domingo, 2 de diciembre de 2012

Vuelven las guerras coloniales: ¿Qué hace España en Malí?


mali-Bamako_2207922bNAZANIN ARMANIAN / PUBLICO.ES – A la sombra de la crisis económica del capitalismo, las guerras coloniales vuelven a estar de moda. La siguiente víctima será Malí, alias “futuro Afganistán africano”.
¿El pretexto? El terrorismo islámico —¡cómo no!— y encima en las puertas de Europa. Al parecer, la marca de Al Qaeda, como la de MacDonald’s, abre sucursales para alimentar a las compañías de armas y de recursos naturales. España sigue con los ojos cerrados las órdenes de EEUU y Francia, y desde la base aérea de Gando de Las Palmas de Gran Canaria va a prestar apoyo logístico en la posible intervención de la OTAN en Malí. El “éxito” de la Alianza en Libia —dejando miles de muertos y un país devastado, entregado luego a sus aliados en el extremismo religioso—, le anima a realizar su segunda hazaña por aquel continente.
La compleja situación de Malí, país con 12 millones de habitantes, el tercero más empobrecido del mundo (después de Níger y Afganistán) se convirtió en caótica tras la desaparición de Gadafi —uno de los pilares de estabilidad en esta región—, y se agravó aún más, cuando miles de tuareg refugiados malienses en Libia regresaron a la zona norte de su país, coreando su voluntad de independencia. Con la ley de Murphy en el trasfondo, el 22 de marzo el oficial Amadou Sanogo, entrenado por los marines de EEUU, derroca al presidente Touré, por su incapacidad de luchar contra los separatistas, y sin crear un gobierno fuerte, acaba con el poco gobierno que había, solicitando una intervención militar a la ONU. Caos aprovechado por los tuareg para declarar autónoma la zona norte.
En estos desiertos, además de pobreza, beduinos tuareg, nómadas argelinos y mauritanos se encuentran los salafistas del FIS argelino que junto con otros islamistas colaboraron con la OTAN para acabar con el “infiel” Gadafi, y ahora batallan en las mismas filas contra los tuareg “no musulmanes”.
La OTAN aplica su juego del “bombero pirómano” en África. Armó a los alqaedistas para derrocar al líder libio, y envió a parte de ellos a la frontera turco-siria para derrocar a Bashar al Assad, mientras, supuestamente, lucha contra ellos en Malí, Irak, Afganistán, Yemen y Somalia. Sino, ¿de qué otra manera hubiera mandado a sus tropas a África?
La misión de “liberar” la zona dominada por los tuareg prevé que los países africanos, entre ellos Argelia, envíen a partir de abril de 2013 a unos 3.500 efectivos en concepto de carne de cañón, comandada desde la retaguardia por el presidente francés Hollande (que hará de Bush europeo), que será ayudado por drones americanos. Si el gobierno de Malí no colabora, le aplicarán la política del ahogamiento económico, evitando las importaciones desde los países vecinos a un Malí sin salida al mar.
Desestabilizar Malí es otro grave error de EEUU, incluso desde el punto de vista de sus propios intereses, lo mismo que cometió en Irak, Afganistán y Libia. Supondrá más desgracia para los malienses y mayor incertidumbre en la región azotada.
¿Por qué Malí?
Malí es la primera víctima colateral de la intervención de la OTAN en Libia, el 85% de su población vive por debajo del umbral de una pobreza que les deja sin vida antes de los 48 años, a pesar de ser el tercer productor de oro del continente —después de Sudáfrica y Ghana—, que es controlado por el gigante británico Gold Fields. Malí es, además, una de las escasas reservas de uranio del mundo, explotadas por las compañías francesas, que se niegan a dejar en el país algunas migas de su monumental beneficio del robo de dicho bien. Las economías occidentales en recesión necesitan recursos naturales baratos, y también nuevos mercados (sino miren los acelerados viajes de sus mandatarios por el “Tercer Mundo”) ignorando a los verdaderos dueños de aquellas tierras y sus necesidades. A Malí, además, ya van llegando los exploradores de petróleo.
Por otra parte, la propia OTAN, la alianza militar más amplia de la historia (28 miembros, y una treintena de socios), como cualquier empresa debe tener actividad para no desparecer, y África es su nuevo destino, donde de paso venderá muchas armas a todas los lugares en conflicto y a los países vecinos (¡por la amenaza terrorista!), y de paso intentará desalojar a millones de chinos que buscan lo mismo en este continente, con métodos menos agresivos. El control sobre Malí, le otorgaría a la OTAN una posición privilegiada en cuanto a base de operaciones militares, ampliando el parámetro del Africom, el comando de EEUU para África, y pondría en marcha la Fuerza de Reacción Rápida en Sahel, amplio cordón que atraviesa África desde el Océano Atlántico hasta el Mar Rojo.
Otro punto destacable en este conflicto es el papel de Qatar y de Argelia. Los jeques reaccionarios del pequeño país, tras su incursión militar por Libia y mientras participan en el baño de sangre de Siria, en virtud del país ad-hoc a la OTAN se han volcando en desestabilizar Malí, financiando junto con Kuwait y Arabia Saudi a los islamistas del norte, para impedir que el gobierno central recupere la zona. Forman parte del escenario personajes pintorescos como Iyad Ag Ghaly, defensor del Islam puro, próximo a los servicios secretos de Arabia, en contacto con los que secuestran a los occidentales y quien recibe los millones.
En cuanto a Argelia, las pretensiones de occidente son muy peligrosas. Hillary Clinton en su visita al país, le pidió al presidente Bouteflika, implicarse en la guerra contra Malí y de paso, aumentar la participación de la compañía General Electric en la explotación de hidrocarburo argelino. Para Europa, Argelia es un gran inversor. Acaba de ingresar 5 mil millones de dorales en el FMI y en cinco años será el tercer productor de petróleo de la región, después de Arabia y Emiratos Árabes. Con una larga frontera con Malí, Argelia es para EEUU y Francia como un Pakistán ante Afganistán, país desde donde despegarán los aviones no tripulados para bombardear Malí. El gobierno de Argel debe ver mucho beneficio en ello para ignorar que tal papel despertará a los islamistas radicales, al acecho.
Malí, es otra pieza del gran tablero de África, donde la arena del desierto cegará los ojos de los jugadores foráneos llegados del Oeste.

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