El sistema decadente es cabeza dura. Con razón se dice sufre de una enfermedad senil.
Tiene cada vez más sentido hablar de una crisis terminal de la civilización burguesa.
El sistema crónicamente enfermo se aferra a todo lo malo, a todo lo feo, a todo lo podrido, incluso en la EUROPA “civilizada”.
Más allá de ciertas fachadas y numerosas hipocresías, asume el patriarcado, la homofobia, el racismo, la xenofobia, la dictadura de los adultos, la sobreexplotación, la precarización extrema del trabajo, la delincuencia de Estado y empresarial, a la narco-corrupción…
¡Incluso se abraza a las monarquías que sustituyó!
No importa que estas esclavizaran multitudes, impusieran la servidumbre a la sociedad humana, conquistaran territorio a sangre y fuego, cultivaran el genocidio, negaran derechos y libertades, aplastaran el sufragio, se apropiaran de todas las riquezas…
¡No importa!
No importa que en España la indignación popular desplegada en años recientes haya indicado que la mezcla de nobles y burgueses, neoliberalismo y cortes, estalló de manera definitiva.
No importa que la abdicación de un Rey hecho porquería haya dado lugar a un levantamiento muti-nacional por la REPUBLICA, que a la vez pide la cabeza de la partidocracia seudo-socialista y neo-franquista.
No importa que se haya agotado la aberración que antes le funcionó para salvar lo viejo.
De todas maneras recurren a intentar imponer al joven Príncipe hijo de esa porquería; aun agotada la eficacia de aquella fórmula usada para mediatizar, en nombre de la transición, la democracia anhelada y merecida por el pueblo español en dura pelea contra el fascismo franquista y pro-monárquico.
Así la pretendida imposición del reyecillo Felipe por el PP neo-franquista, con apoyo del PSOE y continuidad neoliberal, augura una bronca enorme, posiblemente mas fuerte y politizada que las de los/as indignados/as de ayer. España, descalabrada por esas huestes del capitalismo postmoderno plagado de lacras del pasado, no está para eso.
Es torpe insistir en una formula política gastada, pero pasa igual con el desastre neoliberal y los regímenes afines.
El gran capital no tiene de otra: para él vale el purgante en medio de la diarrea. Pasa en EEUU después de la toma de WALL STREET, y pasa en EUROPA, ASIA, AMÉRICA, AFRICA… y en todos los rincones del planeta capitalista. Las recetas destructivas se reiteran con alta dosis de bombas, despotismos y penurias de todo tipo, chorreando más sangre y más pus que en toda su trayectoria anterior.
Para el gran capital, para la sobrevivencia de la opulencia de unos pocos -incluida la que anida el engendro del capitalismo monárquico español- vale destruir y humillar el resto de la humanidad.
Pero todo parece indicar que la España de los/as de abajo y del medio, la de los pueblos oprimidos, esta lista para sublevarse en mayor escala contra la imposición a la cañona de la monarquía, excrescencia, ya inservible, del capitalismo putrefacto.
Mientras el burro piensa una cosa, el que lo apareja está en las calles forjado nueva democracia.
Pena profunda y vergüenza ajena dan los políticos cortesanos, intelectuales, analistas, periodistas y estadistas criollos y latino-caribeños, que todavía -en medio de la derrota-abdicación del Rey impuesto por 39 años- lo alaban y claman por el nuevo reyecito como la gran cosa, siendo pura basura social y cultural. Todavía con los elogios en la boca, le explotó en sus caras descaradas la indignación de los pueblos de España.
¡A la mierda reyes, reinas, duques, príncipes, princesas… y el capital podrido que los/as aupa!
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