Es uno de los videos más horripilantes de la guerra en Siria. Muestra a dos hombres que son decapitados por mercenarios sirios, uno de ellos un niño. Corta con un machete el cuello de un hombre de mediana edad que ha sido obligado a acostarse en la calle con su cabeza sobre un bloque de hormigón. Al final de la cinta, un soldado, al parecer del Ejército Libre Sirio, levanta las cabezas cortadas por sus cabellos en señal de triunfo.
El video es ampliamente visto en You Tube por sirios, reforzando sus temores de que Siria esté imitando la caída de Iraq en una guerra asesina en los años después de la invasión estadounidense en 2003. Fomenta una creencia entre las minorías musulmanas no suníes de Siria, y suníes asociados con el gobierno como soldados o empleados públicos, de que no habrá un futuro seguro para ellos en Siria en caso de una victoria rebelde. En una versión del video, de las diversas que circulan, los hombres que son decapitados son identificados como oficiales pertenecientes a la comunidad alauí de 2,5 millones de miembros. Se trata de una secta chií a la cual pertenecen el presidente Bashar al-Asad y miembros importantes de su régimen. Las decapitaciones, filmadas con tanto orgullo por los perpetradores, pueden convencer a los alauíes de que no tienen otra alternativa que combatir hasta el fin.
El video subraya una alarmante contradicción en la política de EE.UU. y sus aliados. En la semana pasada, 130 países reconocieron a la Coalición Nacional de Fuerzas Revolucionarias y Opositoras Sirias como legítimos representantes del pueblo sirio. Pero al mismo tiempo, EE.UU. ha denunciado al Frente al-Nusra, la fuerza combatiente más efectiva de los mercenarios, por ser terroristas y afiliados de al Qaida. Paradójicamente, EE.UU. hace casi exactamente las mismas afirmaciones de terrorismo contra al-Nusra que el gobierno sirio. Incluso de un modo más extraño, aunque tantos Estados reconocen ahora a la Coalición Nacional como el represente legítimo del pueblo sirio, no está claro si los mercenarios dentro de Siria también lo hacen. Multitudes encolerizadas en áreas controladas por los mercenarios en el norte de Siria corearon el viernes “somos todos al-Nusra” mientras manifestaban contra la decisión de EE.UU.
Videos presentados en YouTube juegan un rol tan central en la guerra de propaganda en Siria que siempre hay que cuestionar su autenticidad y origen. En el caso del video de la decapitación, los detalles parecen ser demasiado convincentes. Nadim Houry, director adjunto de Human Rights Watch en Medio Oriente y el Norte de África, ha visto el video muchas veces para identificar las circunstancias, perpetradores y ubicación donde tuvieron lugar los asesinatos. No tiene dudas sobre su autenticidad en general, pero dice que la mención de un distrito sugiere que podría estar en Deir el-Zhor (en Siria oriental). Pero gente en el área inmediatamente al norte de Homs insisten en que las decapitaciones tuvieron lugar allí. Las víctimas no han sido identificadas. La primera vez que fue mostrada una versión de la cinta fue en la pro gubernamental Sama TV el 26 de noviembre, pero ha sido ampliamente vista en YouTube en Siria solo durante la semana pasada.
La película comienza mostrando a dos hombres de mediana edad esposados juntos sentados en un sofá en una casa, rodeados por sus aprehensores que a veces los abofetean y golpean. Son sacados a la calle. Un hombre en una camisa negra es maltratado y pateado hasta que lo obligan a acostarse con su cabeza sobre un bloque de hormigón. Un muchacho, que parece tener 11 o 12 años, corta su cuello con un machete, pero no llega a cercenarlo. Luego un hombre termina la tarea y le corta la cabeza. El segundo hombre de camisa azul también es obligado a acostarse con su cabeza sobre un bloque y es decapitado. Las cabezas son agitadas frente a la cámara y colocadas sobre los cuerpos. El muchacho sonríe mientras posa con un rifle junto a un cadáver decapitado.
El video de la ejecución es muy similar a los hechos otrora por al Qaida en Iraq para demostrar su impiedad hacia sus enemigos. En realidad no es sorprendente ya que muchos de los combatientes más experimentados de al-Nusra alardean de que hasta hace poco han estado combatiendo al gobierno predominantemente chií de Iraq como parte de la franquicia local de al Qaida. Su agenda es totalmente sectaria, y han mostrado más entusiasmo en la matanza de chiíes, a menudo con bombas detonadas en medio de multitudes en mercados o mezquitas al aire libre, que en el combate contra estadounidenses.
El levantamiento sirio, que comenzó en marzo de 2011, no fue siempre tan sediento de sangre o tan dominado por los suníes, que representan un 70% de la población de 23 millones de Siria. Al principio, las manifestaciones fueron pacíficas y las demandas centrales de los manifestantes eran por un régimen democrático y derechos humanos. Hay sirios que afirman que la gente que se opone al régimen sigue siendo la característica central del levantamiento, pero hay evidencia convincente de que el movimiento se ha deslizado hacia el fundamentalismo islámico sectario que quiere librar una guerra santa.
El video de la ejecución es la ilustración más gráfica de la profundización del fanatismo religioso por parte de los mercenarios, pero no es la única. Otro video reciente muestra a combatientes del Ejército Libre Sirio quemando y profanando una husseiniyah chií (una casa de reunión religiosa similar a una mezquita) en Idlib en el norte de Siria. Corean oraciones de victoria mientras prenden fuego al edificio, encienden banderas utilizadas en procesiones religiosas chiíes y pisotean cuadros religiosos. Si el ELS fuera a repetir ese ataque contra un venerado lugar sagrado chií como ser la mezquita Sayyida Zeinab en Damasco, a la cual peregrinos iraníes e iraquíes han concurrido en masa en el pasado y que ahora está casi rodeada de mercenarios, podría haber un explosión de odio y lucha religiosa entre suníes y chiíes en todo Medio Oriente. Observadores iraquíes advierten que fue la destrucción del lugar sagrado chií en Samarra, al norte de Bagdad, por una bomba de al Qaida en 2006, lo que detonó una guerra sectaria en la que murieron decenas de miles.
