jueves, 4 de septiembre de 2014

Estados Unidos y su política de globalizar el fundamentalismo

foley-cameron-uk-isis.si
La imagen es barbárica: un periodista estadounidense, James Foley, es degollado por un “fundamentalista islámico. La víctima está vestida de naranja, el color de los presos universalizado por Hollywood. La puesta se completa con el verdugo vestido de negro. El detalle de los colores, a lo que se suma una edición cuidadísima de los cuadros, el sonido construye una escena de cliché occidental sobre el cuco islámico que desde hace unos años se instaló como nuevo mal absoluto del mundo.
El punto es que, como muestra la estética del video de la decapitación de Foley, no se trata de un desvío autóctono de los desiertos arábigos, de una respuesta brutal contra los valores occidentales de la democracia y la libertad, sino más bien un producto horripilante del proceso de globalización conservadora que occidente arrojó contra esta parte del mundo. El protagonismo del mundo civilizado en la escena de decapitación cubre todos los poros: ahí está el marcado acento british del verdugo, que según los servicios de inteligencia es un joven londinense, que antes de sumarse al Estado Islámico de Siria e Irak (ISIS, por sus siglas en inglés) cantaba rap.
El monstruo no está afuera: la construcción de un mundo árabe sumido en la violencia y las prácticas aberrantes es el lugar que Occidente está eligiendo para esa parte del planeta. Palestina, Afganistán, Irak, Libia, Siria tenían, hasta hace no mucho tiempo atrás, una fuerte tradición laica, alejada de las posturas medievales. Sus gobiernos habían producido síntesis novedosas entre las formas de vida tradicional, la experiencia colonialista y una traducción de los principios de la izquierda occidental. Salvo el caso de Palestina, donde la guerra con Israel impidió la construcción de un Estado-nación, en el resto de los territorios se levantaron Estados que hicieron avanzar programas “modernos” como la extensión de la educación pública, la igualdad de las mujeres, la distribución de la riqueza. En poco menos de 30 años esta misma región del mundo pasó a discutir la ablación genital femenina, la “tribalización” de sus sociedades, la ley religiosa como régimen que regula la vida de las personas. ¿Cómo se explica?
Quienes sufrieron la desestabilización política en los últimos años fueron los estados árabes, que habían logrado una mayor secularización: Irak, Libia y Siria, eran países donde la presencia del “fundamentalismo islámico” era pequeña. En 1976, las mujeres constituían aproximadamente el 38,5% de los profesionales de la educación, 31% de los médicos, el 25% de los técnicos de laboratorio, el 15% de los contadores y el 15% de los funcionarios públicos. Esa realidad se modificó luego de la guerra del Golfo de 1991 llevada a cabo por Estados Unidos en favor del emirato de Kuwait contra Irak. A partir de ese momento, las sanciones económicas contra el régimen de Saddam Hussein llevaron al gobierno iraquí a revertir el proceso de integración de las mujeres a la vida laboral, en un marco de creciente desocupación y crisis económica, al tiempo que también produjo un repliegue del régimen sobre las “tradiciones islámicas y tribales como herramienta política para conservar su poder”.
La invasión estadounidense de 2003 terminó de destruir los cimientos del estado iraquí. Hoy, después de una década de invasión y gobiernos títeres, el país se debate entre el fundamentalismo extremo del ISIS y el avance de una normativa estatal-religiosa donde las mujeres están perdiendo todo tipo de derechos: a comienzos de este año, el gobierno iraquí discutía una nueva ley que permite el matrimonio para nenas de 9 años de edad, la poligamia sin restricciones para varones y la obligación de que las mujeres mayores de 18 años tengan que tener el consentimiento de sus padres para casarse. Tampoco podrán trabajar si su marido no se los permite. El lugar de las minorías étnicas y religiosas es el exilio o las masacres.
El caso de Libia es igual: según datos de la Unesco, Libia era el país africano con mejores índices educativos y tenía altísimas tasas de educación universitaria, tanto en varones como en mujeres. Después de la “primavera árabe”, que terminó en el bombardeo de la OTAN donde fue asesinado el propio presidente Muamar Gadafi, Libia quedó sumida en el caos: el 22 de agosto pasado, la página de Amnesty Internacional, publicó que un grupo juvenil islámico llevó a cabo una ejecución sumaria en un estadio de fútbol en el Este del país.
Siria es el otro territorio donde opera ISIS. En el 2013 el gobierno de Estados Unidos estuvo a punto de bombardear el país, hasta que Rusia y China se opusieron tajantemente en el Consejo de Seguridad.
Luego de algunas protestas importantes y un creciente descontento en algunas franjas de la sociedad siria durante 2011, el gobierno de Bashar redactó una nueva Constitución que fue ratificada en un referéndum. El tenor de la carta magna, si bien amplifica la posibilidad de participación política a través de partidos, dejaba en claro que no permitiría la formación de asociaciones políticas vinculadas a la religión o la étnica, así que reafirmaba la participación de las mujeres en la economía, la vida social y política. En las calles de Damasco, y siendo Siria un país profundamente islámico, las mujeres caminaban sin velo.
Extraños estos enemigos de Occidente que, sin embargo, parecen custodios de la tradición moderna de las libertades civiles, la igualdad de género, la estatalidad por sobre el tribalismo, el laicismo.
¿Dónde comenzó el giro? ¿En qué momento Occidente eligió “barbarizar” estos territorios, convirtiéndolos en lugares donde germine el terrorismo y la intolerancia religiosa?
Tal vez, la punta del hilo haya que buscarla en Afganistán, hoy sinónimo de talibanes y Al Qaeda. En una charla universitaria de 2009, anterior a la explosión “fundamentalista” del mundo árabe que vivimos hoy, el filósofo Slavoj Zizek se pregunta: “¿De dónde viene este nacimiento del llamado “fundamentalismo”? ¿No es el nacimiento del fundamentalismo radical exactamente correlativo con la desaparición de la izquierda secular en los países musulmanes? Hoy, cuando Afganistán es dibujado como el más fundamentalista de los países, quién recuerda todavía que 30 o 40 años atrás era un país con una extrema tradición secular, hasta con un poderoso partido comunista que tomó el poder . Hoy, Afganistán se encuentra “fundamentalizado”. Su “fundamentalización” es un producto.
La imagen de la decapitación del James Foley, antes que mostrar “otro mundo” regido por leyes inhumanas que nos demostraría la superioridad ética de Occidente, nos expone el punto más alto de un proceso de “fundamentalización” construido por ese mismo Occidente. Es decir, el lugar que la globalización conservadora conducida por EE.UU. desde hace unos 30 años parece tener reservado para los árabes.
Por Federico Vázquez
El autor es periodista
En Twitter: @fedegvazquez

