viernes, 16 de septiembre de 2011

Cogito ergo impidio

La lucha anarquista no está subordinada a los mesianismos de turno sino que es y será por el Comunismo libertario, ergo, contra el Estado-capital, aquí, allá y acullá.

Gustavo Rodríguez | México
Que un Estado/gobierno –de cualquier confín del mundo– considere y catalogue de “terrorista” a cualquier anarquista, evidentemente, cuenta con toda la lógica que impone su propia razón de ser. De igual forma, para tod@s l@s anarquistas, es un proceder habitual y hasta consecuente, que nos consideren “terroristas” todos los Estados-gobiernos del mundo. Nosotr@s –por regla general– no hacemos esa “prudente” y sutil distinción socialdemócrata entre “gobiernos buenos” y “gobiernos malos”, para justificar adhesiones, alianzas y opciones preferenciales por el “mal menor”; mucho menos recurrimos a los habituales eufemismos de “gobiernos progresistas” y/o “procesos revolucionarios” con que tradicionalmente se maquillan y solapan las infamias de los Estados protostalinistas, neo-populistas y nacionalistas, reticencias harto recurrentes desde esa entelequia amorfa y reformista que se autodenomina izquierda.
Para l@s anarquistas, no existen excepciones ni para el “caso Cuba” ni para Venezuela ni para Bolivia, Ecuador, Perú ni para Tumbumtú, por lo que habría que reafirmar, a punto de partida, que nuestra lucha no está subordinada a los mesianismos de turno sino que es y será por el Comunismo libertario, ergo, contra el Estado-capital, aquí, allá y acullá.
Por todo lo anterior, no nos extrañan las condenas y vituperios emitidos por el gobierno de La Habana, como siempre saturados de epítetos nada novedosos (“terroristas”, “gusanos”, “espías”, “agentes de la CIA”, etc.). Sin embargo, si nos sorprenden las intenciones declararas por el Colectivo Editorial de Kaos en la Red, acatando las “ordenes” del partido-gobierno-Estado cubano. Nos sorprende sobre manera este proceder de quienes se declaran en lucha permanente contra “la criminalización de la libertad de expresión y opinión“, nos extraña de quienes se asumen a favor de la contrainformación alternativa como arma crítica indispensable para el desarrollo de la conciencia antagonista de los pueblos frente a la desinformación alienante de los medios masivos de comunicación al servicio del sistema de dominación global. Lamentablemente, este resolutivo de expulsión “irrevocable” –acordado por “decisión mayoritaria”– nos demuestra, en primer lugar, la dolorosa inconsecuencia entre el discurso y la práctica, tan común en amplios sectores del izquierdismo pululante. En segundo lugar, manifiesta la obstinada presencia de quienes permanecen refugiados en la nostalgia de las antiguas gestas revolucionarias –ubicadas a años luz de la realidad contemporánea–  diluidas hoy en la más salvaje de las rapiñas. En tercer término, nos indica la sobrevivencia de cobardes complicidades jacobinas que han impedido hasta ahora el impostergable debate en torno al “proceso cubano” y han obstruido, desde hace décadas, el ascenso de nuevos lineamientos político-prácticos imprescindibles para re-encausar las luchas de la gente cubana por el Socialismo y la Libertad.
  Ante los hechos, no nos cabe duda, que asistimos al recrudecimiento de la censura y al incremento de las medidas autoritarias en la Isla, destinadas a acallar a las nuevas voces comprometidas con el rumbo revolucionario –tozudamente dedicadas a la puesta en marcha del Socialismo participativo y libertario en la mayor de Las Antillas– y decididamente opuestas a la acelerada transición del fallido capitalismo de Estado al capitalismo monopolista que desde un tiempo se viene instituyendo por mandato de la jerarquía del partido-gobierno-Estado cubano. Sin que quepan dos opiniones al respecto, la longa manus del partido-gobierno-Estado cubano, vuelve a articularse en pleno revival del pragmatismo stalinista, convirtiendo a Kaos en la Red en una vernácula franquicia del diario Granma, imponiendo en ultramar el pensamiento único y el monólogo acrítico con que amordaza a los cubanos desde hace medio siglo el exclusivo “propietario de la palabra pública” (RCA).
