Europa alerta: comprar una ensalada orgánica en el norte de Alemania podría estar financiando indirectamente a la extrema derecha
Por Marc Casanovas
El Partido Nacionaldemócrata de Alemania (NPD) no pasa por su mejor momento.“El mayor partido neonazi desde 1945” obtuvo sus peores resultados en las elecciones federales de ese año con un 0,4% de los votos. Aunque siguen manteniendo representantes en el Parlamento Europeo, la táctica del miedo, el racismo y la falta de trabajo para los alemanes blancos de pura raza ya no asegura ningún voto. Por eso su discurso ha virado sorprendentemente hacia un nuevo eje vinculado históricamente a la izquierda: el vegeterianismo, el veganismo y las granjas de agricultura orgánica.
Les llaman “Bio-Nazis” e incluso Politico ya les dedica un extenso artículo donde se explica el interés de la extrema derecha por limpiar su discurso apropiándose peligrosamente de ideas verdes y ecologistas como los derechos de los animales y la producción de agricultura local.
Este tipo de apropiación no es nueva porque la “comida natural” ha sido parte fundamental de diferentes ideologías en Alemania y muchas de ellas completamente opuestas. Buen ejemplo de ello es el nazismo que siempre hizo bandera del espíritu del pueblo (Volkgeist) y del retorno a la naturaleza y a las zonas rurales donde se mantenía intacto el último feudo de la Alemania pura.
Así pues, la dieta y la política siempre han ido estrechamente ligados durante el siglo XX en Alemania, pero ahora esta conexión está cambiando sensiblemente: el discurso del comer limpio (clean eating) se está apoderando de la extrema derecha. Sorprende encontrar videos en Youtube con supremacistas blancos alemanes recomendando dietas sin proteína animal y aconsejando recetas vegetarianas para “arios puros”.
Desde 2012 la Fundación Heinrich Böll de los animalistas verdes alemanes viene alertando de este fenómeno creciente en la Pomerania occidental al norte del país, pero ahora han sido más directos con su mensaje: “comprar una ensalada orgánica en el norte de Alemania podría estar financiando indirectamente a organizaciones de la extrema derecha”.
No es ninguna broma: el Partido Nacional Democrático neonazi de esta zona se ha opuesto históricamente al uso de la ingeniería genética (manipulación directa de los genes de un organismo vivo) y han invertido en energías renovables basadas en el carbón. Por lo tanto, estaban bien posicionado para presentarse como defensores del medio ambiente de cara a la galería.
Un vistazo a revistas bávaras como Umwelt & Aktiv (Medio ambiente y activismo) muestra portadas de paisajes bucólicos de la campiña alemana con mensajes de la protección de la patria. Parece todo muy inofensivo, pero entre varios artículos sobre hierbas autóctonas, la defensa de los delfines e información para combatir la desaparición de las abejas se esconden panfletos xenófobos escandalosos como los jardines para la infancia en los bosques para erradicar las guarderías multiculturales de las ciudades o la barbarie de la carnicería halal del fundamentalismo islámico.
Tampoco es casualidad que hace 3 años saltara a la luz pública el pueblo de Jamel por ser el pueblo más nazi de Alemania y el cuartel general de NPD. Granjeros y agricultores mezclados con “locales sociales” donde se camuflaban skinheads de toda Alemania. Vacas y cabras en ranchos con paredes pintadas con la iconografía nazi.
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