Muchas necesarias precisiones hemos callado, en segunda vuelta, por la necesidad de consolidar un frente único contra la candidatura de la corrupción, la ignominia y el deshonor. Hoy es hora de hablar.
Carlos Angulo Rivas
La reconciliación nacional no significa "borrón y cuenta nueva."Coletillas al Margen No se equivoque Usted, amigo Humala
Carlos Angulo Rivas*
En primer lugar quiero felicitarlo por su triunfo electoral en una situación límite de confrontación con los poderes fácticos constituidos en mafia, donde se reunieron en un solo puño Alan García, Alberto Fujimori, Pedro Pablo Kuczynski, Luis Castañeda y la prensa asalariada por las corruptas empresas nacionales y transnacionales. En la historia del país no es la primera vez que ocurre una alianza de este tipo en defensa de oscuros intereses que nada tiene que ver con el desarrollo de la nación. No está de más recordarle algunos pasajes de su discurso político que suscitó el apoyo mayoritario del pueblo, de los intelectuales independientemente de sus colores políticos, las organizaciones regionales, las campesinas, las de mujeres y las de los trabajadores encabezados por la CGTP.
Muchas necesarias precisiones hemos callado, en la segunda vuelta, por la necesidad de consolidar un frente único contra la candidatura de la corrupción, la ignominia y el deshonor. Sin llegar a una confrontación, hoy es necesario destacar la importancia de las promesas electorales hechas en sus recorridos por el país y en el debate presidencial. Sabemos de memoria que su gobierno no será de izquierda sino a duras penas progresista, y esto último siempre y cuando cumpla ciertas premisas en el camino de la revolución ética y moral. El pueblo no exige, por ahora, una revolución social sino apenas una muestra de identidad con los valores morales, decentes y espirituales de cualquier nación que se estime.
Ni en su muy criticado plan original de gobierno, ni en la consensuada “hoja de ruta” de la segunda vuelta electoral, existen indicios de un cambio sustancial del modelo neoliberal vigente. Su plan original ha pasado a ser un proyecto referencial y su nuevo equipo económico sostiene que no hay lugar a “temores” por cuanto se mantendrá el actual manejo macroeconómico. Sin embargo, a pesar de los mensajes claros que emanan de la “hoja de ruta” y de estas declaraciones ratificando las “bondades” del libre mercado, los sectores mercantiles y financieros de la mafia derrotada insisten en crear el “pánico” de la fuga de capitales.
En el Perú y en cualquier parte del mundo las Bolsas de Valores son volátiles. Y lo son, por la simple razón de que en su mayor porcentaje está constituida por “especuladores de a río revuelto ganancia de pescadores” bien lo sabe el ciudadano norteamericano Pedro Pablo Kuczynski, quien al saber los resultados de perdedor incitó a la corrida y después del susto metido, él mismo se puso a comprar acciones en la Bolsa a través de las empresas que asesora como broker internacional. Así es PPK, que no sólo mete miedo sino, además, llena sus alforjas. La manipulación que observamos es perfecta porque de lo que se trata es de encimar a la opción ganadora y al propio Ollanta Humala. La prensa corrupta hace el eco necesario a PPK y de una vez exige que se nombre al próximo ministro de Economía y por qué no, al gabinete ministerial completo.
Sería torpe seguir tales consejos. Indudablemente, la prensa corrupta está hambrienta de ganar agua para sus molinos; por tanto exhibir, de parte de Ollanta Humala, a sus colaboradores claves en estos momentos perjudicaría a su próximo gobierno, puesto quellegaría a la juramentación del 28 de julio con personajes zarandeados de mala fe y por adelantado. La ultra derecha perdedora está derrotada electoralmente pero sigue vivita y coleando. No se debe prestar atención a sus recomendaciones. El equipo debe ser escogido en su momento y de acuerdo a los informes de la Comisión de Transferencia de Gobierno, no debe olvidarse, ni por un segundo, que se está recibiendo una administración corroída por la corrupción y la inmoralidad. Humala debe tomarse el tiempo necesario para conformar un buen equipo de gobierno.
