Libia vive sumida en el caos y la inestabilidad desde la agresión imperialista y el asesinato del coronel Muammar Al Gaddafi en octubre de 2011 a manos de la OTAN.
Desde entonces, grupos armados irregulares ostentan el poder de facto en extensos territorios mientras hasta cinco gobiernos se han ido sucediendo en la lucha por hacerse con el control del país.
Hay numerosos grupos, hasta 1.700, con objetivos muy diferentes, aunque el dinero y el poder son un común denominador.
Durante el Golpe de Estado contra Gaddafi, cualquiera con un arma podía imponer respeto y algunos no quieren que eso cambie. Y ahora parecen más determinados que nunca a ganar territorio e imponer su voluntad.
Se trata de grupos ideológicamente divididos: algunos son islamistas, otros secesionistas y los hay también liberales. Es más, las milicias también se diferencian por líneas étnicas y regionales, lo que hace la situación una explosiva mezcla.
Estados Unidos y sus aliados armaron a los mercenarios para derrocar a Gaddafi y actualmente Libia es según algunos analistas un bazar repleto de armas en manos de milicianos de las distintas regiones. Además, las armas saqueadas de los arsenales del coronel Gaddafi se dice que han sido contrabandeadas al Sinaí, Gaza y hasta Siria.
Los grupos armados pelean entre ellos por hacerse con el control de instalaciones petroleras.
Ansar al Sharia es considerado el más peligroso de los grupos islamistas armados en Libia. Hay expertos que apuntan que ha forjado alianzas con otros grupos islamistas.
La población libia vive con miedo y se ve obligada a tener que huir a lugares más seguros cuando comienzan los combates. Sienten que la intervención imperialista y la potenciación de grupos islamistas ha destrozado el país.
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