La fracturación hidráulica o fracking, el proceso de inyectar agua mezclada con arena y productos químicos profundamente en la tierra para romper formaciones rocosas y extraer petróleo o gas natural atrapado en su interior, no cesa de ofrecernos sus “ventajas”.
Un ejemplo de ellos lo encontramos en el estado de Oklahoma, EEUU, que ha pasado de registrar dos terremotos al año a cerca de dos al día y los científicos señalan que ese aumento disparatado se debe a a los pozos de inyección de aguas residuales utilizados en el fracking.
Se da la casualidad de que Oklahoma está situada en el centro de EEUU, lejos de cualquier línea de falla.
Sin embargo, Oklahoma experimentó 585 terremotos de una magnitud de 3,0 o mayor durante el año 2014, tres veces más que los 180 que azotaron California el año pasado.
“Es algo completamente sin precedentes”, afirma George Choy, sismólogo del Servicio Geológico de Estados Unidos.
Recordemos que las prácticas de fracturación hidráulica o fracking, tan ampliamente utilizadas en EEUU, podrían extenderse en un futuro a otros países, como España, gracias al establecimiento de tratados como el TTIP.
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