Stylianos, Alejandro, Carlos Miguel, Oswaldo y Daniel, cinco de los 13 presos hombres del 1Dmx se comunican desde el Reclusorio Norte. Es domingo 16 de diciembre y están en ayuno, en demanda de su libertad y de la derogación del artículo 362.
GLORIA MUÑOZ RAMÍREZ
FOTOS: HERIBERTO PAREDES / SUBVERSIONES AAC
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México, DF. “Los ánimos durante los últimos días vienen y van como si estuviéramos en una montaña rusa. A veces nos sentimos muy bien, con ánimo y esperanza, y otras veces simplemente entristecemos, claro, pasando por diversos sentimientos como enojo, miedo y malestar. Los días transcurren entre el asombro, la soledad y la incertidumbre pero también, nos llegan momentos de alegría, que se acompañan de una convivencia fraternal, momentos en donde nos transmitimos conocimientos, ya sea con algo tan laborioso como hacer una flor de aluminio con latas de refresco, o como aclararnos dudas sobre variados temas, por ejemplo del idioma inglés, siempre ayudando a los amigos. Las emociones más intensas y duras predominan al pasar de los días”.
Stylianos, Alejandro, Carlos Miguel, Oswaldo y Daniel, cinco de los 13 presos del 1Dmx se comunican desde el Reclusorio Norte. Es domingo 16 de diciembre y desde las 8:00 am están en ayuno, en demanda de su libertad y de la derogación del artículo 362, que los mantiene en la cárcel por los sucesos del primero de diciembre, acusados de ataques a la paz pública.
Mientras en el centro de la ciudad cientos de personas acompañan a sus familiares a exigir su libertad, ellos, desde el penal, dejan salir sus voces en un escrito que responde a las preguntas enviadas con uno de sus familiares. El ayuno, explican, “se organiza por el cúmulo de angustia y desesperación en la que nos encontramos cada día. Poco a poco lo platicamos, nos reunimos y lo evaluamos. Cada quien tomo la palabra y se decidió en conjunto. La principal demanda es nuestra liberación, así como la de la compañera Rita”.
Confinados en la sección 4 del área de ingreso, describen el lugar en el que llevan 14 días detenidos (los dos primeros los pasaron en el Ministerio Público): “Nuestras celdas son color crema, tienen baño y regadera, las camas son de metal, cada celda tiene tres y una más de cemento. Al igual que las rejas, están pintadas de azul cielo. Las celdas son de aproximadamente 2.50 por 2.80 metros, tienen compartimientos que también son de metal, donde guardamos comida, ropa, productos de higiene y distintos objetos personales. Nuestras celdas dan a un pasillo de aproximadamente 2 metros de ancho por 40 de largo, ahí también se avizoran las rejas azul cielo. Es el único lugar en el que se nos permite caminar de vez en cuando”.
El destino les jugó una mala pasada a todos. Ninguno de ellos se conocía. Y por lo diverso de sus actividades probablemente nunca hubieran llegado a entablar una conversación. Ahora comparten celda y destino: “Entre nosotros nos llevamos bien, algunas veces discernimos en los puntos de vista, pero siempre hablamos y nos explicamos dando razones a todos. Nosotros no nos conocíamos, no teníamos idea el uno del otro hasta llegar a la agencia 50 del Ministerio Público, o incluso hasta llegar al Reclusorio Norte. Nuestra convivencia es entretenida y muy divertida. Normalmente el profesor Enrique nos pone algún juego o echamos porras llevadas entre nosotros, también compartimos nuestro interés en diferentes actividades como los malabares de Obed, las artesanías de Brayan o simplemente nos reunimos a leer el periódico entre todos. Dentro de nuestra convivencia la comida es importante porque todos la compartimos, de lo que nos traen nuestros familiares elegimos un poco de esto un poco de aquello. Siempre armamos buenas cenas”.
Pero de la comida justo este domingo se olvidaron: “El ayuno comenzó hoy, 16 de Diciembre del 2012, cuando nos despertaron a las seis am, supuestamente para una revisión médica, la cual a las 12:10 aún no se realizaba. Cuando se dio el cambio de custodios, a las 8 am, fue el momento preciso en el que, simplemente con el acuerdo ya establecido, dejamos de ingerir alimentos y sólo optamos por ingerir agua, al menos las 24 horas siguientes”.
Hasta el área que comparten llegan las noticias de las actividades por su libertad. Marchas, actos culturales, mítines, plantones, conferencias, de todo están enterados. Todo eso, dicen, “nos emociona, nos mantiene vivos y con el ánimo arriba. Es una de esas cosas que nos puede aliviar nuestro desánimo y frustración. A todos y a cada uno de ellos les estamos enormemente agradecidos por confiar y luchar por nosotros. El apoyo no sólo es físico, material o anímico, sino que también nos fortalece, creemos que no lo olvidaremos nunca”.
“Esto es México” o “estás en México”, son frases que, dicen, se escuchan mucho dentro del penal. Ellos, a pesar de la situación en la que se encuentran, aseguran que “México es un lugar hermoso y con posibilidad de ser mejor cada día. La frase de “Esto es México” o “estás en México”engloba el “pues ni modo, ya te chingaste”, sin embargo “creemos que esto no es así, pues siempre está la posibilidad de hacer lo ‘mejor’ de México”.
La familia: “nada volverá a ser lo mismo”.
“Nada volverá a ser lo mismo”, afirma Ana, novia de Obed Palagot, en la fila de visitas del Reclusorio Norte, lugar al que ha trasladado su vida desde hace dos semanas. También detenida junto a su compañero durante la represión del pasado primero de diciembre, cuando se manifestaban pacíficamente contra la llegada la presidencia de Enrique Peña Nieto, hoy ve pasar sus días, como el resto de los familiares y amigos de los 14 presos a los que se les dictó auto de formal prisión, en medio de “una situación que jamás imaginamos, entre las idas a la cárcel, las reuniones con los abogados, las acciones de apoyo…hay un antes y un después del primero de diciembre”, insiste.
