Sea que Osama estuviera ya muerto, que lo tuvieran en la mira desde hace años, que lo detuvieran y lo mataran a sangre fría, es evidente que quieren reciclar un cadáver político.
Fernando Dorado
Asesinan a OSAMA para “revivir” y “rehacer” a OBAMA
Popayán, 4 de mayo de 2011
El asesinato de Osama Bin Laden está íntimamente conectado a la revolución árabe y a la decadencia imperial capitalista.
Sea que Osama estuviera ya muerto, que lo tuvieran en la mira desde hace años, que lo detuvieran y lo mataran a sangre fría, es evidente que quieren reciclar un cadáver político.
Las revoluciones pacíficas árabes habían enterrado el proyecto yihaddista de Bin Laden[1], pero los EE.UU. necesitan resucitar la “amenaza terrorista” del fundamentalismo islámico.
Tal hecho demuestra que la mayor preocupación de las cúpulas capitalistas de los EE.UU. es controlar – política e ideológicamente – a su propia población.
Quieren que el pueblo estadounidense olvide los ideales pacifistas con los que eligió a Obama.
Las clásicas fórmulas imperiales de incentivar el nacionalismo expansionista usando los principios de la libertad y la democracia se agotaron hace un buen rato. Ya no sirven.
Las “guerras preventivas” son su reemplazo. Son hechas con hijos de inmigrantes y mercenarios pero en lo fundamental se juegan en los medios de comunicación.
El exiguo impacto político de la intervención en Libia mostró que el pueblo norteamericano no está interesado en guerras. Kadaffi ya no es el “ogro” que genera temor.
Frente a la crisis de la táctica guerrerista imperial, los pueblos árabes – aparentemente sin ninguna guía, a puro instinto – vienen impulsando una estrategia pacifista que ya dio resultados en Túnez y en Egipto, y tienen contra las cuerdas a otros gobiernos de la región.
Están siguiendo los pasos de los pueblos sudamericanos que retomaron la esencia de la lucha política en la década de los años 90s del siglo XX. Han puesto en práctica el legado de Gandhi y Luther King, de la juventud norteamericana que derrotó la guerra de Vietnam, de Mandela y las orientaciones de Fidel elaboradas a partir de la caída del Muro de Berlín (1990).
Los derrocamientos pacíficos de Bucaram, Mahuad y Gutiérrez en Ecuador, de Lozada en Bolivia, las elecciones de Chávez, Evo y Correa, y la derrota de los golpes de Estado en Venezuela (2002) y Ecuador (2010), así como la resistencia heroica del pueblo hondureño, se enmarcan dentro de esa estrategia de resistencia civil exitosa.
Pero también emulan al mismo pueblo y trabajadores estadounidenses. Éstos ya derrotaron la política guerrerista cuando eligieron a Obama. El problema es que fueron traicionados por quien encarnaba esa lucha. Ahora no tienen líder.
Se explica así por qué los halcones neo-conservadores son los que hoy dirigen la campaña de reelección de Obama. El asesinato de Osama Bin Laden se inscribe dentro de esa lógica. Necesitan revivir – matándolo – al símbolo de la “amenaza islámica”. Requieren con urgencia atemorizar a su pueblo para que avale la “guerra defensiva”.
Frente a esa estrategia diseñada para engañar a las masas en la metrópoli imperial, basada en construir enemigos “comunistas”, “fundamentalistas”, “narco-terroristas” y demás, los pueblos y trabajadores del mundo tenemos que profundizar las tácticas políticas y métodos de lucha civilista que han mostrado gran efectividad.
Debemos proponernos como objetivo inmediato conquistar políticamente a los pueblos y trabajadores estadounidenses, europeos y japoneses. Para hacerlo no podemos caer en las trampas que los estrategas imperiales nos colocan. Debemos actuar con inteligencia global.
Sólo lo lograremos si ponemos al frente reivindicaciones efectivamente humanitarias. Una ofensiva planetaria por la Paz, contra el hambre y por el restablecimiento del equilibrio ambiental, está a la orden del día. Las banderas nacionales y sociales deben estar allí, pero subordinadas a una estrategia política de amplia cobertura internacionalista.
El “defensismo nacionalista” no es – en este momento – nuestra mejor carta. Es llevarle agua al molino de la máquina imperial guerrerista.
[1]Ver: Jáled Harub, “Las revoluciones árabes acaban con la ideología y el discurso de Al Qaeda”. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=127594
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