildes y pagados como mercenarios (a veces pagados con drogas), según las informaciones disponibles: preparados militarmente en Colombia en técnicas de “guerra callejera”, están llevando a diario acciones de disturbios en distintas ciudades del país. Montaje de barricadas, cobro de impuesto de circulación a los ciudadanos que deambulan por allí, quema de dependencias gubernamentales, ataques contra las fuerzas de seguridad bolivarianas, agresiones contra puntos sensibles como hospitales, guarderías infantiles, en todos los casos apoyados por francotiradores debidamente apostados, estas acciones vienen cobrando un promedio de no menos de un muerto diario desde hace ya más de dos meses.
Con todo ello se crea un clima de inseguridad y caos que termina por “enloquecer” a los habitante, básicamente, en los sectores no chavistas, difundiéndose rumores atemorizantes, siempre en clave de violencia, de lógica de guerra. Pero sirven para “enloquecer” también a la sociedad en su conjunto.
Está claro que esta bien pensada y elaborada guerra psicológica tiene como objetivo final abonar para un clima de desasosiego total que pueda terminar llevando a una guerra civil. La zozobra generalizada ya se está logrando. Si las muertes diarias y las agresiones vandálicas continúan, la matriz mediática se encargará de mostrar eso como el caos más mayúsculo de la historia, que obliga a intervenciones externas que puedan garantizar la más.
Lo repetimos con la mayor y enérgica contundencia: ¡¡no se debe creer ni el 1 % de lo que los medios masivos de comunicación propalan sobre Venezuela!!
El desabastecimiento, el mercado negro, la crisis financiera, las muertes cotidianas, el temor inducido de la población, el clima paranoico con el que se vive dividiendo el país en forma visceral entre chavistas (“malos”) y antichavistas (“buenos”) es una monstruosa campaña mediático-psicológica orquestada por quienes ansían no perder sus negocios ni su cuota de poder.
Es imprescindible dejar claro por todos los medios posibles que en Venezuela ¡¡no existe el caos que se quiere presentar!! En Venezuela se ha inducido una enfermiza, “loca” polarización que puede servir para justificar el robo de sus recursos, tal como se hizo en otros países: Libia, Irak, Afganistán. En Venezuela no hay dictadura; ¿cuándo un gobierno dictatorial permitiría ser insultado en la cara por la oposición sin reaccionar? ¡¡En Venezuela hay cuantiosos recursos naturales que la voracidad capitalista de grandes empresas no quiere perder!! Y para ello apela a esta guerra psicológico-mediática que está volviendo locos a los venezolanos, enfrentándolos y desquiciándolos.
Una prensa veraz, seria y profesional debe denunciar enfáticamente estas calumnias.
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