domingo, 28 de diciembre de 2014

¿Por qué era importante para la Casa Blanca deshacerse del Che?

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FEDERICO STRIFEZZO / PERFIL.COM – “Se cumplieron los 11 meses de nuestra inauguración guerrillera sin complicaciones, bucólicamente”. Con estas palabras, escritas el 7 de octubre, el Che Guevara comienza la última entrada de su diario de Bolivia. Al día siguiente, el grupo guerrillero que comandaba sería emboscado por tropas bolivianas en la Quebrada del Churo. Durante el combate, el Che recibió el impacto de una bala en su pierna izquierda y cayó preso. Finalmente, el 9 de octubre, siguiendo instrucciones del gobierno boliviano, de la CIA y de Washington, fue asesinado en una pequeña escuela de la localidad de La Higuera.
Cuarenta y siete años más tarde, con la publicación de ¿Quién mató al Che? Cómo logró la CIA desligarse del asesinato, los abogados norteamericanos Michael Steven Smith y Michael Ratner demuestran que fue la CIA la que mató al Che y lo hacen a partir de documentos desclasificados que obtuvieron gracias a la Ley de Libertad de Información que rige en los EE.UU.
En diálogo con Perfil, Michael Steven Smith, abogado y miembro del Center for Constitutional Rights, cuenta cómo se orquestaron los hechos ocurridos entre el 8 y el 9 de octubre de 1967 y señala que la CIA es “una organización que comete asesinatos sin responder a ningún tipo de legislación”.
—¿Quién mató al Che?
—A pesar de que fue el sargento boliviano Mario Terán el que le disparó balas norteamericanas al Che, la pregunta que debemos responder es quién dio la orden. Durante muchos años se sospechó que la CIA había asesinado al Che. Sin embargo, no podíamos demostrarlo. Ahora, con la publicación de este libro y los documentos que pudimos obtener, podemos afirmar sin ninguna duda que fue la CIA la que mató al Che operando a través del gobierno “títere” del general Barrientos.
—¿De qué manera operó la CIA antes y durante el 8 y el 9 de octubre de 1967?
—El Che Guevara fue capturado por una unidad del ejército boliviano entrenada por los Estados Unidos que tenía un servicio de inteligencia a cargo de dos agentes de la CIA: Gustavo Villoldo y Felix Rodriguez. Luego de que el Che fuera herido, desarmado y capturado, Felix Rodriguez se contactó con los generales de La Paz que le transmitieron la orden de ejecutarlo. Sin embargo, había un acuerdo previo entre la CIA y René Barrientos según el cual, en caso de ser capturado, el Che debía ser ejecutado. Otro detalle no menor es que junto al cuerpo ya sin vida del Che está parado Gustavo Villoldo, es decir el principal hombre de la CIA en Bolivia y quien acordó con Barrientos su muerte.
—El 10 de octubre, un responsable del Consejo de Seguridad Nacional escribió una carta en la que informaba que no era seguro que el Che estuviera muerto. Esto, a pesar de que en La Higuera había personal de la CIA. ¿Cómo explica esta supuesta desconexión entre la CIA y Washington?
—En ese entonces, la CIA no quería que la Casa Blanca conociera sus actividades. El propio Richard Helms, director de la CIA en aquel entonces, dijo que nunca le habían informado al presidente sobre las actividades delictivas de la agencia ya que no querían ponerlo en una situación embarazosa.
—¿Qué es la negación plausible y qué rol cumple en esta historia?
—La historia de la “negación plausible”, que es un término orwelliano para justificar la mentira y encubrir el quebrantamiento de la ley, se retrotrae a 1948, un año después de la creación de la CIA, cuando el Consejo de Seguridad Nacional aprobó una directiva secreta, la NSC 10/2, que transformó a la CIA en una organización paramilitar. Dado que gran parte de sus acciones eran ilegales, era necesario crear excusas. En el caso del asesinato del Che, lo que hicieron fue responsabilizar al gobierno boliviano. Pero esto es curioso porque el gobierno boliviano era una criatura de los Estados Unidos.
—¿Por qué creen que la muerte del Che fue un asesinato a sangre fría y que se trató de un crimen de guerra?
—Según la ley estadounidense y la ley internacional, matar a un prisionero de guerra, y esto incluye a un guerrillero, es un crimen, un asesinato. No hay ningún tipo de prescripción de derechos en cuanto a un prisionero de guerra. Todos aquellos que ordenaron o encubrieron el asesinato del Che son igualmente culpables. Sin embargo, Gustavo Villoldo y Felix Rodriguez viven hoy en Miami. Los dos tienen una buena vida gracias a las jubilaciones que les paga el pueblo estadounidense con sus impuestos. Si Estados Unidos fuera una Nación que estuviera bajo el imperio de la ley, estos hombres deberían ser llevados a la Justicia.
—¿Por qué era importante para la Casa Blanca deshacerse del Che?
—El gobierno estadounidense estaba aterrado frente a la posibilidad de que la Revolución Cubana se expandiera por América. Este ejemplo era en esencia el de un pueblo tomando control de sus propios recursos. Temían que la cordillera de los Andes se convirtiera en una nueva Sierra Maestra que llevara la revolución a Argentina, a Chile y a otros países. Ellos sabían que cualquier actividad revolucionaria debía ser arrancada desde
el tallo.
—En el libro se muestra cómo EE.UU. le hizo creer al mundo que fue el gobierno boliviano el que asesinó al Che. ¿Qué rol cumplen los medios de comunicación en este contexto?
—Los medios de comunicación amplifican las mentiras del gobierno de EE.UU. e intentan darles credibilidad a partir de la doctrina del jefe de propaganda nazi, Joseph Goebbels, quien decía que una mentira podía transformarse en verdad si era lo suficientemente grande y se repetía una y otra vez.

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