Pisa, Italia. La oposición popular a la construcción de un tren de alta velocidad en Valle de Susa no solamente permanece generalizada, sino que ha llevado a la población a tomar en sus manos la democracia en su lugar.
El Valle de Susa se encuentra al oeste del Piemonte, al norte de Italia. Es una zona con poco más de 80 mil kilómetros de bosques, montañas, lagos y ríos, donde habitan 90 mil personas dispersas en 39 pueblos, dedicados mayoritariamente a la agricultura, el pastoreo, la artesanía en madera y el turismo invernal.
A principios de los años noventa, el gobierno italiano presentó un proyecto para la construcción de un tren de alta velocidad que partiría desde la ciudad de Turín para llegar a Lion, en Francia. Desde entonces, en la zona creció un movimiento popular conocido como No-Tav, que no sólo ha logrado detener el proyecto por más de veinte años, sino que también consiguió articular una sólida resistencia y una amplia red de solidaridad a nivel europeo.
A principios del año pasado, Desinformémonos dio cuenta de uno de los momentos álgidos de esta lucha, cuando más de 75 mil personas marcharon en el Valle en protesta por la detención de decenas de opositores luego de algunos enfrentamientos con la policía en la zona donde se pretende comenzar la obra. En esta ocasión, Luca Giunti, guardia forestal y técnico ambiental que forma parte del movimiento, cuenta sobre las razones de esta importante resistencia en territorio italiano, su proceso de crecimiento y las redes de solidaridad que se han creado en Italia y otros países contra lo que denominan Grandes Obras Inútiles e Impuestas.
Un proyecto inútil y costoso
En el Valle de Susa hay dos carreteras estatales, una autopista, una línea internacional de trenes, dos pasajes alpinos internacionales y dos túneles (uno para la carretera y otro para los trenes), que comunican Italia y Francia. Es una zona muy comunicada.
¿Por qué desde hace veinte años la gente del Valle de Susa se opone al tren de alta velocidad? Sustancialmente por cuatro razones: Primero, es un proyecto inútil. Quieren hacernos creer que tenemos necesidad de una nueva ferrovía porque tenemos y tendremos muchos pasajeros y mucha mercancía que transportar. Esto es falso porque en los últimos 40 años todos los datos oficiales nos dicen que el tráfico entre Italia y Francia está disminuyendo.
La segunda razón es que ya existe una ferrovía que transporta mercancías y personas en el Valle de Susa. De hecho, esta infraestructura fue remodelada apenas, está prácticamente como nueva luego de una inversión de 400 millones de euros. Curiosamente, esta vía se usa a menos del 30 por ciento de su capacidad; lo dicen hasta los que sostienen el proyecto.
Yo, como técnico, me dedico a estudiar los proyectos de la zona, y mientras más estudio la cuestión del tren de alta velocidad (TAV), más me vuelvo No-Tav. Ahí mismo está escrito que la línea histórica es suficiente para transportar gente y mercancías; lo ridículo es que ya desde la justificación de motivos aparecen las razones por las cuales no se debería hacer.
En tercer lugar esta obra es muy costosa. Según el Tribunal de Cuentas de Francia -no según nosotros-, esta obra costará 26 billones de euros de inversión pública, sin un solo centavo de dinero privado. Y aunque una parte de ese dinero viene de los fondos de la Unión Europea, es sólo para la parte internacional de la obra; la parte italiana será construida con dinero público de los italianos.
La gente del Valle de Susa también se opone a esta obra porque no hay dinero para hacerla. Podría encontrarse el financiamiento, pero no es justo gastarlo en una cosa inútil. Si quienes sostenían el proyecto hace diez años estaban equivocados, ahora en el contexto de la crisis (y la falta de dinero para cuestiones más urgentes como la educación, la salud, etcétera), lo están todavía más.
Finalmente, se trata de un proyecto devastador desde el punto de vista ambiental. Para empezar causará la desaparición de una inmensa cantidad de agua. Esto ya pasó en Toscana cuando se impuso un tren de alta velocidad entre Boloña y Florencia; muchas fuentes de agua se secaron y pueblos enteros se vieron obligados a traer el agua de lugares lejanos.