Es preciso, entonces, ahora que el capitalismo –como a todas luces sucede en China y Vietnam– , ya no está naturalmente asociado a la democracia parlamentaria y/o representativa, reflexionar profundamente sobre la actualidad cubana.  Sin cortapisas ni complacencias. Y es necesario hacerlo con urgencia para después discutirlo y hablarlo colectivamente y a voz en cuello. Se trata, ni más ni menos, de hablar de Cuba desde la crítica revolucionaria, sin malabarismos semánticos ni indulgencias y excepciones. Es momento de abandonar los coros de acólitos y de romper ese infructuoso silencio que cínicamente se autodenomina “crítica constructiva” o “solidaridad crítica” y que se impulsa desde las miopes y anodinas concepciones que razonan su reaccionario proceder en la espuria consigna de “no hacerle el juego al enemigo”. Esas posturas forzadas en nada contribuyen a la Revolución y a la gente cubana, únicamente auxilian el inmovilismo y el continuismo excluyente y autoritario que predomina en la Isla en exclusivo beneplácito de su liderazgo vitalicio.
Hoy, para quienes verdaderamente nos empecinamos en el rescate de los escasos componentes revolucionarios sobrevivientes en la Isla y nos aferramos a encarrilar los pasos hacia la emancipación socialista y libertaria, no tenemos otra alternativa que la defensa insoslayable de las potencialidades de autonomía de la gente cubana, emprendiendo una crítica obligatoriamente mordaz e impiadosa que denuncie la agudización del abismo que separa lo que representó la gesta libertaria de la Revolución cubana y lo que hoy representa el partido-gobierno Estado cubano.  Se trata de “la posibilidad irrebatible de liberar la palabra, los deseos y los sueños en la magia de los encuentros colectivos a pleno sol, a cara descubierta y sin limitaciones de ninguna especie” –como atinadamente adelantara nuestro compañero Rafael Spósito (Daniel Barret)– “Ésta es la única posibilidad de recuperar un proyecto socialista y de confirmar a los cuatro vientos que el mismo es inseparable de esa impronta libertaria que algunos todavía se empeñan en negar. En ello la gente cubana se juega su última oportunidad”[1]
Gustavo Rodríguez
San Luis Potosí
A 15 de septiembre de 2011
Nota: A continuación la misiva del Colectivo Kaos en la Red.
Hola Gustavo:
Recientemente hemos recibido  informaciones sobre el MLC (Movimiento Libertario Cubano) que nos han preocupado enormemente. En ellas se nos dice que, lejos de realizar una crítica constructiva de la Revolución Cubana, su labor es más cercana a la que desarrolla la gusaneria desde Miami.
El caso es que nos hemos puesto en contacto con compañeros de la más absoluta confianza. Estos saben de primera mano que en el MLC hay directamente personas que trabajan como miembros de la contrarrevolución (grupos terroristas, espionaje, etc.)
Sabes que Kaos siempre ha recibido duras críticas justamente por no apoyar acríticamente lo que se hace en Cuba. Sin embargo, nuestra intención de integrar en Kaos una perspectiva anarquista no pasaba en ningún momento por realizar ni apoyar movimientos contrarrevolucionarios.
No podemos dar espacio al MLC en Kaos. Y dado que tú te presentas como miembro del mismo, nos vemos en la obligación de dejar de publicar tus textos.
Lamentamos enormemente esta situación, pero no podemos hacer otra cosa.
Colectivo de Kaosenlared


[1]
 Daniel Barret (Rafael Spósito), Cuba: El dilema del socialismo y la libertad, libro en preparación.

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