jueves, 16 de enero de 2014

Feminismo marxista y revolucionario: "Nosotras las guerrilleras ¿Trofeos de guerra?"

x Diana Grajales Nos presentan como víctimas de nuestros propios hermanos de lucha: que nos explotan sexualmente los comandantes, que nos someten a abortos forzados

Nosotras, las guerrilleras farianas, pero no solamente nosotras… Nosotros y nosotras, combatientes, militantes de las FARC-EP, del Partido Comunista Clandestino y del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia, tenemos una visión global del mundo, una lectura de la sociedad. Y queremos exponer nuestros puntos de vista sobre temáticas variadas con un denominador común: nos interesa y lo queremos compartir.
Esto es lo que somos… Hombres y mujeres agrupados alrededor de una visión para el futuro de Colombia.

María Cano, obrera revolucionaria
En este artículo demostramos como el tema mujer es tan manipulado por el imperialismo y sus aparatos de propaganda, que no es exagerado afirmar que lo usan como arma de la moderna guerra de IV generación.
La guerra es una expresión elevada de la confrontación política que expresa los intereses de las clases sociales antagónicas y Colombia no es la excepción, la clase dominante colombiana ha puesto al Estado y estructuras militares y paramilitares al servicio de sus intereses económicos y de los grandes monopolios extranjeros. Los intereses en Colombia de dichas corporaciones asumen un carácter estratégico de orden económico, político y militar.
Esa es una de las causas para que la guerra contrainsurgente en el país latinoamericano esté bajo la batuta de especialistas de la Agencia Central de Inteligencia CIA, del MI6 británico, y del MOSSAD israelí, verdaderos expertos en operaciones de inteligencia y de contrainsurgencia, de guerra sucia, sabotajes, acciones sicológicas y conspiraciones de todo orden. Operan de manera directa o encubierta a través de organizaciones de fachada como agencias internacionales y ONG’s.
La guerra sucia comprende, entre otras, el aniquilamiento físico de líderes de izquierda, y de organizaciones sociales; los montajes judiciales para intimidar el desarrollo de las movilizaciones, las operaciones de tierra arrasada a cargo del paramilitarismo, la infiltración, la propaganda de guerra dirigida a estigmatizar y desprestigiar a las organizaciones revolucionarias, a quebrarles su moral y con esto aislarlas del apoyo popular. Eso es lo que han intentado hacer a las FARC-EP desde sus orígenes.
A partir del gobierno de Álvaro Uribe Vélez esta forma de la guerra se incrementó mucho más y la participación de los Estados Unidos en el conflicto interno se hizo más directa y contundente. Le dieron más dinero a la guerra de IV generación(propaganda de guerra) articulada al más grande despliegue militar y paramilitar. Surgió el sambenito de “organización narcoterrorista” y con él el encubrimiento de las practicas del narco estado que llevaron al más importante cargo de la nación a Uribe V con buena cuota dentro parlamento nacional, más del 30% como lo reconociera Salvatore Mancuso ,controlaron a otros poderes del Estado, asaltándolo hasta dominarlo por dentro como lo denuncia el investigador Jorge Garay.
En continuidad con lo anterior, Santos sostiene la campaña de propaganda y guerra sucia mostrándo a las guerrilleras como pobres víctimas que debemos liberarnos de una vida llena de oprobios. Pretende quitarnos ante la opinión publica la dimensión de combatientes revolucionarias que hombro a hombro luchamos y trabajamos diariamente con los hombres guerrilleros de las FARC-EP y que con gran honor y dignidad asumimos la tarea de construir una Colombia de paz con justicia Social. Nosotras sabemos muy bien que buscan con esto, más que mellar nuestra moral, es un mensaje dirigido al imaginario de los colombianos mostrando un perfil degradado y depravado de los alzados en armas, de tal modo que resulte absurdo pensar en apoyar esta causa y menos ingresar a ella.
Diana Grajales