Además, la obra tendrá efectos dañinos para la salud de la gente. En el mismo proyecto se prevé un aumento considerable de problemas cardiorrespiratorios entre la población sensible, niños y ancianos, debido a la cantidad de polvos que se liberarían en el aire al perforar las rocas. Gran parte de las rocas del Valle de Susa contienen porcentajes significativos de uranio y asbesto, entre otros minerales, que terminarían en el aire que respiramos. Eso también está escrito en el proyecto.
Yo soy un defensor de la naturaleza y sostengo que las cuestiones ambientales se podrían discutir si la obra fuera verdaderamente útil, si tuviéramos dinero para hacerla y, sobre todo, si quien nos la propone fuera una persona honesta. Sin embargo, en estos años se ha comprobado que quienes quieren hacer esta obra falsean la información, cambian las leyes y dicen una cosa en los periódicos mientras en la realidad hacen otra.
Últimamente se han abierto varias investigaciones por fraude en la construcción del tren de alta velocidad Bolonia-Florencia. El caso del Valle de Susa, sin embargo, es paradigmático porque existe una enorme cantidad de dinero público involucrado, que naturalmente ha creado poderosos intereses para que la obra se lleve a cabo. Lo curioso, además, es que en estos momentos no hay recursos suficientes para construir la ferrovía, por lo que el Estado tendría que crear más deuda pública para hacerla.
Pero en un contexto de crisis, en donde se insiste que tenemos que ahorrar y vemos que se hacen enormes recortes presupuestales por aquí y por allá con el pretexto de la deuda pública, ¿por qué debería yo, Estado, aumentarla de esta manera, y condenar a las generaciones futuras a pagar por una obra que no sirve? Si por lo menos se agarraran esos 26 billones de euros para arreglar todas las escuelas en Italia, sería una cosa que universalmente es considerada como un bien público, pero no, se está promoviendo cínicamente el enriquecimiento de unos cuantos y ya.
Balance del movimiento No Tav
Al movimiento No Tav le falta una estrategia definida de comunicación, sin embargo, existe una gran distribución de la información a nivel local. Si tú vas al Valle de Susa, paras a cualquiera que pase por la calle y le preguntas sobre la cuestión del TAV, encuentras a una persona informada. No es que tengas que ir a buscar líderes para entender cómo está la situación. De cinco personas que encuentres, cuatro te sabrán decir exactamente las cosas que he comentado. La gente maneja cifras, datos y tiene una conciencia clara del por qué se opone a esta obra.
Hay comunicación constante entre nosotros, cada semana hay asambleas, reuniones, conferencias, encuentros, en donde quienes han estudiado un pedazo nuevo del proyecto o tienen información nueva, la comparten con todos los demás. También participan los abogados del movimiento explicando a la gente cómo van las cuestiones judiciales, sea de las personas que han sido acusadas o de los denuncias oficiales que hemos presentado ante la magistratura para sostener nuestra oposición.
Afortunadamente en estos momentos no tenemos a ninguna persona encarcelada. Hemos tenido compañeros en arresto domiciliario y hay cientos de personas que están bajo proceso, pero en libertad. Todos ellos han sido acusados de devastación, saqueo, atentados contra la policía, etcétera. Nuestros abogados están seguros de que casi todas las acusaciones graves serán desmanteladas, pero sí es evidente que hay una estrategia clara del Estado. Cuando arrestan a diez o 20 personas -porque tiraron piedras en una manifestación-, es una cosa que los medios cuentan hasta la náusea. Es cierto que estos enfrentamientos existen, sí, pero son el uno por ciento de las actividades del movimiento No-Tav.
Existe también una cuestión generacional, porque los acusados son los jóvenes que participan en los centros sociales; sin embargo, nadie ve que la verdadera fuerza del movimiento son los pensionados y las mujeres, las señoras que están por todas partes participando y los ancianos de 65 o 70 años que están en el frío manteniendo la posición por horas, mientras regañan a los carabineros -jóvenes de 20 o 25 años, que bien podrían ser sus hijos- por defender los intereses de los ricos. Estas cosas no se dicen pero el gobierno lo sabe, Mario Monti lo sabe.