1 comentarios:

  1. Treba pažljivo pročitati ovaj članak, radi činjenica koje ukazuju, kakve su zemlje i nacije bile u razvoju, i kave su sada nakon razaranja demokratijom, taktičkim humanitarnim ratom. I ovaj horor film je izašao iz "studija Bin Laden"koji je prisutan u America ali je ofšor u Tel Avivu. Zašto se zove studio Bin Laden, zato što od 2001 u decembru kada je umro Bin Laden prirodnom smrću od kolapsa bubrega, ovaj ga studio održiva živim sve do onog scenarija iz Pakistana kad je scenarijski ubijen. U vertikali unazad 35 godina Židovi i Amerikanci su planirali ovo na Bliskom istoku, u prvom vraćanjem Homeinija i tu se grdno prevarili, zatim rat Iraka i Irana, eksces sa Kuvaitom, zatim Irak, Afganistan, Sirija, Libija, i zamisao "arapskog proljeća" i sada ova Muslimanska država Kalifat, sve je to izrađeno zločinačkim umovima; SAIS pri univerzitetu Johns Hopkins, koji je povezan sa American Enteprise institut AEI, koji su poklopac SFR sve je ovo u najdubljem interesu Židova, koji su alfa i omega ovih gore Think-Tank institucija.

    ResponderEliminar