Hace unos días, de nuevo, la dosis de envenenamiento mortal que este (des)gobierno nos hace ingerir se dirigió certeramente contra la clase trabajadora, o mejor dicho, con lo que queda de ella, con los hombres y mujeres que pasan algo parecido a un purgatorio agónico y crónico, los parados. Una vez más supimos de otra medida política intolerable y kafkiana no a través de los políticos ineptos, escondidos en una indiferencia hondísima a los ciudadanos que los parapeta tras pantallas de plasma o tras prepotentes frases frases-escudos como “es una medida que refleja lo que este país necesita, Europa demanda y blablablá”. Lo supimos por una filtración que llegó, por parte de varios trabadores, a una de las cadenas de radio con cobertura nacional. Representaban a los trabajadores de cuatro oficinas de empleo de una de las comunidades con mayor índice de corrupción política, la regentad sede no solo de la supuesta gran panacea de negocios, Eurovegas, que llenará los bolsillos a empresas de servicios españolas, sospechosamente relacionadas con familiares directos de ppolíticos, en nómina gubernamental o no, sino también laboratorio experimental de aplicación de estrategia de enriquecimiento despiadadas de la derechísima gobernante, como la privatización de la sanidad.
El gobierno, primero, lo desmintió. Después, como buenos inútiles y analfabetos, TAMBIÉN, en técnicas de comunicación, aceptaron que la filtración era cierta y, desde la suma prepotencia mussoliniana, trataron de enmascarar la verdad: habían dictado instrucciones, sin ningún tipo de pudor, a los empleados de al menos cuatro agencias de trabajo para que adelantasenen las listas, a la hora de ofrecer un trabajo, a los parados que están cobrando la prestación, una manera muy sui generis de ahorrarse, por si no fuera suficiente con lo que nos están robando, el pago de la prestación, una vez colocado el trabajador en un puesto de trabajo que, además, será una migaja. La segunda parte, la de falsificar datos y números, algo en lo que este (des)gobierno está francamente especializado, vendría después, no me cabe la menor duda, para justificar, encima, que tienen que emprender un nuevo recorte porque las prestaciones que paga el gobierno desequilibran la economía, eso que es tan flexible, y tan modelable al gusto de según quien gobierne y que sirve para ocultar los fiascos que producen las gestiones político-bancarias.
Las autoridades, esas que velan por el ciudadano instaban sin tapujos a tratar a ese mismo ciudadano como objetos, números que avanzan en las listas de la esperanza, porque hallar un trabajo es creer momentáneamente en que es posible un instante de esperanza, no de acuerdo a las normas, injustas ya por sí mismas, sino a los intereses, caprichosos y variables, de quien “manda”. Las orientaciones lo explicaban con una claridad que asusta: aquellos parados que llevan más tiempo en el túnel de lunes al sol y tardes de angustia deben permanecer en el nicho que el gobierno ha creado para ellos, la celda del desencaje de la sociedad. Ese grupo de personas, que sostiene tras su espalda el drama terrible de ver cómo su muerte laboral arrastra a su familia a una situación difícilmente sostenible, debía ser retirado y abandonado a un paréntesis, ya eterno, desde el que verían pasar a jóvenes de entre 20 y 45 años, preferentemente con estudios de bachillerato, que correrían ilusionados hacia el espejismo de…un contrato basura, visto desde el hambre como unaoportunidad de oro, un regalo.
