La semana pasada Médicos Sin Fronteras denunciaba cómo las autoridades de Bahréin estaban utilizando los hopitales para localizar a los manifestantes y detenerlos para después torturales, en algunos casos.
Hoy nos adentramos en lo que está pasando en el hospital de Salmaniya en Bahrein, antes uno de los centros médicos más prestigiosos del Golfo, ahora transformado en un fortín militar.
Sus puertas y entrada principal están bloqueadas por puestos de vigilancia llenos de militares enmascarados y con rifles. Su sala de emergencias, antes una de las más ocupadas del país, están ahora casi vacías.
Según informes de testigos y funcionarios del hospital recolectados por la organización Human Rights Watch (HRW), las fuerzas de seguridad habrían amenazado, golpeado y detenido a pacientes con heridas provocadas en las protestas contra el régimen sunita del rey Hamad bin Isa Al Khalifa. Esos pacientes son sistemáticamente marginados del resto de la población hospitalaria y transferidos al sexto piso, al que prácticamente nadie puede ingresar, ni siquiera sus familiares.
“Hay más oficiales militares en el hospital que pacientes”, dijo Faraz Sanei, observador de HRW y quien recientemente pudo ingresar a Salmaniya. “No es un ambiente normal o seguro para pacientes. Tanto pacientes como trabajadores de las salud nos han dicho que hay un bloqueo de seguridad, y que los médicos tienen miedo a hablar”, señaló. “El hecho de que esté vacío significa que no hay ingreso de pacientes. La gente no quiere ir allí porque tiene miedo”, indicó.
Saeed ha trasladado a más de 100 pacientes heridos en las protestas pro-democráticas. “Salmaniya ha sido cercado por el ejército”, señaló. “Cuando llevamos pacientes, si tienen una bala o un perdigón en el cuerpo, lo envían directamente a emergencias y lo operan. Después de la intervención, el paciente es llevado al sexto piso. A nadie se le permite verlo. Los empleados del sexto piso, incluyendo médicos, enfermeras y trabajadores de la cocina, han sido reemplazados por personal militar”.
El hospital se encuentra cerca de la plaza Pearl, escenario principal de las manifestaciones de la oposición, que comenzaron siendo pacíficas.
Inspirados por los movimientos populares en Egipto y Túnez, la oposición bahreiní exige una reforma constitucional y el fin a lo que considera una sistemática discriminación contra la mayoritaria población chiita. La familia real actuó rápidamente para reprimir las protestas. Las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes el 16 de febrero, matando a por lo menos tres personas e hiriendo a decenas más.
Inspirados por los movimientos populares en Egipto y Túnez, la oposición bahreiní exige una reforma constitucional y el fin a lo que considera una sistemática discriminación contra la mayoritaria población chiita. La familia real actuó rápidamente para reprimir las protestas. Las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra los manifestantes el 16 de febrero, matando a por lo menos tres personas e hiriendo a decenas más.
Pero las protestas continuaron. Un mes después, cuando el Consejo de Cooperación del Golfo aprobó el envío de un contingente de 1.000 efectivos para apoyar a Bahrein, liderado por Arabia Saudita, el rey Hamad bin Isa Al Khalifa no perdió tiempo y despejó la plaza Pearl. Cientos de personas resultaron heridas en el caos. La policía disparó a los manifestantes con gases lacrimógenos, perdigones, balas de goma y reales.
Molestos por la presencia de médicos y paramédicos en el lugar, las fuerzas de seguridad también la emprendieron contra los trabajadores de la salud. Pronto emergieron informes de médicos atacados por la policía mientras intentaban ayudar a los heridos, y de ambulancias impedidas de ingresar a los hospitales.
“Cuando los manifestantes en la plaza Pearl fueron atacados, la gente se indignó en toda Bahrein”, señaló Sanei. “Los médicos estaban furiosos y criticaron abiertamente al Ministerio de Salud por no haber adoptado un plan” para atenderlos.
Las protestas opositoras no han cesado y, según Sanei, tampoco las redadas de las fuerzas del rey en aldeas chiitas. “Se han convertido en algo diario. No está clara la razón. ¿Estaban protestando? ¿Escribieron algo en (la red social) Twitter? Estén cantando o no consignas (contra el gobierno), la gente puede quedar atrapada en el fuego cruzado”, indicó.
Según informes de testigos, pacientes heridos en protestas también fueron sacados a la fuerza de hospitales privados y públicos locales y transferidos a Salmaniya o al Servico Médico Real Bahreiní, sanatorio destinado exclusivamente a personal militar, la familia real y empleados del gobierno.
En un caso, un estudiante de 21 años herido a quemarropa el 25 de marzo fue atendido en su hogar durante tres días antes de que su familia decidiera llamar a una ambulancia para llevarlo a Salmaniya. Le habían disparado más de 100 perdigones en el pecho y el riñón. El hermano de la víctima, Ahmad, explicó que el joven con un amigo se dirigían a una tienda en una aldea cuando fueron atacados por dos militares. “Ellos no estaban protestando, pero había una actividad pacífica de protesta en la aldea” en ese momento, indicó Ahmad. “En la actual situación, todos serán atacados, incluso las mujeres. Los policías creen que cualquiera es un manifestante, no ven la diferencia”, añadió.
La familia del joven hizo todo lo posible para no llevarlo al hospital. Su hermana acababa de completar un curso de enfermería, y por eso intentó cuidarlo en su hogar. “Traté de frenar el sangrado y el dolor durante tres días”, señaló. “Teníamos miedo de trasladarlo a Salmaniya. Lo llevamos (antes) a casi todos los hospitales privados e internacionales en Bahrein. Lo enviaron a emergencia y le hicieron exámenes con rayos equis, pero dijeron que necesitaría tratamiento en una unidad de cuidados intensivos”. “Como última opción lo llevamos a Salmaniya. La sala de emergencia parecía prácticamente vacía… y había más militares que pacientes. Estaban todos caminando con sus armas dentro y fuera del hospital”, contó.
“Vimos que lo trasladaban al piso seis. Nos dijeron que nos fuéramos y que no se nos permitiría visitarlo. No hemos tenido ninguna información sobre él desde entonces”, agregó.
“Vimos que lo trasladaban al piso seis. Nos dijeron que nos fuéramos y que no se nos permitiría visitarlo. No hemos tenido ninguna información sobre él desde entonces”, agregó.
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