Grecia va por el 3º plan en el lapso de un año y vio como su deuda y déficit han ido creciendo al ritmo del empobrecimiento de la población. Mismo destino le espera a Irlanda, Portugal y España.
Thomas Coutrot, Pierre Khalfa, Verveine Angeli y Daniel Rallet | Diario Libération
Traducción Diana Cordero para Insurrectasypunto y Kaos en la Red
Grecia va por el tercer plan en el lapso de un año y vio como su deuda y su déficit han ido creciendo al ritmo del empobrecimiento de la población. El mismo destino le espera a Irlanda, Portugal y España.
Se encuentra a la espera de ser aprobado en el Parlamento Europeo un paquete de seis propuestas legislativas para una nueva política económica de la Unión Europea. Mientras tanto, los gobiernos europeos suscribieron en marzo un "pacto del euro."
¿De qué se trata? La nueva gobernanza europea intenta colocar bajo mayor vigilancia los presupuestos nacionales para reforzar las sanciones contra los estados con déficit excesivo y limitar el crecimiento de los gastos públicos. Una medida -que ya ha sido tomada- completa el dispositivo: el "semestre europeo", que se pretende presentar al Consejo y a la Comisión de presupuestos de los estados antes inclusive de haber sido discutidos por los parlamentos nacionales. El pacto para el euro, siguiendo la propuesta Merkel-Sarkozy de establecer un pacto de competitividad, tiene por objetivo, claramente, aumentar la flexibilidad del trabajo, para evitar aumentos de salarios y reducir los gastos de protección social.
Estas medidas son tomadas en nombre de un argumento de aparente sentido común. Los Estados no pueden pedir ayuda a la Unión si no hay reglas. Pero, en ausencia de un debate democrático sobre las políticas económicas a adoptar, las actuales medidas acaban por debilitar los parlamentos nacionales en beneficio de los Ministerios de Finanzas y de la tecno-estructura europea.
¿Y de que ayuda se trata? Los montos prestados por la Unión son obtenidos en los mercados a intereses relativamente bajos y prestados a los Estados que están en dificultades a tasas de intereses cho más elevadas. Es el pueblo que paga el precio más alto con la implementación de planes de austeridad drástica, arruinando cualquier hipótesis de recuperación económica. Prueba de ello es el ejemplo patético de Grecia, ahora en su tercer plan en el espacio de un año, que vio como su deuda y su déficit han ido creciendo al ritmo del empobrecimiento de la población.
Mientras tanto, los bancos pueden continuar refinanciándose junto al Banco Central Europeo (BCE) con tasas ridículas, y a prestar a los estados con intereses mucho más altos. Así, en febrero, las tasas a dos años para Grecia pasaron del 25%. No son las personas que reciben ayuda, son los bancos y los bancos europeos, en particular!
El mismo destino aguarda ahora a Irlanda, Portugal y España. Pero todos los países europeos reciben el mismo tratamiento. Los gobiernos, el BCE, la Comisión y el Fondo Monetario Internacional (FMI) usan la purga social como los médicos de Molière usaban la sangría. En una Europa de economías totalmente integradas, donde los clientes de unos son los proveedores de los otros, tales medidas llevan a una lógica recesiva y, por lo tanto, a una reducción de las ingresos fiscales que van a alimentar todavía más el déficit. Socialmente desastrosas, son económicamente absurdas.
Pero, nos dicen que no había otra opción. Es preciso "asegurar los mercados.” Reconocemos aquí el argumento final, el famoso "Tina", que fue, en su tiempo, utilizado por Margaret Thatcher: "There is no alternative." En verdad no hay alternativa, si continuamos sometiéndonos a los mercados financieros. Este es el punto cardinal y el punto de partida de cualquier política. Para la votación del Parlamento Europeo marcada para junio, esperamos que los partidos de la izquierda europea se nieguen claramente a votar propuestas con consecuencias dramáticas para la población.
Es posible – y hoy indispensable – una verdadera ruptura: esta va a consistir no en "tranquilizar a los mercados", sino en organizar su desmantelamiento sistemático, comenzando por retirarles el primer instrumento de chantaje: la posibilidad de especular con las deudas públicas. Antes de la crisis, el origen de la deuda estaba en la caída del ingreso monetario debida a los beneficios fiscales otorgados a las familias más ricas y a las empresas. En el momento de la crisis financiera, los Estados fueron forzados a inyectar cantidades masivas de liquidez en la economía para evitar que el sistema bancario entrase en colapso y que la recesión se transformase en depresión. La explosión de los déficits tiene, por lo tanto, sus raíces en el comportamiento de los operadores financieros que son la causa de la crisis.
Las deudas públicas son, en gran parte, ilegítimas y, por lo tanto, una auditoria pública de la deuda permitirá decidir lo que será reembolsado o excluido. El BCE deberá poder, bajo supervisión democrática europea, financiar los déficits públicos coyunturales.
Una reforma fiscal amplia, tanto a nivel nacional como europeo, permitirá encontrar espacio de maniobra a la acción pública. Tales medidas requieren, por lo tanto, voluntad política para romper con el dominio de los mercados financieros sobre la vida económica y social. Esta voluntad política, de momento, no existe. Será preciso imponerla. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, habló de una "revolución silenciosa" a propósito de las medidas tomadas por la Unión Europea. Preferimos hablar de contra-revolución, pero, mientras que Durão Barroso se alegra, nosotros solo podemos lamentar el casi silencio, especialmente de Francia, sobre estas cuestiones que son, no obstante, capitales. Como gritan los manifestantes de la Puerta del Sol: "No es una crisis, es un atraco". Estas políticas ponen a la Unión Europea contra la pared: es el momento de inventar otra cosa.
(*) Thomas Coutrot, co-presidente de Attac França; Pierre Khalfa co-presidente de fundación Copérnico; Verveine Angeli, sindicalista; Daniel Rallet, sindicalista. Publicado en el diario francés Libération, el 7 de Junio de 2011.
N. de T.: Gobernanza. Según la DRAE, el uso más reciente de este término es “ f. Arte o manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional duradero, promoviendo un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía” La palabra gobernancia, que es utilizada a veces como sinónimo en castellano, muy posiblemente como consecuencia de intentar traducir directamente del inglés, no aparece en el DRAE.
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