La menor de 8 meses se encontraba en el campamento a menos de una milla de distancia de la frontera. Los gases lacrimógenos lanzados por soldados israelíes la mataron.
En un último abrazo, Mariam al Ghandur aprieta contra ella el cuerpo de su hija Leila. “Los israelíes la han matado”, dice llorando.
La bebe de ocho meses falleció tras haber inhalado gases lacrimógenos durante los enfrentamientos entre manifestantes palestinos y soldados israelíes el lunes, cerca de la frontera entre Gaza e Israel, según el ministerio de Salud gazatí.
La familia insiste en la responsabilidad del ejército israelí, en la jornada más mortífera del conflicto israelo-palestino en los últimos cuatro años.
Al menos 60 palestinos murieron el lunes por disparos de soldados israelíes, elevando a 114 el número de gazatíes fallecidos desde el inicio de esta ola de protestas el 30 de marzo.
Leila es un caso particular. La mayoría de las víctimas murieron por disparos de francotiradores, pero ella falleció tras inhalar gases lacrimógenos, temporalmente dolorosos para los adultos y potencialmente letales para los niños.
Su madre, Mariam, de 17 años, explica que tenía cita con el dentista. “Así que dejé a Leila con mis hermanos, en casa”, cuenta a la AFP desde el domicilio familiar, al este de la ciudad de Gaza. “Mi hermano pequeño se la llevó con él hasta la frontera pensando con yo estaba en el lugar”.
Al fondo de la habitación, Ammar, de 11 años, solloza sin poder contenerse, observando el cadáver de la bebe, poco antes de su entierro ante decenas de personas.
Pensaba que su hermana Mariam estaba en la frontera con su madre y otros familiares, asegura. “Así que me la llevé en el autocar (…) Me siento responsable de su muerte”, reconoce.
“Apenas podía respirar”
Ammar se unió finalmente a su madre, Heyam, cerca de la frontera y le entregó a la niña. Sólo permanecieron allí unos minutos, antes de que los soldados israelíes empezaran a lanzar gases lacrimógenos hacia ellos, precisa la abuela del bebé.
“Apenas podía respirar”, dice. “Nos alejamos, le dejé Leila a mi hermana y fuimos a buscar a otros dos niños para poder marcharnos”.
“Bebió zumo pero lloraba mucho”, recuerda. “Y de repente se calló. Pensaba que dormía”, añade.
Al salir del autocar, la familia se dio cuenta de que la niña estaba azul. “Me precipité hacia el hospital, y entonces me dijeron que llevaba una hora muerta”, apostilla.
Decenas de miles de manifestantes se reunieron el lunes ante la barrera que separa la Franja de Gaza de Israel para protestar contra la inauguración de la embajada estadounidense en Jerusalén ese mismo día.
Sólo un puñado de gazatíes intentó cruzar la barrera. Los soldados israelíes lanzaron gases lacrimógenos y francotiradores dispararon contra la multitud.
Ante las numerosas críticas internacionales, Israel afirma que actuó para protegerse ante posibles incursiones de gazatíes en su territorio.
Imagen de portada: En un último abrazo, Mariam al Ghandur aprieta contra ella el cuerpo de su hija Leila. “Los israelíes la han matado”, dice llorando. La niña de 8 meses falleció el lunes por inhalación de gases lacrimógenos en la frontera entre Gaza e Israel.
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