Antes de las pasadas elecciones nadie esperaba ver a Hugo Chávez montado en lo alto de un camión, prometiendo a gritos y con el puño en alto que llevaría su revolución socialista a un punto de no retorno. Los rumores sobre su salud, que abundaban en Venezuela, hacían creer que el mandatario tendría una difícil época electoral.
Pero no fue así. El 7 de octubre de 2011, desde un balcón con la espada de Bolívar en una mano y la bandera venezolana en la otra, Chávez le agradeció a las 8.136.964 de personas que votaron por él.
Cuatro cirugías y tres extenuantes tratamientos contra el cáncer en apenas un año terminaron por reducir al líder de la revolución socialista.
Su enfermedad lo hizo pasar algunos de sus últimos días en el hospital CIMEQ (Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas) de La Habana, Cuba. Y otros, en su natal Venezuela, a donde fue trasladado el 18 de febrero de 2013. No obstante, diarios internacionales informaron que el 5 de marzo, el mandatario habría podido ser trasladado de nuevo a Cuba.
El hombre fuerte de Venezuela sufrió una dura enfermedad, cuyos detalles fueron un secreto de Estado. El devorador de elecciones lideró 14 campañas desde 1998, en las que sólo sufrió dos derrotas y por un estrecho margen.
Pero el cáncer reforzó la conexión con sus seguidores, que vieron como un protector de los excluidos y reivindican su historia de muchacho pobre que soñaba con ser beisbolista en Estados Unidos y acabó rigiendo los destinos de la nación caribeña, donde lo cambió casi todo.
Para sus adversarios, Chávez fue un megalómano al frente de un Gobierno ineficaz y corrupto que arrasó con cuatro décadas de institucionalidad democrática y dividió a Venezuela azuzando el odio entre pobres y ricos.
El exmandatario, dos veces divorciado y con cuatro hijos, defendió un "anticapitalismo" radical que controla de cerca el sector privado.
Dramático, espontáneo, imprevisible, su controvertida política exterior copó titulares en todo el mundo con sus feroces invectivas contra "el imperio yanqui", sus alianzas con países bajo escrutinio internacional como Cuba, Irán, Libia y Siria y su empeño en construir un frente socialista en América Latina.
El presidente de "las dificultades"
A Chávez le gustaba equiparar su "revolución" con la gesta independentista de Simón Bolívar y, emulando al Libertador venezolano, se calificaba como "el hombre de las dificultades".
A Chávez le gustaba equiparar su "revolución" con la gesta independentista de Simón Bolívar y, emulando al Libertador venezolano, se calificaba como "el hombre de las dificultades".
Su relicario de crisis incluía haber sobrevivido a un fugaz golpe de Estado, a un paro petrolero que casi quiebra al país, haber triunfado en un referendo activado por la oposición para revocar su mandato y superar un cáncer que, según sus propias palabras, lo tuvo al borde de la muerte.
Conocido por sus maratónicos discursos que podían prolongarse por nueve horas, saltó a la fama con una improvisada alocución de pocos segundos en la que el entonces espigado teniente coronel asumía su responsabilidad por un fallido golpe de Estado el 4 de febrero de 1992, por el que pasó dos años en la cárcel.
Tras recuperar su libertad, sin recursos ni eco en los medios, recorrió el país predicando su mensaje de cambio bolivariano y justicia social para, cuatro años después, lograr con los votos lo que no pudo con las armas.
Fiel a su controvertido estilo militar, Chávez impulsó radicales cambios en el país con las mayores reservas mundiales de crudo. Aprobó una nueva Constitución, nacionalizó amplios sectores de la economía y lanzó masivos planes sociales de salud, alimentación y vivienda financiados con el petróleo.
Su lenguaje llano y a veces procaz hacía delicias en sus simpatizantes e irritaba a sus enemigos, que lo acusaban de hablar mucho y hacer poco para atender los problemas del día a día de los venezolanos, como la criminalidad desatada, el alto costo de la vida y las fallas en los servicios públicos.
Hugo Chávez era llamado por la izquierda a ser el "heredero político" de su mejor amigo y aliado, el cubano Fidel Castro.
"Chávez ya no soy yo. Tú también eres Chávez, muchacha. Tú también eres Chávez, muchacho. ¡Todos somos Chávez!", clamó durante su última campaña electoral.
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