El gobierno, estos falsos amantes de las normas y las leyes, que se saltan día sí y día también, pasaban por encima de la legalidad que amparaba especialmente a quienes tenían especiales dificultades para la inserción laboral, los parados de larga duración. La directora general de empleo, la elegida a dedo para dar la cara y ofrecernos una nueva versión de los despidos diferidos, cual cospedal de turno, salía al quite programado, eufemismo de “mentir”, explicando a los ciudadanos que “se trata de un plan piloto, que se aplica en cuatro oficinas de empleo y que se puso en marcha en febrero de este año. La elección de este perfil de parado responde a un criterio experimental que, de funcionar, será extendido al resto de oficinas de empleo de la región, 42, antes de principio de julio, no suponiendo en ningún caso desatender al resto de parados”. La desfachatez, la mafiosidad y la sinvergonzonería de la clase política gobernante ya ultrapasa incluso el umbral que la mente más fantasiosa pudiera imaginar: están experimentando con nosotros, con nuestro trabajo, nuestra supervivencia, y no se ocultan. Le llaman plan piloto, y aceptan, con total descaro, que tienen un plan, es decir, que TODO está perfectamente calculado, calculado para expoliarnos y beneficiarse y le llaman “piloto” porque no podrían pasar de eso, del pilotaje, actuar en algo que no sea enriquecerse no les resultaría nada fácil dado su coeficiente de inteligencia y habilidades políticas. No solo toman a los parados como conejillos, desesperados, de indias sino que, una enésima vez más, nos ocultan sus maquiavélicos planes, negocian únicamente con el espejo y los aplican, lo aceptan públicamente, en el secreto más antidemocrático, como buenos fascistas: “…se puso en marcha en febrero de este año”. Ya el colmo (si no lo han alcanzado ya) es cuando dicen que “responde a un criterio experimental que, de funcionar…” Es increíble que mientras el país se hunde en la miseria, estos mequetrefes, a los que votaron muchísimos súbditos de su reino, se manejen con “criterios experimentales”, aplicados incluso cuando ellos mismos dudan a cerca de su validez (de funcionar…)
Las medidas que eran, según la cospedal de Empleo, “una experiencia piloto que durará solo unos meses” (lo que constituye una muestra más de la validez empírica de una estrategia “de unos mesecillos”, un tiempo tonto para el gobierno pero letal para los parados sobre quienes se aplique) incluían además sugerencias dignas de la policía hitleriana: marcar objetivos de sanción a los empleados de las oficinas de empleo (dejad que entre ellos se maten). “A cada sancionado le quitas un mes de prestación”, contaron los empleados que realizaron la filtración, con lo que queda claro el interés de la medida para el gobierno, que en un alarde de maquiavelismo difícilmente superable, proponía, a través de su plan piloto, realizar desde las oficinas de empleo citaciones masivas para “coger” a los parados que no acudían.
Nos echábamos las manos a la cabeza, también por enésima vez, cuando la filtración vio la luz pública. La sorpresa nos ha durado relativamente poco: el gobierno dio a finales de la semana pasada instrucciones para que los demandantes de subsidio por desempleo mayores de 55 años, que lo solicitan por primera vez, sean OBLIGADOS a JUBILARSE a los 61 años, lo que supondría que, por arte y gracia de quienes tienen en plantilla y no jubilan a trabajadores como Bárcenas, sus pensiones (si las cobran) sufrirían un recorte que oscilaría entre el 18% y el 22%. Es la manera que tienen estos ineptos ambicioso de interpretar el decreto que obliga a los perceptores de este subsidio a jubilarse en cuanto puedan, saltándose a la torera la consideración de que muchos no cumplen ni siquiera los requisitos necesarios para jubilarse ya que la medida exige tener 33 años cotizados (muchos parados se quedarán sin subsidio y sin jubilación) contentos con la medida, añaden una clausula destinada a retorcer todavía más nuestro día a día: se pasa a tener en cuenta las rentas de la unidad familiar lo que puede suponer que en una pareja en la que uno de los miembros cobre algo más de 900 euros y el otro esté en paro, no podría acceder al subsidio para mayores de 55 años.
Visto lo visto, voy a tener que rectificar públicamente y aceptar que he estado equivocada en todas y cada una de las ocasiones en las que he criticado que el (des)gobierno no tuviese el mínimo plan para afrontar la situación que vivimos.
Me equivoqué: sí tiene un plan, un plan, como ellos lo llaman, piloto, que empezó dando instrucciones a cuatro oficinas de empleo y que, con lasupermedida de la jubilación a los 61, va a expandirse hasta que no quede ni un solo parado sobre el que aplicar cualquier medida porque, sencillamente, estaremos todos luchando por sobrevivir con lo que saquemos de los contenedores de basura.
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