Yo, como muchos otros compañeros, soy uno de los que van por ahí a contar nuestra historia. En Milán y en el Veneto, que son los lugares en los que he estado últimamente, pero también en otras partes, he visto que hay muchas personas que conocen la situación y que nos apoyan.
Todos nosotros quisiéramos que la televisión hablara de nosotros más y mejor, pero al mismo tiempo no estoy muy seguro de estar interesado en ese tipo de medios de comunicación, porque mucha de la información que a mí me interesa difundir y recibir pasa por otros canales. Y muchísima gente -aunque me gustaría que fueran más- se informa a través de otros medios. La televisión tiene una importancia notable, pero no tiene la gran importancia que tenía hace diez años.
El No Tav y los movimientos sociales
Con otros movimientos sociales en Italia, la similitud es la creciente desconfianza hacia la clase política italiana. En el Valle de Susa se interrumpió en algún momento la relación de confianza con la política representativa y con la información representativa. En un cierto punto, la gente del Valle, incluso aquellos que no están completamente contra el tren de alta velocidad, está de acuerdo en un principio básico: por años hemos votado y delegado para que alguno tomara decisiones por nosotros, pero las tenemos que tomar todos directamente, debemos reapropiarnos de eso que hemos delegado.
A lo mejor en el futuro volveremos a delegar, pero ahora debemos discutir nosotros sobre el futuro del territorio porque en todos estos años los políticos no han tomado las decisiones mirándonos a nosotros, sino mirando hacia otro tipo de interés. Si tuviera que pensar en un punto común es éste, aun considerando las naturales diferencias de opinión que tenemos entre nosotros.
Existen otras resistencias con las que el movimiento No-Tav tiene contactos. Está la gente que exige el desmantelamiento del cuartel militar norteamericano en Vicenza, ellos no han tenido tanto éxito pero están haciendo presión, comunicados, denuncias; resistiendo, pues. También están los que se oponen a la construcción de un puente en el estrecho de Messina (Sicilia) y los que se oponen a una autopista que iría de Brescia a Milán.
Yendo más allá de las cuestiones italianas, hace dos años organizamos en el Valle de Susa el primer Foro Internacional contra las Grandes Obras Inútiles e Impuestas. En ese contexto entramos en contacto y hermandad, por ejemplo, con Notre -Dame-des-Landes, una zona cerca de Nantes donde quieren construir otro aeropuerto inútil, costoso y devastador para el ambiente. Estamos en contacto con los ingleses que se oponen a la ferrovía de alta velocidad que iría de Londres a Edimburgo, y que se llama HS2 (High Speed 2). Estamos en contacto con los irlandeses que no quieren una nueva central hidroeléctrica en su territorio y con gente de Argelia y Túnez, donde quieren también hacer obras de este tipo, incluyendo un tren de alta velocidad.
Poco a poco todos se están dando cuenta que estas obras, decididas e impuestas desde otros lugares, tienen las mismas características: no responden a las necesidades del territorio y de los ciudadanos. Cuando la gente quiere una escuela, les imponen una represa; cuando la gente quiere servicios de salud de calidad, se les impone un cuartel militar. La gente quiere un transporte de trenes regulares, tranquilo, para la gente que va a trabajar, y el Estado impone la alta velocidad. ¡Basta! No podemos más.
En estos momentos discutimos una gran manifestación, planeamos una marcha con más de 50 mil personas de todos los pueblos del Valle de Susa, ocuparemos nuestro territorio para hacerle ver al mundo que seguimos ahí y que seguimos siendo miles los que nos oponemos al tren de alta velocidad.
El tren de alta velocidad es una maldición, pero de alguna manera me alegró que se les ocurriera hacerlo, porque las respuestas que produjo en el Valle de Susa permitieron a la población experimentar nuevas formas de democracia, de participación y de vida comunitaria que quizá de otra manera nunca se hubieran dado.
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