"Estamos aquí buscando a más víctimas que hayan sufrido abusos por parte de sacerdotes, por monjas, para que tengan voz, para que nos cuenten sus historias", ha señalado Rita Milla, miembro de SNAP.
Carolina García | Prensa
Miembros de la Red de Supervivientes de las Víctimas de Abusos (SNAP, por sus siglas en inglés) y del Centro para los Derechos Constitucionales (CRR) de EE UU, que han presentado una demanda por crímenes contra la humanidad contra Benedicto XVI ante la Corte Penal Internacional por los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia católica, han protestado hoy ante la catedral de la Almudena de Madrid. Los concentrados han pedido a la Archidiócesis de Madrid que "haga entrega de documentos relacionados con las violaciones, agresiones sexuales y torturas cometidas por sacerdotes y relacionados con el empeño de funcionarios de la Iglesia en encubrir dichos delitos". "Sabemos de unos 20 casos en España de personas que se han puesto en contacto con nosotros, aunque creemos que se han dado muchos más", ha manifestado Vincent Warren, director ejecutivo de CRR. Con Madrid ya son once las ciudades europeas que estas víctimas de abuso por parte de sacerdotes han recorrido, mañana es la última etapa. El sitio elegido, el Vaticano.
"Estamos aquí buscando a más víctimas que hayan sufrido abusos por parte de sacerdotes, por monjas, para que tengan voz, para que nos cuenten sus historias", ha señalado Rita Milla, miembro de SNAP.
Este grupo de víctimas de abusos aseguran que su protesta no es contra la Iglesia, ni contra la fe, ni contra la religión, sino contra los religiosos que cometieron esas agresiones sexuales y para que estas no vuelvan a repetirse.
"Cuando tenía 16 años, un sacerdote abusó de mí. Duró cuatro años. Yo quería ser monja, no tenía novio y era muy callada. Y él me hizo prometer no decirle nada a nadie", ha contado Milla. Abusaron de ella más curas, hasta que uno la dejó embarazada. "No sé cuál fue porque eran muchos", afirma. Para esconder lo ocurrido, fue enviada a Filipinas para tener el niño: "Debía dejarlo allí y regresar como si nada hubiera pasado". Una vez en ese país, enfermó, avisó a su familia y entonces se descubrió todo.
Esto le hizo pensar que tal vez lo que ella había vivido le había pasado a otras personas, y decidió denunciar: "Regresé a los EE UU y conté a los obispos lo que había pasado, investigaron y descubrieron que era verdad, pero tras la investigación no hicieron nada. Les trasladaron a Filipinas; lo descubrí años después".
Phil Saviano tenía 12 años cuando comenzaron los abusos por parte del sacerdote David Holly, que duraron un año y medio, según relata. "Me obligaba a hacerle sexo oral y masturbarle, yo lo odiaba. Decía que no, pero él me agarraba y me forzaba. No pude hablar de ello hasta 40 años después, en 1992. Me sentía muy culpable. Cuando denuncié y descubrí que mi cura seguía siendo cura y que había sido trasladado de centro a centro, me hundí. Había abusado de más de una docena de niños".
La presidenta de SNAP, Barbara Blaine, también sufrió abusos. Fue violada con 12 años, afirma. "Lo devastador fue darme cuenta de que podía haber denunciado las agresiones y haberlas evitado". En su parroquia de Ohio todo el mundo conocía el comportamiento del cura que abusó de ella. "Cuando lo conté no me creyeron, no mantuvieron sus promesas y me dijeron que solo me había pasado a mí. Encontré a otras víctimas años después, empezamos a hablar y descubrí que todos los responsables eclesiásticos nos decían lo mismo", ha declarado. "Mi fe está en Dios, no en Benedicto XVI ni en los cardenales. Creo que si Jesús estuviera aquí, estaría con nosotros, no con el Papa", ha aseverado.
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