Autor intelectual de la voladura del avión de Cubana de Aviación, hecho ocurrido el 6 de octubre de 1976 y en el que murieron 73 personas, muchos de ellos integrantes de la selección de esgrima de Cuba. Un largo prontuario de tortura, desapariciones, asesinatos y muerte en países latinoamericanos y Estados Unidos, envolvió a este oscuro personaje que fue protegido por los servicios norteamericanos de inteligencia
El terrorista Luis Posada Carriles murió este 22 de mayo en Florida, Estados Unidos (EEUU), a los 90 años de edad, bajo el amparo y protección del gobierno y sistema de justicia norteamericano, de los actos terroristas en los que estuvo involucrado en su larga y violenta vida.
El ex-agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), murió libre y sin pagar condena por los atentados terroristas, crímenes, torturas, desapariciones y muertes en los que estuvo implicado.
Entre estos destaca la voladura del avión Douglas DC8 de Cubana de Aviación, en el que murieron 73 personas, entre ellas los integrantes de la selección de esgrima de Cuba, que había participado exitosamente en el IV Campeonato Centroamericano y del Caribe de Esgrima de 1976, que se había realizado en Caracas, Venezuela.
El vuelo CU-455 con destino a La Habana, Cuba, estalló a 18.000 pies de altura, 20 minutos después de haber despegado de Barbados. Este hecho es catalogado como uno de los peores atentados terroristas del hemisferio occidental.
Su autor intelectual Luis Clemente Faustino Posada Carriles, conocido por su obsesiva militancia ultraderechista, anticastrista y anti-revolucionaria, estuvo implicado en acciones terroristas en EEUU, Cuba, y otras naciones latinoamericanas, así como intentos de innumerables atentados contra el líder fundador de la Revolución Cubana, Fidel Castro.
Un largo prontuario del terror
Nació en Cienfuegos, Cuba, en 1928, y vivió en Venezuela durante un largo período, de hecho, se nacionalizó como venezolano y trabajó en la Disip, la policía política de los gobiernos de derecha de los años setenta.
En ese país estuvo involucrado en torturas, desapariciones y muertes, como es el caso del maestro rural y revolucionario Ángel María Castillo, conocido como Pancho Alegría. El 8 de junio de 1973, en el gobierno de Rafael Caldera, Alegría fue detenido en la Plaza Bolívar de la población de Charallave, en el estado Miranda, ciudad ubicada a 57 kilómetros de Caracas, la capital venezolana.
Testigos de la detención revelan que el revolucionario exclamó: “¡Soy Ángel María Castillo y me llevan preso. Me van a matar!”, advirtió. Desde entonces Castillo permanece desaparecido.
Las investigaciones sobre este hecho apuntaron a Posada Carriles, que trabajaba con el Jefe de Operaciones de la policía política venezolana de aquella época, y a Henry López Sisco, ambos responsables de otras desapariciones y muertes de militantes de partidos de izquierda, hechos ejecutados entre los años setenta y ochenta.
Un año antes, en 1972, Posada Carriles también estuvo implicado en la masacre de cuatro integrantes de la organización revolucionaria Punto Cero, hecho ejecutado en La Victoria, estado Aragua, en el centro del país suramericano.
Posada Carriles fue agente de la CIA entre 1960 y 1974, tiempo en el que fue enviado como asesor de seguridad de los servicios secretos de Argentina, Chile, El Salvador, Guatemala y Venezuela. En 1971 estuvo comprometido en un fallido atentado en contra de Fidel Castro, quien realizaba una visita a su homólogo chileno, Salvador Allende.
En 1976 estuvo implicado en el asesinato de Orlando Letelier, quien había sido canciller del gobierno de la Unidad Popular de Chile de Allende, derrocado por la dictadura militar liderada por Augusto Pinochet y apoyada por el gobierno de los EEUU en 1973. El atentado contra Letelier se produjo el 21 de septiembre en Sheridan Circle, Washington, D.C., en los Estados Unidos.
Ese mismo año Posada Carriles organizó el atentado terrorista de Cubana de Aviación que le costó la vida a 73 pasajeros (57 cubanos, 11 guyaneses y 5 norcoreanos), hecho por el cual fue enviado a prisión en Venezuela, pero huyó una década después, el 18 de agosto de 1985, durante un cambio de guardia en la prisión en la cárcel de San Juan de Los Morros, en los Llanos venezolanos. Desde entonces Posada Carriles era requerido por la justicia venezolana.
Bajo el amparo de EE.UU.
Posada Carriles continuó su largo prontuario terrorista tras huir de la cárcel a los 57 años de edad. Se refugió en Centroamérica, en Honduras, Guatemala y El Salvador, durante gobiernos militares y de derecha. Apoyó actividades contra-revolucionarias en Nicaragua, contra la Revolución Sandinista, que había llegado al poder en 1979.
También organizó diversos atentados terroristas en hoteles de Cuba, como el de 1997, en el que murió un joven turista italiano, además de causar numerosos heridos y daños materiales. Todos estos hechos los reconoció en el libro “Los caminos del guerrero” (1994) y en una entrevista al periódico estadounidense The New York Times en 1998.
En la Cumbre Iberoamericana del 2000 en Panamá, intentó una vez más asesinar a Fidel Castro, pero la acción fue frustrada y detenido junto con sus cómplices y criminales Gaspar Eugenio Jiménez, Pedro Remón y Guillermo Novo, quienes fueron procesados.
Posada Carriles fue condenado a ocho años de prisión. No obstante, el 26 de agosto de 2014 recibió un polémico indulto por parte de la presidente Mireya Moscoso, que estaban en los últimos días de su gobierno.
En el 2005 fue detenido en los EE.UU., al intentar ingresar ilegalmente a esa nación. El gobierno de Venezuela, de Hugo Chávez, pidió su extradición por el caso de la voladura del avión cubano y su evasión de la cárcel venezolana en 1985.
Sin embargo, en el 2007 fue excarcelado bajo fianza y en 2011 fue absuelto de 11 cargos de perjurio, fraude y obstrucción de procedimiento, en el caso que se llevaba en su contra en un tribunal de Texas. La decisión señalaba que Posada Carriles era un hombre “viejo e inválido”.
A pesar de su larga actuación y numerosas pruebas de terrorismo en su contra, Luis Posadas Carriles vivió y murió impunemente bajo la sombra y la protección de los EE.UU.
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