viernes, 13 de marzo de 2015

CAPITALISMO. ¿CÓMO SE INICIÓ EL SISTEMA?

Revolucion-industrialPor Chris Haman
Uno de los argumentos más absurdos que pueden escucharse, es que las cosas no hubieran podido ser diferentes de lo que hoy son. Pero, las cosas ya fueron diferentes.
Y no hay que ir muy lejos para descubrirlo. En Gran Bretaña por ejemplo, la realidad era diferente hace no mucho tiempo. Apenas 250 años atrás las personas nos hubieran considerado locos, si les describiésemos el mundo en que hoy vivimos, con grandes fábricas, aviones, misiones espaciales. Incluso las vías férreas estaban lejos de su imaginación. Porque ellos vivían en una sociedad que era fundamentalmente rural, en la cual la mayoría de las personas nunca se había alejado a más de 15 kilómetros de su aldea, y en la cual el ritmo de vida por miles de años, estuvo determinado por el cambio de las estaciones. Pero hace 700 u 800 años ya comenzaba un desarrollo que iría a transformar
toda la sociedad. Grupos de artesanos y negociantes empezaron a establecerse en las ciudades, no prestando sus servicios a cambio de nada como sí lo hacía el resto de la población, sino intercambiando sus productos con varios señores y siervos a cambio de alimentos. Cada vez más se comenzó a utilizar el metal como medida de cambio. Fue un gran paso ver en cada operación de intercambio una oportunidad para conseguir un poco del precioso metal del cual obtener alguna ganancia.
Al comienzo las ciudades sólo podían sobrevivir al contraponer un señor feudal contra otro. Pero a medida que las habilidades de sus artesanos se fueron perfeccionando, más riquezas producían y mayor poder de influencia obtenían. Los “burgueses” comenzaron a surgir como clase social al interior de la sociedad feudal de la Edad Media. Pero ellos obtenían su riqueza de un modo diferente a como lo hacían los señores feudales que dominaban la sociedad. Un señor feudal vivía directamente de la producción agrícola que era capaz de obligar a sus siervos a producir en sus tierras. Este usaba su poder personal para forzarles sin necesidad de pagarles. Diferente a las clases ricas de las ciudades que vivían de la manufactura de bienes no agrícolas. Ellos les pagaban a los trabajadores para que produjesen para ellos, por día o por semana.
Estos trabajadores, frecuentemente siervos escapados, eran “libres” de ir y venir desde el momento en que terminaban el trabajo por el cual se les había pagado. Lo “único” que los llevaba a trabajar era el hecho de que morirían de hambre si no encontraban a alguien que los empleara. Los ricos se hacían aún más ricos porque para no morirse de hambre, los trabajadores libres aceptaban menos dinero del valor de los bienes que ellos producían con su trabajo.
La burguesía y los señores feudales obtenían sus riquezas de diferentes fuentes. Esto los llevaba a querer organizar la sociedad de diferentes formas.
La sociedad ideal de los señores feudales era una sociedad en la cual ellos tuviesen el poder absoluto sobre sus tierras, sin restricciones en la ley escrita, sin intromisión de cualquier ente externo, teniendo a sus siervos imposibilitados de escapar. Ellos querían las cosas tal como eran en los tiempos de sus padres y de sus abuelos, con todos aceptando la situación social existente al momento de venir al mundo. La recién enriquecida burguesía necesariamente veía las cosas de forma diferente. Quería restringir el poder individual con que los señores feudales y los reyes interferían en el comercio o robaban las riquezas que producían. Soñaban conseguirlo a través de un cuerpo estable de leyes, que serían escritas y refrendadas por sus propios representantes electos. Querían liberar a los pobres de la
servidumbre para que pudiesen trabajar (y aumentar las ganancias de los burgueses) en las ciudades. En cuanto a ellos mismos, sus padres y sus abuelos ya habían estado bajo el yugo de los señores feudales y ciertamente no querían que eso continuase.
En una palabra, ellos querían revolucionar la sociedad. Sus desacuerdos con el viejo orden no eran solamente económicos sino también políticos e ideológicos. Y desacuerdo ideológico significa principalmente desacuerdo religioso, en una sociedad analfabeta en donde la principal fuente de las ideas generales sobre la sociedad eran el resultado de la predicación de la Iglesia. Debido a que la Iglesia medieval era dominada por obispos y abades que también eran señores feudales, ellos propagaban visiones en favor del feudalismo, atacando como “pecaminosas” muchas de las prácticas de la burguesía urbana.
Por esto en Alemania, Holanda, Gran Bretaña y Francia en los siglos XVI y XVII sectores de la burguesía organizaron su propia religión, el protestantismo –una religión que predicaba el ahorro, la sobriedad, el trabajo duro (¡principalmente de los trabajadores!) y la independencia de la congregación de los obispos y abades. Estos sectores de la burguesía crearon un Dios a su imagen, en oposición al Dios de la Edad Media.
Hoy cuentan en la escuela y en la televisión que hubieron grandes guerras religiosas y civiles que estuvieron motivadas por diferencias religiosas, como si los hombres fuesen lo suficientemente locos para luchar y morir por las razones esgrimidas para ellas el papel de la sangre y del cuerpo de Cristo en la Sagrada Familia. Mucho más estaba en juego el choque entre dos formas completamente diferentes de sociedad, basadas en diferentes formas de organizar la producción de riquezas. En Gran Bretaña, la burguesía venció.
Tan horrible como debe parecerle a nuestra actual clase dominante, sus ancestros consolidaron su poder cortando cabezas coronadas, justificando el acto con palabras de los profetas del Antiguo Testamento. Pero en otros lugares el primer round fue para el feudalismo. En Francia y Alemania la burguesía protestante revolucionaria fue liquidada después de terribles guerras civiles (aunque una versión feudal del protestantismo sobrevivió como religión en el norte de Alemania). La burguesía tuvo que esperar más de dos siglos hasta alcanzar su triunfo en el segundo round, que comenzaría esta vez sinropaje religioso, en París en el año 1789.
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