La analogía con Iraq es inquietante para los gobiernos de EE.UU. y Gran Bretaña. Ellos y sus aliados están ansiosos de que en el caso de Siria se eviten los desastrosos errores que cometieron durante la ocupación iraquí. Idealmente, quisieran derrocar el régimen, librarse de Bashar al-Asad y de la actual dirigencia, pero sin disolver la maquinaria gubernamental o introducir cambios revolucionarios como hicieron en Bagdad al transferir el poder de los suníes a chiíes y kurdos. Esto provocó una furiosa reacción de baasistas y suníes que se vieron marginados y empobrecidos económicamente.
Washington quiere que se vaya Asad, pero tiene dificultades para domar al tigre revolucionario suní. Hace tiempo que las potencias occidentales esperan una división en la elite siria, pero hasta ahora hay pocas señales de que esté ocurriendo. “Si se consideran las deserciones como una medida de la cohesión política, no ha habido ninguna seria”, dijo un diplomático en Damasco.
Siria actual se parece a Iraq de hace nueve años en otro aspecto inquietante. Ahora he estado diez días en Damasco, y cada día me impresiona el hecho de que la situación en áreas de Siria que he visitado es totalmente diferente del cuadro que pintan al mundo los dirigentes y medios extranjeros. La última vez que me sentí así fue en Bagdad a fines de 2003, cuando cada iraquí sabía que la ocupación dirigida por EE.UU. era un desastre, precisamente cuando George W Bush, Tony Blair y gran parte de los medios extranjeros presentaban un cuadro de progreso hacia la estabilidad y la democracia bajo el sabio tutelaje de Washington y sus cuidadosamente elegidos acólitos iraquíes.
La visión de Siria más comúnmente creída en el extranjero es de mercenarios que estrechan el cerco sobre la capital mientras el gobierno de Asad enfrenta la derrota en semanas o, a lo sumo, unos pocos meses. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, dijo la semana pasada que el régimen se “acerca al colapso”. El consenso en los medios extranjeros es que los mercenarios están logrando inmensas ventajas en todos los frentes y que el fin puede estar próximo. Pero cuando se llega a Damasco, es para descubrir que los sirios mejor informados y los diplomáticos extranjeros dicen, al contrario, que los más recientes ataques mercenarios en la capital han sido rechazados por una contraofensiva del gobierno. Dicen que los progresos territoriales de los mercenarios, que alimentaron la especulación en el extranjero sobre una posible implosión del gobierno sirio, se explican en parte por una nueva estrategia del ejército sirio de retirarse de puestos avanzados y bases indefendibles y concentrar sus tropas en ciudades y pueblos.
Damasco resuena a veces con el estruendo del fuego de artillería y el ocasional coche bomba, pero no está sitiada. Conduje sin dificultades 160 kilómetros hacia el norte a Homs, la tercera ciudad por su tamaño de Siria con una población de 2,3 millones. Homs, que fue el corazón del levantamiento, está en manos del gobierno, aparte de la Ciudad Vieja, que es controlada por el ELS. Bastiones del ELS en Damasco han sido azotados por fuego de artillería y la mayoría de sus habitantes han huido a otras partes de la capital. El director del hospital militar Tishreen de 1.000 camas que cubre gran parte del sur de Siria me dijo que recibía entre 15 y 20 soldados heridos por día, de los cuales fallecía cerca de un 20%. Esta tasa de bajas indica fuego de francotiradores, asesinatos y pequeñas emboscadas, pero no una lucha hasta el fin.
Esto no significa que el gobierno esté en una posición radiante. No ha logrado recapturar el sur de Alepo o la Ciudad Vieja de Homs. No tiene las tropas necesarias para guarnicionar permanentemente las partes de Damasco que ha recapturado. Su posición diplomática y militar en general se erosiona lentamente y las posibilidades en su contra empeoran, pero está lejos de una derrota total, a menos de que haya una intervención militar directa de potencias extranjeras, como en Libia o Iraq, y eso no parece ser probable.
Este error de percepción de la realidad en el terreno en Siria es alimentado en parte por la propaganda, pero de modo especial por la información inexacta y engañosa en los medios donde la parcialidad a favor de los mercenarios y contra el gobierno no tiene igual desde el auge de la Guerra Fría. Se presentan nociones exageradas de la fuerza y de la popularidad de los mercenarios. En parte el responsable es el gobierno sirio. Al excluir a todos, con la excepción de unos pocos periodistas extranjeros, el régimen ha creado un vacío de información que es naturalmente colmado por sus enemigos. En este caso, medios extranjeros crédulos han creado una información básicamente falsa y propagandística de los eventos en Siria, utilizando fuentes favorables a la oposición como si fueran informaciones objetivas.
El video de la ejecución es un ejemplo claro. No he encontrado a un sirio en Damasco que no lo haya visto. Tiene gran influencia en cómo los sirios juzgan su futuro, pero los medios dominantes fuera de Siria apenas lo han mencionado. Algunos pueden rechazar su salvajismo informal, pero es más probable que no sea mostrado porque contradice tanto de lo que los dirigentes y periodistas afirman que sucede en este país.
The Independent. Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens. Extractado por La Haine
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