sábado, 17 de agosto de 2013

¿Por qué Estados Unidos mantiene la ayuda militar a Egipto?

por Marc Bassets

Fabricación de un tanque AbramsFabricación de un tanque Abrams
Los intereses en Oriente Medio y la economía local explican en parte la posición
Un hilo invisible conecta Lima -no la capital de Perú, sino una ciudad de casi 40.000 habitantes en estado de Ohio- con El Cairo, la capital de Egipto.
 
En Lima se encuentra una de las principales fábricas de tanques Abrams que las fuerzas armadas egipcias compran con el dinero de la ayuda militar de centenares de millones de dólares que cada año les entrega Estados Unidos.
 
Miles de trabajadores y accionistas de empresas como Lockheed Martin o General Dynamics, fabricante del Abrams, son uno de los pilares de la sólida alianza militar entre Washington y El Cairo desde los acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel, en 1978.
Fabricación de un tanque Abrams
 
En años recientes, la fábrica de General Dynamics en Lima llegó a tener 1.500 empleados. Ahora son 500. En junio, antes del golpe de Estado que derrocó al presidente Mohamed Morsi, el gerente de la fábrica, Keith Deters, explicó al diario Lima News que, en aquel momento, la mayoría del trabajo allí era para tres clientes extranjeros: Egipto, Arabia Saudí e Israel.
 
Cada año, cuando se debaten los presupuestos en el Congreso, los legisladores de Ohio -demócratas y republicanos, partidarios del gasto público y de los recortes- se baten por preservar estos empleos, pese a la insistencia del Pentágono en que el ejército de EE.UU. ya no necesita este tanque. "Si pudiéramos decidir, usaríamos el dinero de otra manera", dijo en abril el general Ray Odierno, jefe del Ejército norteamericano, a la agencia Ap.
 
EE.UU. quizá ya no los necesite, pero Egipto sí. Este país recibe al año 1.300 millones de dólares en ayuda militar que en gran parte se invierte en aviones y tanques made in USA. Desde 1979, ha sido el segundo receptor extranjero de ayuda militar, tras Israel. En el 2011 fue el destino de un 25% de toda la ayuda militar extranjera de EE.UU., según el Servicio de Investigación del Congreso, el laboratorio de ideas del Capitolio. Algunos cálculos aseguran que un tercio del presupuesto militar de Egipto proviene de EE.UU.
 
Las subvenciones han servido para mantener la paz con Israel. Egipto, además, ha facilitado el paso de los barcos de guerra estadounidenses por el canal de Suez. Y Washington ha dispuesto de un instrumento para influir en los líderes egipcios y sus ejércitos. En teoría. En las últimas semanas se ha demostrado que la capacidad de la Administración Obama para influir en el Gobierno egipcio que sustituyó a Morsi tras el golpe es escasa. Los militares han desoído los llamamientos de Washington a poner en marcha una transición democrática.
 
El presidente Barack Obama anunció el jueves la primera represalia oficial: la anulación de unas maniobras militares previstas para el jueves. Pero hasta ahora ha rechazado retirar la ayuda. La Administración Obama teme poner en peligro la paz con Israel y perder una de las pocas palancas para influir en El Cairo. Tampoco quiere alentar a los enemigos de un gobierno interino, al que, tras el golpe de julio, respaldó con la confianza de que reconciliaría el país y frenaría el ascenso islamista.
 
Si se cortase la ayuda, Estados Unidos debería asumir los contratos pendientes de Egipto con los fabricantes estadounidenses, renegociándolos o comprando el material para intentar venderlo a otro país. Con excepciones como el republicano Rand Paul, figura del ala libertaria, o el excandidato presidencial John McCain, pocos de los líderes más destacados del Congreso, demócratas o republicanos, ha cuestionado la posición de Obama ante esta crisis.
 
En Lima (0hio) o Oxford (Michigan), donde se fabrican componentes del Abrams, están pendientes de la actualidad en El Cairo. Con la caída de Hosni Mubarak, en el 2011, el potente lobby egipcio en Washington también perdió poder. Pero los congresistas de los distritos afectados por la reducción de contratos defenderá sus intereses.
 
"La ayuda que damos a Egipto regresa EE.UU.", recordó hace unos días a la radio NPR Bruce Baron, presidente de Baron Industries, una empresa de 57 trabajadores en Oxford. "Da trabajo a treinta de mis empleados".
 
La Vanguardia

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