lunes, 31 de enero de 2011

The New York Times: EEUU tiene evidencias de que Posada Carriles sabía lo del avión cubano


Luis Posada Carriles en El Paso, Texas. Foto: Reuters
Luis Posada Carriles en El Paso, Texas. Foto: Reuters
The New York Times
29 de enero de 2011
Durante juicio de exiliado cubano, una desairada Venezuela se sienta silenciosamente al margen
Por JAMES C. McKINLEY Jr.
El Paso - Quizás la persona más frustrada en la sala del tribunal en las últimas dos semanas en el juicio por perjurio de Luis Posada Carriles, el militante cubano y ex agente de la CIA, fue el abogado de ojos tristes que representa a Venezuela.
Por cinco años el abogado José Pertierra ha estado buscando la extradición de Posada para que enfrente juicio en Venezuela por la voladura de un avión cubano de pasajeros en 1976, que produjo la muerte de todos los tripulantes a bordo. Sin embargo, ni el Departamento de Estado ni el de Justicia han presentado nunca la solicitud a ningún juez federal.
Por el contrario, el Departamento de Justicia está procesando a Posada por haber mentido en dos audiencias de inmigración hace cinco años. “Es raro estar sentado en una corte federal y escuchando testimonios, no sobre la extradición de Posada para enfrentar cargos por asesinato, sino en lugar de eso escuchar testimonios acerca de cómo él mintió sobre formularios de inmigración”, dijo Pertierra.
Para probar que Posada cometió perjurio, la parte querellante planea traer evidencia sobre bombardeos en lugares turísticos en La Habana en 1997. Afirman que Posada es responsable de esos ataques en 1998, después, bajo juramento negó haberlos organizado.
Sin embargo, el juicio difícilmente arroja luces sobre su presunto rol en la voladura del vuelo 455 de Cubana el 6 de octubre de 1976. La explosión en el aire mató a 73 personas, incluyendo adolescentes del equipo nacional de esgrima de Cuba.
Un informante del gobierno, Gilberto Abascal, al testificar cinco días la semana pasada, dijo que había viajado con Posada en un bote camaronero desde la Península de Yucatán hasta Miami en 2005, donde ancló al frente de un restaurante, para dejar al viejo exiliado cubano colarse en Estados Unidos. Una parte de las acusaciones contra Posada por mentir bajo juramento se refieren a cuando dijo que cruzó por México y entró al país en Brownsville, Texas.
Un abogado defensor, Arturo V. Hernández, atacó la credibilidad de Abascal, interrogándolo sobre su historial de problemas mentales y mostrando récords que documentaban episodios esquizofrénicos y alucinatorios.
Venezuela ha estado exigiendo la extradición de Posada desde que apareció en Miami, pero Estados Unidos hasta ahora ha rechazado la solicitud. En junio pasado, la nación estadounidense dijo en una nota diplomática que Venezuela no había presentado suficiente evidencia para demostrar que la policía tenía una “causa probable”, para detener a Posada por la voladura, dijo Pertierra.
Dean Boyd, un vocero del Departamento de Justicia, declinó comentar la razón por la cual Estados Unidos no ha actuado sobre la solicitud de extradición. Un portavoz del Departamento de Estado, Charles Luoma-Overstreet, rechazó comentar sobre la nota diplomática.
La posición de Estados Unidos sobre la extradición de Posada se vio complicada en 2006, cuando un juez de inmigración en El Paso determinó que debía ser deportado pero no podía ser enviado a Venezuela ya que probablemente sería torturado en ese país.
Funcionarios estadounidenses dicen que el fallo de los jueces de inmigración y el juicio de perjurio los ha atado de manos, pero Venezuela ha argumentado que esto no debería impedir a un juez federal escuchar un caso de extradición.
Ningún otro país ha ofrecido recibir a Posada, quien tiene 82 años y ha vivido en el limbo legal en Miami durante años. Sus movimientos lo siguen agentes de inmigración federal; usa un monitor en el tobillo.
Posada nunca fue condenado por la voladura del avión. Escapó de una prisión en Venezuela en 1985 solo a poco meses antes de que un juez llegara a un veredicto por los otros tres hombres acusados en el complot. Ha insistido varias veces en que no tiene nada que ver con lo sucedido.
Sin embargo, la policía en Trinidad y Venezuela dijeron que encontraron evidencia que vincula a Posada con la conspiración. Esa evidencia la refuerzan documentos desclasificados de la CIA y el FBI que muestran que agentes estadounidenses recibieron información de que Posada estaba involucrado en la voladura, junto con un conocido terrorista anticastrista, Orlando Bosch Ávila.
