El capitalismo es responsable directo e inequívoco de millones de víctimas que sufren sus consecuencias devastadoras y aniquiladoras en el mundo, por la imposición de las políticas económicas y restrictivas que el FMI y el Banco Mundial obligan a cumplir, siendo las hambrunas su consecuencia directa. Esta expansión del capitalismo también lo hace responsable por los muertos directos de las guerras, bien por la apropiación y explotación de los recursos de terceros países o bien, por la venta de armas que genera su maquinaria bélica, las cuales hay que producir y consumir, como el que consume muerte y desolación.
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La concentración de tierras y cultivos en manos de unas pocas transnacionales de la alimentación, que paradójicamente generan más alimentos de los que se consumen en el planeta, sin embargo producen hambre y muerte por los efectos de estos latifundios agrícolas, debido a que las poblaciones indígenas no pueden competir o son desplazadas de sus tierras, engullidos por la plaga mortal del capitalismo, como bien dice David Harvey : “El capitalismo salvaje debe ser llevado a juicio por crímenes contra la Humanidad y crímenes contra la Naturaleza. “
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Sin caer en agravios comparativos y sin el propósito de desmerecer ninguna víctima ni injusticia, las cuales deben ser perseguidas y juzgadas por igual, queremos poner especial énfasis en las llamadas víctimas y desaparecidos por el sistema o las crisis capitalistas a las que no se da ésta misma connotación, son las víctimas de las crisis del capitalismo despiadado, las víctimas de la dictadura de los mercados, las cuales se cuentan por millones, presas de la tiranía de los capitales: desaparecidos, torturados, desahuciados, explotados, esclavizados, desplazados, marginados, expoliados, vejados, robados, empobrecidos, excluidos y todo como consecuencia de los daños ocasionados por las injusticias y estafas del sistema capitalista actual y dominante, las víctimas de la especulación, del déficit, de la devaluación, de las quiebras y las estafas financieras o de los antojos de la estructura capitalista, de esta plaga devastadora, ama y señora de los mercados.
Estas victimas, lejos de ser compensadas son maltratadas, no solo con la pérdida del nivel adquisitivo sino también, siendo víctimas de los ajustes, en definitiva, víctimas de los caprichos especulativos que como consecuencia final recaen siempre sobre los más vulnerables, “los parias de la tierra”.
Estas victimas, lejos de ser compensadas son maltratadas, no solo con la pérdida del nivel adquisitivo sino también, siendo víctimas de los ajustes, en definitiva, víctimas de los caprichos especulativos que como consecuencia final recaen siempre sobre los más vulnerables, “los parias de la tierra”.
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Y como el efecto mariposa, capaz de aletear en un lado del universo y en el otro sufrir sus consecuencias, en forma de hambrunas, crisis del sistema, consecuencias que desde el principio de los tiempos siempre sufrieron los mismos, así manejan sus hilos los financieros, banqueros y ejecutivos alterando el ciclo natural, matando y dando vida a quien ellos eligen y destruyendo a su antojo la vida de las personas, bien con guerras o bien con la deuda y la especulación, pero en definitiva con espantosas consecuencias en todos los casos. Y sin embargo, al igual que cualquier otro conflicto de naturaleza bélica, estas reglas del juego causan todo tipo de desdichas enfermedades, hambre, desolación y muertes, en definitiva, indefensión y desolación en cualquier sentido.
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La psicología moderna dice hoy haber descubierto un defecto en las mentes de los ejecutivos de Wall Street – la falta de empatía – por eso su ausencia de culpabilidad, similar a la falta de dignidad que sufren los enfermos de ludopatía, en definitiva, viven en un gran casino donde juegan cada día con nuestros destinos.
El mismo sistema se dota de juego de palabras para denominar a los conflictos sociales y sus consecuencias, con definiciones que se ajustan para que no se aprecie su verdadera responsabilidad, todo se estandariza, todo se normaliza de forma mediática para quitarle transcendencia, pues al robo de viviendas, le llaman desahucio, a la imposibilidad de buscarse la vida dignamente, le llaman ajuste laboral o regulación de empleo y, que importa que seas padre o madre de familia y con hijos en edad de alimentar, es un paro estructural, al suicidio por desesperación y porque te han robado la dignidad, le llaman muertes por desequilibrios metales, cuando te desprecian por defectos fiscos o capacidades metales es incapacidad laboral, cuando te marginan, es que no eres acto, al asesinato por incumplimiento de normas de seguridad, le llaman siniestralidad laboral , a la explotación, ajuste salarial, a la esclavitud, economía sumergida y así, un lago y extenso vocabulario para encubrir el genocidio social y el expolio de los bienes y derechos de las clases humildes y los trabajadores y trabajadoras y, sin embargo, le llaman reestructuración…
Este ser sobrenatural que siempre sale impune que se camufla entre las muchedumbres miserables, entre los políticos corruptos, empresarios sin escrúpulos, usureros de las finanzas, gobernantes avariciosos, manipuladores de la comunicación, esa justicia que los ampara los protege y, esa iglesia que los santifica. Es la cultura de la infamia que impregna todos los ámbitos pues ante tan solida evidencia, la propia mentalidad del pueblo llano se conforma con su cruel destino ya que, el mandamiento divino de los mercados así lo dice: siempre existirán pobres y ricos, por lo tanto, explotados y explotadores. Pero ahora, ya no somos ni pobres, sino fracasados, así imponen la responsabilidad a la propia víctima.
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