Lo más positivo de las elecciones es que, a pesar de las dificultades derivadas de la amplia aceptación de la combinación entre liberalismo económico y conservadurismo, la izquierda, no sin dificultades, ha podido ganar las elecciones.
Óscar García Agustín
Tras diez años en el poder, el gobierno liberal-conservador perdió ayer las elecciones. El proyecto iniciado por Anders Fogh Rasmussen (actual director de la OTAN) y asumido en los últimos años por su sucesor, Lars Løkke Rasumussen, ha combinado las políticas neoliberales (traducidas en recortes de los servicios públicos y en la reducción de impuestos) con las políticas de inmigración más duras de toda Europa. Está claro que el partido de extrema derecha, el Partido Popular Danés, ha influido y mucho en este segundo aspecto, pero también lo es que el gobierno se ha sentido cómodo y respaldado con dicha compañía.
La victoria del bloque rojo, encabezado por la socialemócrata Helle Thorning-Schmidt (poco se ha insistido durante la campaña en el hecho de que va a ser la primera mujer que ocupe el puesto de primera ministra), ha sido muy ajustada. Las tres semanas de campaña electoral han jugado en contra de los dos partidos (el Partido Socialdemócrata y el Partido Socialista Popular) que se habían presentado conjuntamente como alternativa al gobierno liberal-conservador.
A continuación, me gustaría presentar algunas reflexiones y claves para entender la victoria (pequeña en porcentaje pero grande en el impacto político que podría tener) de la izquierda:
1) Siguiendo el modelo noruego, el Partido Socialdemócrata y el Partido Socialista Popular presentó un programa común de cara a las elecciones. Fue, sin duda, el mejor modo de contrarrestar las críticas dirigidas a la izquierda por carecer de alternativa. El problema ha sido que el perfil de los dos partidos ha aparecido desdibujado. El Partido Socialista Popular (que sería un equivalente a la Izquierda Unida de Llamazares) abandonó algunos de sus principios (política de integración más abierta, un programa económico más progresista) y sus votos se han ido tanto hacia la izquierda (La Lista Única) como hacia la derecha (Izquierda Radical).
2) Hay que destacar que el programa compartido por los dos partidos presentaba medidas concretas, orientadas hacia cómo aumentar el crecimiento económico (trabajar 12 minutos más, invertir en innovación y energía verde, apoyando a las empresas del sector...). El programa tenía el mérito de centrarse en la economía y transmitir que hay un gobierno listo para tomar las riendas del país en tiempos de crisis. Sin embargo, la cantidad de votantes indecisos que han apoyado en el último momento al partido liberaldel primer ministro y a los social-liberales muestra cómo todavía está extendida la idea de que los liberales son más capaces de dirigir la economía.
3) Las propuestas para aumentar el crecimiento económico han ido acompañadas de medidas sociales para mejorar la enseñanza y el sistema sanitario públicos, así como el medioambiente. Es más, la política fiscal es todavía una herramienta necesaria del centroizquierda, ya que se ha demostrado que las políticas sociales cuestan dinero y requieren financiación. Por ejemplo, la propuesta de crear una tasa para reducir el uso del coche, acompañado de políticas activas de inversión en transporte público, molesta a los usuarios habituales de automóviles, que ven cómo su día a día saldría más caro. Pero el beneficio social (billetes de autobús y tren más barato) y ecológico (menor contaminación) es innegable.
4) El partido Izquierda Radical, de naturaleza social-liberal y equiparable en cierto sentido a UPyD, ha salido beneficiado de un doble movimiento: sus políticas progresistas en integración han atraído a los votantes moderados de izquierdas mientras que su política económica neoliberal ha logrado la confianza de los desencantados con el gobierno actual. El mayor problema del gobierno va a ser cómo sacar adelante reformas económicas progresistas a las que Izquierda Radical se opone tales como cancelar el retraso de la edad de prejubilación o aprobar un impuesto destinado a las grandes fortunas.
5) El partido más la izquierda ha conseguido, junto a Izquierda Radical, el mejor resultado en cuanto a aumento de votos. Este partido es equiparable al PCE pero renovado, lo cual es visible gracias a la presencia de mujeres jóvenes entre las principales candidatas (las listas son abiertas en Dinamarca y se vota a la persona). La Lista Única ha mantenido el perfil más claro de izquierdas, abiertamente anticapitalista y con medidas como cobrar impuestos a las transnacionales, y ello ha sido valorado por gran parte del electorado. Ahora tienen la difícil labor de influir en el nuevo gobierno, altamente condicionado por los socioliberales.
