En Veracruz se ha juntado el temor a la libertad de expresión en las redes sociales como Twitter y Facebook con la inercia autoritaria, al detener y mantener en prisión a dos usuarios de Twitter
Javier Hernández Alpízar
El Pequeño Príncipe, o el Principito, como gusten, es a mi modo de ver, una respuesta de Antoine de Saint-Exúpery a El Príncipe de Maquiavelo. Mientras Maquiavelo, cegado por la luz de su utopía, una Italia unida, quiere un gobierno fuerte que se imponga sobre todas las fuerzas centrífugas, el Pequeño Príncipe de Saint-Exúpery quiere conocer muchos mundos, ampliar su universo, hacer amigos, ensanchar la experiencia del vivir. Pero hay especialmente un pasaje donde es explícita la respuesta del francés al viejo florentino. El Pequeño Príncipe visita el planetoide donde vive un Rey solitario, sin súbditos (excepto, quizá, una vieja rata que a veces cree haber escuchado). La soledad del poder no le ha vuelto loco del todo, porque si bien cree que puede dictar órdenes al universo, cuando el Principito le pide que ordene una puesta de sol, el Rey le explica que debe dar esa orden a una hora exacta y no antes, porque si el Rey da una orden que para su súbdito es imposible obedecer, será desacatado, y la culpa no será del súbdito, sino del Rey por no saber dar una orden observable.
En Brasil, por supuesto no en la antiutopía totalitaria de Terry Gilliam, sino en el Brasil de Chico Buarque (de paso se cae el mito de la luna de miel del pueblo con Lula), ocurrió esto, que narra Frei Betto (http://alainet.org/active/49571): "El 7 de septiembre, día de la independencia del Brasil, sucedió algo nuevo: las calles fueron ocupadas por movilizaciones populares convocadas a través de internet.
"Las gentes salieron a caminar para protestar contra la corrupción, el debilitamiento de la educación, y a favor de la reforma agraria y la auditoría de la deuda pública, entre otros asuntos. Y pusieron el empeño para darle a las manifestaciones un carácter no partidista. Quien se atreviera a desfilar con las siglas de algún partido político sería excluido. El 7 de setiembre, pues, se unieron el Grito de los Excluidos y el grito de los indignados.
"Las calles del Brasil, hasta hace poco acostumbradas a ver, en los últimos tiempos, apenas manifestaciones de evangélicos, gays y defensores de la liberación de la marihuana, volvieron a ser escenario de presión política y de reivindicación popular.
"El poder reivindicativo de las redes sociales es innegable, pues tienen una capilaridad que supera a cualquier otro medio de comunicación. Y carecen de censura o de publicidad engañosa."
En Veracruz se ha juntado el temor a la libertad de expresión en las redes sociales como Twitter y Facebook con la inercia autoritaria, al detener y mantener en prisión a dos usuarios de Twitter: Maruchi Bravo Pagola, ex funcionaria del gobierno de Fidel Herrera y luego periodista crítica de Herrera, a pesar de ser ella de ideología priista, es decir una disidente, y al profesor Gilberto Martínez Vera, acusados de manera desproporcionada y totalmente insostenible, de "terrorismo".
Con ese "castigo ejemplar" el gobierno de Veracruz intenta transferir su miedo a la libre expresión y a la crítica en medios fuera de su control, como son las redes sociales, a los usuarios de las redes. La defensa legal de los twitteros ya famosos en todo el mundo está a punto de conseguir, de ganar, un amparo del poder federal que ordenará liberar a dos inocentes que no cometieron delito alguno, corrigiéndole la plana al gobierno veracruzano. Pero el gobierno estatal en lugar de reconocer su error y salir airoso liberando a los presos en Pacho Viejo ha tratado de aparentar que los quiere ayudar inventando, creando, fabricando un nuevo delito, legislando al vapor, con ayuda de un poder cameral priista dócil, para tipificar el delito de "alteración del orden público" que alcance fianza y publicarlo (está por hacerlo) fast track, tratando de aplicar retroactivamente esa ley a los twitteros presos para sacarlos "bajo fianza" antes de que ganen el amparo que le ordene liberarlos como ciudadanos inocentes cuyos derechos humanos y procesales fueron violados, y su honra difamada y calumniada. Quieren tapar un error con otro mayor.
El temor a la libertad de expresión en las redes sociales es fundado y a la vez exagerado. En Brasil, en España y en otros lugares, de hecho incluso cada vez más en Xalapa, en el estado y en el país, las redes sociales son una herramienta de comunicación y discusión entre ciudadanos. Querer censurarlas, hacerle al gobernante chino, es ir camino al fracaso, como ordenar una puesta de sol a mediodía. Si el sol no obedece, diría el Rey de Saint-Exúpery, la culpa será de quien no dio la orden adecuada. Pero las redes sociales no son las que provocan las movilizaciones, las cuales obedecen a causas muy profundas. En 1968 no existía internet y hubo movilizaciones estudiantiles en todo el mundo.
En México, el gobierno de Díaz Ordaz ahogó en sangre el movimiento estudiantil que pedía justicia, democracia, libertad, pero no pudo detener la rueda del tiempo. Ahora, una ley que intenta dar al poder una herramienta para intimidar la libre expresión nos regresa –como acertadamente comparó Javier Sicilia, en el mitin de miles de xalapeños y mexicanos que se manifestaron contra la violencia y la impunidad el domingo 18 pasado– a la ley de "disolución social" del díazordacismo y aún antes.
Pero será ineficaz, porque con la manera tan burda de resolver un problema tapando un hoyo con otro, lo único que van logrando es que los ciudadanos vean el camino: Eso que temen, es muy importante. La libre expresión. No podrán controlarla, como no se puede decretar un crepúsculo a media mañana. El Pequeño Príncipe de Saint-Exúpery, en algunos aspectos, es más profundo y exacto que el Príncipe de Maquiavelo.
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