“La inteligencia estadounidense señala consistentemente a Bosch y Posada como los cerebros”, dijo Peter Kornbluh, analista del Archivo de Seguridad Nacional, quien ha ensamblado la mayoría de los documentos desclasificados relacionados a la carrera de Posada.
Tanto Bosch como Posada fueron detenidos en Venezuela luego de que cayera el avión. Posada escapó disfrazado de sacerdote. Bosch fue absuelto en 1987 y, aunque no tenía visa, migró a Estados Unidos. Igual que Posada, estuvo detenido por autoridades de inmigración hasta que el presidente George Bush le dio un indulto en 1990.
El caso de Posada en Venezuela descansa principalmente en las declaraciones de los dos hombres arrestados en Trinidad un día después de la voladura, Hernán Ricardo Lozano y Freddy Lugo. Ambos fueron empleados por Posada por su compañía de seguridad privada en Caracas, oficina por la cual pasaron muchos anticastristas cubanos, según récords de la FBI.
Después de cerca de dos semanas de preguntas, Ricardo confesó a la policía en Trinidad que él y Lugo habían sembrado la bomba, haciéndola pasar por un simple tubo de crema dental. Los dos hombres habían abordado el avión en Puerto España, chequeado su equipaje y luego bajando del avión en su parada en Barbados. Después de que el avión se cayera, 16 minutos después del despegue, tomaron otro vuelo de vuelta a Trinidad, donde fueron detenidos al día siguiente gracias a una pista dada por la policía venezolana.
Ambos implicaron a Posada en el complot durante sus declaraciones a la policía, aunque no dijeron con total claridad que lo había planeado. Ricardo admitió que había trabajado para Posada en su oficina y dejó un mensaje a su secretaria, por lo que dio el número del hotel donde se estaban quedando.
En su confesión, Ricardo dijo que en realidad había hablado con Orlando Bosch. Dijo que este estaba molesto y le dijo: “Amigo, tenemos problemas aquí en Caracas. Nunca vuelas un avión mientras está en el aire”.
La policía venezolana también hizo una redada en las oficinas de Posada y descubrió en su escritorio, entre otras cosas, una lista de sitios para realizar ataques terroristas. La lista estaba escrita con la letra de Ricardo e incluía objetivos que fueron atacados por terroristas anticastristas a mediados de año.
Nada de esto sorprendió a los agentes de inteligencia estadounidenses, de acuerdo a documentos desclasificados de la CIA y el FBI, Posada era bien conocido en ambas agencias. En la década de los sesenta, la CIA lo había entrenado en explosivos, y había trabajado para la agencia desde 1965 hasta 1974, con un solo año de pausa, según muestran los documentos. Continuó vendiendo información no solicitada a agentes estadounidenses, a cambio de ayuda con visas, hasta sus arresto en Venezuela dos años después.
El informe más comprometedor que los servicios de inteligencia estadounidenses tienen sobre Posada viene del oficial de policía del Condado Miami-Dade, Raúl Díaz, quien había viajado a Venezuela a finales de octubre, según un informe desclasificado del FBI de noviembre de 1976.
Buscando información sobre la voladura en Miami, Díaz se había reunido con un agente de contrainteligencia venezolano, Ricardo Morales Navarrete, y le pidió que testificara.
Morales dijo que no, pero le dijo a Díaz que tenía información sobre la voladura del avión cubano. Dijo que había estado presente en dos reuniones en Caracas en las cuales se había planificado la explosión, una en el Hotel Anauco, y la otra en su propio apartamento. Posada había asistido a ambas reuniones.
En cables de inteligencia estadounidenses, había otras conexiones menos concretas, pero tentadoras, entre Posada y la voladura del avión.
A mediados de septiembre, cuando Bosch llegó a Caracas, Posada lo vio en el aeropuerto, de acuerdo a un informe desclasificado de la CIA de octubre de 1976. Poco después de la llegada de Bosch, se realizó una recolección de fondos para él por 1.100 dólares en la casa de una doctora cubana exilada. Posada asistió. La fuente de la CIA dio que Bosch había mencionado con fanfarronería que su organización estaba planificando un nuevo ataque.
El informe continuó diciendo que “pocos días después de la cena de recolección de fondos, Posada fue escuchado diciendo: ‘Vamos a tumbar un avión cubano y Orlando tiene los detalles’”.
Traducción: Prensa- Embajada venezolana en EEUU.
Fuente original en inglés:
http://www.nytimes.com/2011/01/30/us/30posada.htmlhttp://www.nytimes.com/2011/01/30/us/30posada.html

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