Muchos marineros de la Armada de Estados Unidos, que se vieron expuestos a la radiación de la catástrofe nuclear de Fukushima han caído enfermos, pero el Departamento de Defensa insiste en que no fueron expuestos a niveles peligrosos de radiación.Muchos de estos marineros se han unido en una demanda colectiva contra los operadores y constructores de Tokyo Electric Power Company (Tepco), Toshiba, Hitachi, Ebasco y General Electric Fukushima.Sin embargo, los marineros no pueden demandar a la Marina de EEUU debido a la Doctrina Feres, un fallo de la Corte Suprema de la década de 1950 que denega a los soldados de EEUU la posibilidad de demandar al gobierno por lesiones resultantes directamente de su servicio militar.El 11 de marzo de 2011, cuando se produjo el desastre en Fukushima, el portaaviones USS Ronald Reagan fue redirigido a la costa de Japón para participar en labores de socorro.Poco tiempo más tarde, los marineros de la nave comenzaron a caer enfermos, pero un informe del Pentágono concluyó que los marineros no habían sido expuestos a suficiente radiación o agua contaminada para causar efectos en la salud.Desde entonces, al menos 500 marineros han caído enfermos y 247 de ellos se han unido en la demanda colectiva.Sus síntomas son muy diversos: mecánicos de aviones que sufren pérdida de masa muscular sin explicación; una mujer cuyo bebé nació enfermo; cánceres, hemorragias internas, abscesos, disfunción de la glándula tiroides y defectos de nacimiento en sus hijos.Uno de ellos, el teniente Steve Simmons, anterior atleta de triatlón, sufrió pérdidas de cabello, de masa muscular, migrañas, secreción sanguinolenta e incontinencia. Sus dedos se volvieron amarillos o incluso marrones y sus pies han adquirido un color rojo oscuro. Sufre de espasmos en todo el cuerpo y tiene que usar una silla de ruedas.A pesar de ello, no ha recibido un diagnóstico concluyente por sus dolencias por parte de los médicos militares y según sus propias declaraciones, a veces se pregunta si los médicos del Departamento de Defensa están reteniendo deliberadamente el diagnóstico para que el Departamento no sea responsabilizado por ello.Incluso un médico llegó a decirle que era mejor para él no saber las causas de su enfermedad.De hecho, Simmons afirma que estuvo ingresado en un hospital militar en Washington DC junto con otros tres hombres que padecían síntomas similares y que habían servido en submarinos de propulsión nuclear; según Simmons, los hombres desaparecieron de un día para otro, y cuando preguntó por ellos, todo el mundo actuó como si nunca hubieran estado allí.Simmons cree que la Marina de EEUU hizo bien acudiendo en ayuda de Japón y no culpa de lo sucedido al comandante del USS Ronald Reagan, el capitán Thom Burke.Sin embargo, Simmons cree que el capitán no va a mover ni un dedo por revelar la verdad, pues eso le perjudicaría en su carrera militar, ya que Burke aspira a convertirse en almirante.Según Simmons:“Hay intereses personales, diplomáticos y económicos en juego. Nos han abandonado. Hay soldados enfermos por todas partes, muchos en el hospital de San Diego, o en el centro médico en Hawai. La mayoría de ellos no saben qué hacer, porque los que levantan la voz son denunciados en Internet por ser antipatriotas”Así paga EEUU (y casi todos los países) los servicios y sacrificios ofrecidos por sus soldados.Estimados soldados de todo el mundo, ¿Vale la pena ir a matar a inocentes y a desconocidos para que os acaben tratando como si fuérais basura?
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