martes, 17 de mayo de 2011

(Argentina) El caso de Taringa! ¿Golpe contra la libertad en Internet?

La Justicia inculpó al sitio por violación de derechos de autor. Una medida que afecta a todos.
Beatriz Busaniche / PLAZADEMAYO.COM 
Los jueces de la Sala IV de la Cámara del Crimen procesaron a los administradores del sitio de Internet www.taringa.net, a quienes acusan de violar el derecho de propiedad intelectual por publicar 29 obras sin el consentimiento de los autores.
En 2009 la Cámara Argentina del Libro, las editoriales Astrea, La Ley, Rubinzal y Asociados, Ediciones de la Flor S.R.L., Ediciones La Rocca S.R.L., Editorial Universidad S.R.L., Gradi S.A. promovieron una denuncia contra Taringa! y otros sitios por supuesta infracción a la ley que protege la propiedad intelectual. Por este recurso, se intenta responsabilizarlos de la violación del artículo 72 de la ley 11.723 que establece como caso de defraudación la venta, edición o reproducción de obras inéditas o publicadas sin autorización de su autor o derecho habiente.
El fallo de la Cámara estableció que “los imputados a través de su sitio permitían que se publiciten obras que finalmente eran reproducidas sin consentimiento de sus titulares. Si bien ello ocurría a través de la remisión a otro espacio de Internet, lo cierto es que justamente tal posibilidad la brindaba su servicio”. Para aquellos que no lo conocen, Taringa! es un sitio que permite subir y compartir contenidos entre los usuarios y la decisión de los jueces equivaldría a sostener que ellos, como administradores del sitio tienen la responsabilidad de controlar a aquellos que comparten links cuyos contenidos cuentan con la protección de los derechos de los autores. “Se endilga la omisión en el control sin siquiera reparar si tal control es posible”, como argumentan los mismos responsables del sitio. Aún más, nada se dice sobre si ese control es deseable, ya que obligaría a los titulares de una plataforma de internet a ejercer un rol de policía que no le corresponde.
Ahora, traslademos la cuestión al mundo analógico, y a un ejemplo popular: La Salada. Las empresas de transporte de pasajeros que trasladan personas a la Salada, a sabiendas de que allí se podría comprar y vender mercadería que en algunos casos podría violar la propiedad intelectual, también deberían ser procesados como partícipes necesarios en los mismos términos que Taringa!. Incluso, las líneas de colectivo indican en su servicio su destino “La Salada”, donde todos sabemos que hay -¿realmente?- elementos que violan ley de marcas y otras formas de propiedad intelectual.
Taringa! Es, en este caso el colectivero que lleva gente de donde está a donde quiere ir. La gente no dejará de ir a La Salada porque cerremos las lineas de colectivo. Ni siquiera se puede decir que esas líneas promueven La Salada, sólo están ahí al servicio de la gente que quiere ir de un lugar al otro. ¿Se entiende lo que significa linkear? ¿O cada colectivero debe bajar a cada pasajero que suba con alguna bolsa, o requisar su bolsa por las dudas haya comprado algo ilegal? Linkear no es ni puede ser delito.
Por otro lado, la justicia concluye que Taringa! tiene una participación criminal, por omisión de una conducta penal que sólo puede ser cumplida por “comisión”, es decir llevándola adelante. Y en el mismo gesto y con total desconocimiento de que Taringa! es también un medio de comunicación, no tiene en cuenta lo establecido por el Código Penal, según el cual: “No se considerarán partícipes de los delitos cometidos por la prensa a las personas que solamente prestaren al autor del escrito o grabado la cooperación material necesaria para su publicación, difusión o venta”. En este caso, como medio de comunicación, debería estar amparado por esta salvaguarda de la libertad de expresión debidamente incluida en el código penal Argentino.
A partir de la notoriedad del caso, se abrió un debate sobre el ánimo de lucro que tenía la empresa. Me sorprendió -o quizás no tanto-, la doble moral surgida de algunos blogs que antes de salir a decir algo aclaraban que estaban a favor de compartir cultura y todo eso, pero -llegado el caso- decían, “bueno, pero Taringa gana plata”. ¿Qué tiene de malo que alguien gane plata? El problema acá no es si Taringa gana o no gana plata, sino el tenor de la denuncia penal, montado sobre una ley contra la que venimos peleando hace años por injusta, retrógrada y represiva.
Esta discusión no solo afecta al sitio, sino también a los proveedores de Internet, a los buscadores, a los blogs y redes sociales, que serán también acusados siguiendo la misma lógica. El súbito interés en Taringa! nos permite decir, sin temor a equivocarnos, que el supuesto delito del cual sería partícipe necesario es una práctica común, cotidiana y que efectivamente cometemos todos. El abogado de Taringa!, Andrés San Juan dijo que es claro que el caso pretende aleccionar a los demás usuarios de Internet.
Está claro que toda persona que tenga en sus manos un dispositivo digital, cualquiera sea, un celular, una tableta, una netbook o una notebook o una computadora de escritorio, al reproducir obras, viola o ha violado alguna vez este artículo incluido en una ley que data del año 1933 y requiere urgente modificación. También está claro que Taringa no editó, ni vendió ni reprodujo obras, sino que habilitó un espacio donde los usuarios publicaron links, hecho que, al menos por ahora, no está tipificado como delito en el Código penal.
Usuarios de Internet, bibliotecarios, docentes, estudiantes, consumidores, todo el mundo viola esta ley porque no hay forma de no hacerlo: Argentina no tiene excepciones educativas, excepciones para bibliotecas, derecho a la copia privada, cláusulas de uso justo, o siquiera un derecho a cita lo suficientemente amplio para ser útil. Tampoco están amparados en ninguna ley o disposición,  la tutela de nuestros derechos de libre acceso a la cultura, que tienen rango constitucional y que esta ley viola sistemáticamente con su sola existencia, a la postre de no proteger de manera adecuada a los autores y poner en riesgo la libertad de expresión y la red tal como la conocemos.
El caso de Taringa está ahora en la justicia penal. En la calle, en las redes, hoy, aquí, todos somos Taringa.

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