6) Lo más positivo de las elecciones es que, a pesar de las dificultades derivadas de la amplia aceptación (promovida por los medios de comunicación) de la combinación entre liberalismo económico y conservadurismo (apoyándose en la extrema derecha), la izquierda, no sin dificultades, ha podido ganar las elecciones. A lo largo de estas semanas, hemos visto diferentes proyectos de izquierda que se presentan como solución a la crisis económica actual. Ahora esperemos que podamos ver cómo estos proyectos confluyen y se aplican desde el poder. A pesar de las limitaciones, en el pasado y (mayores aun) en el futuro.
La victoria del bloque rojo, encabezado por la socialemócrata Helle Thorning-Schmidt (poco se ha insistido durante la campaña en el hecho de que va a ser la primera mujer que ocupe el puesto de primera ministra), ha sido muy ajustada. Las tres semanas de campaña electoral han jugado en contra de los dos partidos (el Partido Socialdemócrata y el Partido Socialista Popular) que se habían presentado conjuntamente como alternativa al gobierno liberal-conservador.
A continuación, me gustaría presentar algunas reflexiones y claves para entender la victoria (pequeña en porcentaje pero grande en el impacto político que podría tener) de la izquierda:
1) Siguiendo el modelo noruego, el Partido Socialdemócrata y el Partido Socialista Popular presentó un programa común de cara a las elecciones. Fue, sin duda, el mejor modo de contrarrestar las críticas dirigidas a la izquierda por carecer de alternativa. El problema ha sido que el perfil de los dos partidos ha aparecido desdibujado. El Partido Socialista Popular (que sería un equivalente a la Izquierda Unida de Llamazares) abandonó algunos de sus principios (política de integración más abierta, un programa económico más progresista) y sus votos se han ido tanto hacia la izquierda (La Lista Única) como hacia la derecha (Izquierda Radical).
2) Hay que destacar que el programa compartido por los dos partidos presentaba medidas concretas, orientadas hacia cómo aumentar el crecimiento económico (trabajar 12 minutos más, invertir en innovación y energía verde, apoyando a las empresas del sector...). El programa tenía el mérito de centrarse en la economía y transmitir que hay un gobierno listo para tomar las riendas del país en tiempos de crisis. Sin embargo, la cantidad de votantes indecisos que han apoyado en el último momento al partido liberaldel primer ministro y a los social-liberales muestra cómo todavía está extendida la idea de que los liberales son más capaces de dirigir la economía.
3) Las propuestas para aumentar el crecimiento económico han ido acompañadas de medidas sociales para mejorar la enseñanza y el sistema sanitario públicos, así como el medioambiente. Es más, la política fiscal es todavía una herramienta necesaria del centroizquierda, ya que se ha demostrado que las políticas sociales cuestan dinero y requieren financiación. Por ejemplo, la propuesta de crear una tasa para reducir el uso del coche, acompañado de políticas activas de inversión en transporte público, molesta a los usuarios habituales de automóviles, que ven cómo su día a día saldría más caro. Pero el beneficio social (billetes de autobús y tren más barato) y ecológico (menor contaminación) es innegable.
4) El partido Izquierda Radical, de naturaleza social-liberal y equiparable en cierto sentido a UPyD, ha salido beneficiado de un doble movimiento: sus políticas progresistas en integración han atraído a los votantes moderados de izquierdas mientras que su política económica neoliberal ha logrado la confianza de los desencantados con el gobierno actual. El mayor problema del gobierno va a ser cómo sacar adelante reformas económicas progresistas a las que Izquierda Radical se opone tales como cancelar el retraso de la edad de prejubilación o aprobar un impuesto destinado a las grandes fortunas.
5) El partido más la izquierda ha conseguido, junto a Izquierda Radical, el mejor resultado en cuanto a aumento de votos. Este partido es equiparable al PCE pero renovado, lo cual es visible gracias a la presencia de mujeres jóvenes entre las principales candidatas (las listas son abiertas en Dinamarca y se vota a la persona). La Lista Única ha mantenido el perfil más claro de izquierdas, abiertamente anticapitalista y con medidas como cobrar impuestos a las transnacionales, y ello ha sido valorado por gran parte del electorado. Ahora tienen la difícil labor de influir en el nuevo gobierno, altamente condicionado por los socioliberales.
6) Lo más positivo de las elecciones es que, a pesar de las dificultades derivadas de la amplia aceptación (promovida por los medios de comunicación) de la combinación entre liberalismo económico y conservadurismo (apoyándose en la extrema derecha), la izquierda, no sin dificultades, ha podido ganar las elecciones. A lo largo de estas semanas, hemos visto diferentes proyectos de izquierda que se presentan como solución a la crisis económica actual. Ahora esperemos que podamos ver cómo estos proyectos confluyen y se aplican desde el poder. A pesar de las limitaciones, en el pasado y (mayores aun) en el futuro.
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