El tema de mujer lo han tomado como bandera de batalla política e ideológica en un contexto en que el tema de las problemáticas de género se debate con gran relevancia. Tienen como idea principal presentarnos como víctimas de nuestros propios hermanos de lucha: que somos explotadas sexualmente por los comandantes, que nos someten a abortos forzados y que carecemos de todos los derechos. Expresión de lo anterior son las cuñas radiales y campañas con ridículos nombres como el promovido desde el ministerio de defensa de: “Guerrillera, vuelve a ser mujer“. ¡Qué cinismo y que gran infamia han diseñado!.
La decisión que asumimos como mujeres guerrilleras, corresponde a decisiones que conscientemente hemos adoptado, a partir del estudio de las realidades y necesidades inobjetables del conflicto en que estamos.
Con todo ese discurso y afrentas pretenden deslegitimar el justo alzamiento armado contra el régimen por antonomasia antidemocrático. Recurren a presuntas desertoras que relatan el libreto elaborado por los especialistas en operaciones sicológicas y propaganda de guerra, reproducido constantemente en las emisoras del ejército, en afiches, panfletos y desde la plataforma mediática de los grandes medios de comunicación. Lamentablemente de ella se hacen eco algunas personalidades de la academia y Ongs, que sin palpar la humanidad en nuestros espíritus de alzados, acusan irresponsablemente a las FARC-EP de usar la violencia contra la mujer. Una muestra palmaria de ese eco lo expresa la señora Socorro Ramírez cuando expresa “Las guerrillas, que buscan asociarse a cambios, podrían mostrar que terminaron una guerra sin sentido y liberaron a sus familias y comunidades de esas prácticas violentas contra las mujeres”. (1)
Quienes emplean esta forma de la guerra sucia saben muy bien que hoy la mujer ha ganado bastante presencia en las filas insurgentes construyendo patria, que nos estamos convirtiendo en un paradigma de la mujer colombiana, por eso me atrevo a asegurar que esa propaganda está más dirigida a deslegitimarnos ante nuestro pueblo que a quebrar nuestra moral y para nada le interesa los intereses verdaderos de la mujer y solo desea ganar una guerra manipulando con fines militares el universo completo de la condición femenina.
Los propagandistas del régimen hacen demasiado evidente la maniobra al acusarnos hasta de matar bebés recién nacidos, verdadera versión de rumor espantajo, cuando al mundo le hemos dado fehacientes muestras de humanidad. Nuestra lucha revolucionaria avanza y crece inspirada en grandes sentimientos de amor y soberanía. De otro modo, nadie soportaría toda una vida combatiendo, ni habría tanta muestra de firmeza y dignidad como las que han dado nuestras prisioneras de guerra o las centenares de jóvenes guerrilleras que a lo largo de esta lucha han caído en combate.
A todo nuestro pueblo y a los pueblos del mundo, (incluyendo las “feministas” burguesas) les podemos asegurar que en las FARC-EP, más que en cualquier otro lugar de la patria, están plenamente reconocidos nuestros derechos. Tenemos el espacio político para un desarrollo libre como género, para reconocernos y ser reconocidas en nuestra capacidad y posibilidad de desarrollar nuestro talento político, militar y cultural. Así mismo, contamos con los espacios para exigir nuestros derechos si alguien pretende transgredirlos.
Mucho será el odio y la propaganda de guerra, pero jamás la suficiente para doblegarnos. Si blandimos las armas aún a riesgo de nuestras vidas, es porque amamos demasiado a los millones de colombianos victimas del sistema político y económico neoliberal. Y muy especialmente lo hacemos compartiendo el sufrimiento de millones de mujeres. A los especialistas de la guerra les derrotará la fuerza de nuestro amor insurgente por la paz y la poderosa movilización popular.

* Diana Grajales es guerrillera de las FARC-EP y miembro de la Delegación de Paz en La Habana

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