Mucho se viene hablando de la concertación y el consenso, y sobre todo de la reconciliación nacional. Loables propósitos después de una campaña electoral polarizada y una “guerra sucia” iniciada por quienes, hoy perdedores, no quieren conversar sino imponer. Mario Vargas Llosa, Alejandro Toledo, ambos defensores de la candidatura de Ollanta Humala, han llamado a la reconciliación nacional o del pueblo peruano e inmediatamente han sido mal interpretados, pues la normalidad y la calma para empezar con buen píe un nuevo gobierno, no significa impunidad para los crímenes cometidos por los gobernantes ni tampoco para los saqueos multimillonarios obrados contra el estado peruano. Y este objetivo lo confirma el escritor afirmando con relación a Fujimori: "Una cárcel de broma para alguien que ha sido condenado por crímenes y robos a 25 años de cárcel, que no debe tener unas condiciones de privilegio que me parecen absolutamente incompatibles con esas sentencias."
“Los ladrones deben devolver las montañas de dinero que se llevaron” señaló Ollanta Humala durante el debate presidencial y quienes votaron por él le han tomado la palabra. Unos ladrones están en la cárcel, otros están fuera y los terceros están fugados. “Lucharé contra la impunidad,” también manifestó el ahora presidente electo, pues bien, a cumplir la palabra empeñada. La continuidad del modelo económico neoliberal, con mínimos cambios para lograr una mejor redistribución del ingreso y la inclusión de vastos sectores populares, está asegurada. Ni por asomo vemos un cambio fundamental. Vuestros electores, amigo Humala, no tienen miedo y quienes perteneciendo a las clases populares no votaron por Usted, se irán convenciendo, en el camino, de los beneficios de un gobierno de inclusión social.
El tema económico, por consiguiente, sin dejar de ser importante tiene su propio curso, más aún si como anuncia el equipo económico no habrá variantes de fondo ni forma respecto al manejo macroeconómico inscrito en las reglas del libre mercado y la globalización. Nos preocupa, en cambio, amigo Humala, las manifestaciones inequívocas de aflojamiento, relajación y distensión, respecto al expediente de la inmoralidad y la corrupción. Su vicepresidente Omar Chehade mediante argumentación legal precisa postula a que la ley sea igual para todos los ciudadanos, incluido el reo Alberto Fujimori. Y al parecer Usted y el señor Lerner Ghitis, quieren que de este mal ejemplo se hable en voz baja, como cuando el cardenal Opus Dei, Cipriani, criticó el asunto de las criminales esterilizaciones, sin conocimiento y consentimiento, practicadas a las mujeres humildes del país.
Usted, amigo Humala, nos dice que el tema Alberto Fujimori no es prioritario y Lerner considera inoportunas las declaraciones de Omar Chehade. Pues, ambos están muy equivocados porque el país precisa y ha votado por una política indiscutible y hasta axiomática, con relación a la corrupción y los síntomas de total infección que asola el Perú. La reconciliación nacional y de todo el pueblo peruano atraviesa por la urgente necesidad de recobrar la salud ética y moral que, además, es la única revolución posible del variopinto frente único formado en torno a su persona. No lo olvide. De ninguna manera sus electores desean el “borrón y cuenta nueva” tradicional entre los políticos peruanos.
Interesadamente, los iracundos, feroces y rabiosos, fujimoristas y la prensa podrida, hablan de animadversión, odio y revancha, cuando se quiere aplicar la ley dada por el mismo Fujimori, olvidando la “guerra sucia” que emprendieron contra Ollanta Humala, sin dudas ni clemencias. La ecuanimidad e imparcialidad para ejercer la justicia; la entereza, probidad y rectitud de los jueces; la severidad y firmeza de aplicar la ley; es la ruta del estado de derecho. Y por principio de jurisprudencia la legislación se aplica por igual a todos los ciudadanos sin distinción de creencias religiosas, ideologías, razas, sexo, etc. El caso de Alberto Fujimori es singular, pues es un reo mimado y favorecido por Alan García, uno que goza de los privilegios de una mansión cinco estrellas, destinada a la política partidaria y ha llegado a recibir hasta 300 visitas diarias, según denuncias periodísticas fundamentadas. Todo ello bien lo sabe la ciudadanía.
El próximo ministro de Justicia deberá tomar cartas en el asunto. Y aunque no lo crea el comandante Ollanta Humala, este debe ser un tema prioritario. Prioridad uno, ya que si quieren hablar de odio, venganza y revancha, tenemos frente a nuestros ojos el caso emblemático de su hermano, Antauro Humala, quien por un delito inmensamente menor, la toma de una comisaría de provincias, en comparación a los crímenes cometidos por Alberto Fujimori, sufre el rigor de la cárcel común en Piedras Gordas.
*Poeta y escritor peruano.
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