Lluvia de bombas para preservar el petróleo.
Raúl Bracho
El desempeño de la agenda imperial no se detiene. La ola de pánico que anoche recorriera el mundo, temeroso ante la amenaza nuclear irreductible, es tapada hoy con una nueva cortina mediática: el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas da luz verde para proseguir la función, Libia será bombardeada en breves horas, la bota imperial ya hace sombra sobre África, los gobiernos del primer mundo se unen a la sed imperial, todo sigue su desarrollo según el guión que he venido denunciando.
Mientras el mundo observará las imágenes de visión nocturna de los bombardeos “humanitarios” sobre la soberanía del pueblo libio, seguramente nos olvidaremos que en Japón sigue el derrame de radioactividad a cielo abierto, mientras estemos hipnotizados frente a las pantallas de plasma, viendo a EE.UU.“restablecer la democracia y la libertad”, probablemente el aire envenenado esté volando hacia el mismo territorio norteamericano. Francia será el primero en tomar la ofensiva, los Estados unidos se solapan tras sus lacayos, el plan perfecto para la dominación continuada sigue un curso predecible, la humanidad aun no entiende lo que ocurre, el hilo invisible que hilvana la muerte, la ambición final, los poderes heridos que en su desesperación y sus horas de agonía, pondrán en riesgo nuestra supervivencia. El olor a muerte llegará tarde, cuando ya no podamos reaccionar.
Jamás se podrá justificar ante la historia la traición a la raza humana concertada en este conciábulo de verdugos, la voluntad de los pueblos de nuevo es pisoteada en nuestra cara.¿Quién puede asumir el derecho de decidir por otro, de someter con la superioridad militar a un pueblo que dejan sin voz? Cuando todas y todos sabemos que la decisión de prohibir el vuelo de las naves libias sobre su propio cielo solo se toma para impedir que éstas dañen a tan exquisita industria petrolera antes que salvar vida o dignidad alguna. Se acaba de firmar el decreto a muerte a los pueblos que luchan por su soberanía, comenzó la guerra sobre Libia.
La historia la escriben dos fuerzas que se enfrentan, más temprano que tarde veremos la reacción del pueblo libio y del resto de quienes convivimos sobre esta tierra. Dirán que es“humanitaria” la ofensiva de muerte que se decretó y por supuesto que la respuesta que darán los libios dignos y patriotas llevará el sello de la “masacre dictatorial”. ¿Pasó alguna vez algo similar cuando el imperio arremetió contra Afganistán luego de la auto implosión de las torres gemelas? ¿Pasó alguna vez que el Consejo de Seguridad cerrara los cielos de Irak cuando Estados Unidos, comandados por el genocida de Bush arremetió sanguinario en búsqueda de las supuestas armas biológicas que nunca aparecieron? Pasó alguna vez cuando a Honduras se le doblegó su dignidad desde la base militar norteamericana de Soto Cano???
Somos mediatizados por el control imperial, debemos dar una contundente respuesta, esta arremetida imperial no se detendrá en Libia, no se detendrá en la liberación radioactiva producida en Japón, son dolorosas las horas que nos esperan. Lo más probable es que se intensifique la ofensiva de los oligarcas, que siembren la destrucción en su propio territorio, el imperio no tiene más patria que el dinero, debemos reflexionar sobre las consecuencias nefastas que sobrevendrán tan solo con lo que hasta ahora acontece, la terrible crisis económica que generarán los precios del petróleo superando los 200 dólares por barril, el costo de alimentos “no contaminados”, el terror a la muerte por contaminación radioactiva, sin poner en estas letras lo que quede por suceder en este guión salvaje que se ha desatado.
El pueblo norteamericano ha agotado las reservas de pastillas de Yodo, única protección temporal a las nubes que llevarán la muerte desde Japón, el pánico a la fatalidad no se detendrá, seguramente están por ocurrir sismos en las fallas de California, en las aguas del Caribe o Chile, quien sabe donde. La muerte se escapó, sus demonios nos desbordan en un aquelarre insospechado. La calma se fue de nuestro planeta, aunque todas y todos nos quedemos esperando que vuelva. Las crisis se acelerará cada día más, el derrumbe será implacable hora tras hora.
Falta la fuerza histórica que define el resultado. Son terribles y enormes los poderes con que nos azota el imperio, pero no faltará coraje y dignidad para agigantar a los pueblos del mundo y detener la corrida de la muerte. No podemos aceptar el miedo como nueva arma de dominio, la ira debe palpitar en cada pecho, la furia incontenible de la verdadera libertad iluminará un nuevo amanecer, una esperanza.
Venceremos!!!
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