Ana, Obed y Rita, quien es la única mujer que permanece presa en la cárcel de Santa Martha Acatitla, se encontraban juntos el día de los disturbios iniciados por provocadores. Cuando los policías comenzaron a golpear a otros jóvenes, Obed la jaló para atrás y ahí se les fueron encima a los tres. A Ana la soltaron con los primero 15 liberados el 3 de diciembre. Su novio y su amiga permanecen en prisión.
Durante estas dos semanas no han dejado de circular videos y fotos que prueban la inocencia de Rita Emilia Nery Moctezuma (22 años), Bryan Reyes Rodríguez (26 años), Jorge Dionisio Barrera Jiménez (35 años), Osvaldo Rigel Barrueta Herrera (19 años), Eduardo Daniel Columna Muñiz (19 años), Roberto Fabián Duarte García (38 años), Carlo Miguel Ángel García Rojas (31 años), Daniel García Vázquez (24 años), Stylianos García Vackimes (30 años), Sandino Jaramillo Rojas (30 años), Alejandro Lugo Morán, Cesar Llaguno Romero (22 años), Obed Palagot Echavarría (23 años) y Enrique Rosales Rojas (50 años). “Hay la suficiente evidencia documental y fotográfica para que salgan libres”, afirma Juan Dionisio Hernández, de la liga de abogados del 1Dmx.
Este domingo los familiares y amigos se dividieron en dos. La mayor parte asistió a la marcha programada de la Estela de Luz a las puertas del gobierno del Distrito Federal, en el zócalo capitalino. Otros, los menos, se quedaron en plantón instalado a un costado del Reclusorio Norte, mientras algunos de los familiares hacían fila para visitar a los presos, quienes se mantienen “unidos y fuertes” en la sección 4 del área de ingreso, separados del resto de la población del penal, pues no han sido sentenciados.
En la fila, esperando su turno, están la mamá, hermana y novia de Bryan Reyes Rodríguez, de 26 años. Se les ve de buen ánimo. Confían en que, junto con los demás, saldrá libre, “pues no hay ninguna prueba contra él”. Ni de ninguno.
También se aparece en el patio de entrada al reclusorio la esposa de César Llaguno Romero, un trabajador, bolero de oficio, a quien detuvieron con la grasa de zapatos aún en las manos, pues se encontraba trabajando en la Alameda.
Al igual que en el área de ingreso, donde están los presos, afuera también se ha formado una comunidad. Las familias se saludan como si tuvieran mucho tiempo de conocerse, se abrazan, se dan ánimo, se comparten información. Ninguno de los familiares entrevistados se refiere sólo a su hijo, hermano, novio, sino a “todos los que están presos”.
También llegan algunos de los liberados el domingo pasado. Vienen a preguntar por sus compañeros, a ver en qué pueden apoyar, preguntan qué hace falta.
A un costado del penal, en el plantón de familiares y amigos de los presos, dentro de una casa de campaña, Alicia, de 20 años de edad, madre de una niña de un año y medio, y esposa de Juan Dionisio Barrera, trabajador administrativo de la Secretaría de Seguridad Pública, de 35 años, también preso, es la única de los familiares que también se puso en ayuno. “El primero de diciembre nos cambió por completo la vida a mi esposo, mi hija y a mí. Sólo íbamos a comprarle unos zapatos a mi hija, caminando por el Eje Central, cuando vemos que están golpeando a unos muchachos. Juan Dionisio se acerca y los trata de ayudar y ahí lo detienen y se lo suben a una camioneta”.
“Imagínate que clase de personas son las que está ahí adentro”, dice Ana, orgullosa de la calidad humana de los detenidos por haber auxiliado a algunos de los golpeados durante la represión del primero de diciembre.
“En este momento no tengo palabras para describir lo que siento por el sistema de justicia en México. No puedo”, dice Alicia, recostada en la casa de campaña en la que mantiene el ayuno, con una botella de agua a un lado.
Mientras Alicia continúa con el ayuno, la tía de Juan Dionisio acude a la marcha y al mitin frente al gobierno del DF. Ahí se encuentra a la mamá de Alejando Lugo, quien sostiene una pancarta que dice “Hijo, te quiero en casa esta Navidad”. Ella, como el resto de los familiares presentes en el acto, grita su dolor. La indignación las convierte en oradoras. Reclaman, exigen, demandad la liberación inmediata de todos sus hijos.
Los familiares marchan a la cabeza y son los oradores principales. Todo está repleto de imágenes de los 14. Figuras humanas de cartón los representan a cada uno. Hay también grandes pancartas con sus historias de vida. La de un profesor, una enfermera, un bolero, un biólogo, un músico, un estudiante…Todos inocentes. “¿Por qué, por qué, porqué nos quitan la libertad”, grita la madre de Alejandro.
Estudiantes y maestros del Yo Soy 132, maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el Frente de Pueblos de San Salvador Atenco, cientos de personas sin color y sin partido marchan por Reforma y entran por avenida 5 de mayo al zócalo de la ciudad, donde la parafernalia navideña no da espacio. En las gradas de la pista de patinaje montan las pancartas, mientras otro México se desliza en hielo.
“Marcelo Ebrard, Manuel Mondragón, Miguel Ángel Osorio Chong y Enrique Peña Nieto tienen que responder ante la sociedad y la justicia por estos crímenes que han cometido en contra de la juventud mexicana”, advierte Juan de Dios Hernández Monje, coordinador de la defensa.
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