lunes, 13 de junio de 2011

Indignadores e indignados

Pajaritos y escopetas, seguidores y seguidos, soñadores y soñados. La dialéctica de la dominación ¿es parte de la vida?
Raúl Bracho
Carlos Marx define a la sociedad capitalista como una sociedad decapitadora del hombre, que rompe su integralidad, que quita el placer del trabajo para cambiarlo por la explotación, el disfrute del buen vivir por la sobrevivencia en un mundo que todo lo reglamenta el mercado. Los amos del imperio someten al resto de los mortales, vivir se traduce en trabajar para subsistir y apetecer sus ofertas de productos maquillados de placer, el hedonismo capitalista nos hace adictos al capital, nos sometemos como algo irremediable y al recibir el salario corremos desesperado a vaciarles sus vitrinas, a hipotecarnos para aparentar una felicidad que nunca existe ni complace sino brevemente hasta repetirse el ciclo. El hombre y la mujer de la sociedad capitalista ha perdido el verdadero valor del vivir, la moralidad, la sencillez, la armonía con la naturaleza de la que ya ni nos acordamos ser parte ya quedan lejos de los grandes moles y centros comerciales, todo tiene etiqueta, todo tiene marca, todo un precio y una carga de apetencia para someternos insaciablemente al consumo.
¿Qué indigna a las generaciones de la Plaza del Sol y el resto del planeta? El vacío de sentido y de futuro, la injusticia, la falta de un proyecto de vida posible y provisor, la esperanza de una existencia plena y la añoranza de los verdaderos valores. Entre los indignados del siglo XXI y   la generación Hippie hay un denominador común, un rechazo al sistema. Los primeros se fueron al campo, los segundos van a las plazas. Se hacen visibles y pasan a crear nuevas formas de organización espontáneas, los indignados se enfrentan a la sociedad rompiendo con todo el pasado que existe, con las derechas y las izquierdas, con demócratas y republicanos, porque cualquier bando fue impuesto y se debe crear una nueva forma de expresar la rebeldía.
Nadie debe convocar desde un centro para que todas y todos acudan, el rumor, el boca a boca, radio bemba como se llama en Venezuela, es la herramienta utilizada.
Hay que romper la hegemonía imperial y sin embargo el sistema sigue funcionando de forma feroz, atropella pueblos y bombardea ciudades, quita y pone gobernantes, desmejora descaradamente las condiciones de vida de todas y todos. ¿Qué más hay que hacer después de la indignación? Hay mucho por hacer, los indignados son un peligro social porque son un vacío a un sistema que no funciona sin dominados, sin explotados, sin sometidos. Para ser sometido, explotado o dominado debemos ser seres capaces de ser engañados. La conciencia del indignado es una conciencia despierta y contestataria, rebelde e indoblegable, esa conciencia cada día será más poderosa si se enfoca a crear el vacío en las instituciones, a tomar no solo las plazas sino los palacios de gobiernos, alcaldías y congresos, esa conciencia se multiplicará al hacer que la humanidad descubra su poder de participación en el destino que le pertenece. Es la nueva clase social que es capaz de detener el funcionamiento del sistema. Dejando de ser seres fragmentarios, retomando la integralidad, el hombre y la mujer nueva que proclama Ernesto Che Guevara.
Los Indignadores no se quedarán sentados esperando que este movimiento tome más cuerpo, desde ya debe estar infiltrándolo, aprovechándose de su falta de verticalidad,  la sola presencia de los “Anónimos” es una señal de la presencia de fuerzas de derecha ante un fenómeno social poco fácil de predecir. Los indignados tienen una gran tarea que hacer, pero la imaginación que aporta la sangre joven será capaz de brincar toda trampa o muralla que trate de desvirtuarlos, es la fuerza indetenible de la historia,  que junto a las fuerzas de los pueblos levantados de centro y sur América cobrarán cada día una importancia mas determinante.
El año 2.012 está predestinado a cambios trascendentales en el destino de nuestra humanidad, una nueva correlación de fuerzas se reacomoda para las enfrentas entre el pasado y el futuro, entre la muerte y la vida, entre la esperanza y la fatalidad. Debe comenzar el tiempo en que se acaba esa etapa de la vida dicotómica y se abra el camino de la unidad de conciencia, de especie, de raza.
¡Venceremos!

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